Alejandra Pizarnik era grande como poeta y desgraciada en la vida. Muchos de los que la conocieron culpan un tanto a su arte y a su personaje poético de su muerte. Lo que me hace preguntarme: en qué momento se vuelve la poesía o el arte una salida y un refugio y en qué momento se vuelve también la razón de tu caída. Cómo conciliar las dos cosas? Es posible? Siempre que leo a la Pizarnik me quedo con un nudo en la garganta, con un vacío al pensar en su genialidad pérdida porque de alguna forma hizo del dolor un estandarte, lo cual resulta bastante atractivo para los que nos gusta volcar el dolor en el papel. Pero cómo evitar entonces que el desahogo del arte y de las letras se convierta en tu verdugo?
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