Francisco Javier se encontraba en cierta ocasión predicando en una ciudad del Japón, cuando de pronto la multitud de oyentes se puso en contra de el. Uno del grupo, mas atrevido, se le acerco, le abofeteo y le escupió en el rostro, ademas de insultarlo. el misionero continuo su discurso manteniendo su serenidad, sin mostrar la mas leve indignación.
Ante esta actitud la gente cambio sus gritos en admiración. Entre el grupo estaba el mas inteligente doctor de la ciudad, quien se expreso asi; "Una ley que enseña a los hombres semejante virtud ... y les da una victoria sobre si mismos, solo puede venir de Dios." Adolfo Robleto
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