Llegue agitada a casa aun sudada a pesar de la brisa de la calle ese encuentro no me dejó del todo sana. Saludé a todos y pasé de un largo a mi cuarto, en la escalera me encontré a Lucho el amiguito de mi hermano, “la bolsa de hormonas” como solía llamarlo, no perdía oportunidad de pillarme bajo la falda o entre la blusa, en fin, saludé apresurada y entré a mi habitación.
Ya en el borde de mi cama, me deshice de mis zapatos y calcetines, me quité la falda y uno a una desabroché los botones perlados de mi blusa, aunque este ritual diario lo hago en el baño hoy lo hice frente al espejo, algo sentía, algo tenía algo en los ojos de ese hombre me perturbo, no creo en mal de ojo ni nada, pero algo pasó esa tarde.
Dejé caer mi sostén y mis senos empapados quedaron libres, mi aureola oscura brillaba bajo un pezón totalmente firme, me baje la pantaletas y con una maniobra de mis pies quedo en el suelo, me observaba desnuda frente al espejo, me vi a mi misma deseada bella, provocativa en ese instante hubiera sido el juguete sexual de cualquiera de uno de dos de muchos, me acosté en la cama ubicada frente al espejo, tome una de las decenas de almohadas que pueblan mi cama como un rebaño y la coloque bajo mi nuca, luego una más pequeña en la espalda, me abrí de piernas y mi vagina apareció en el espejo, como una camino por transitar, estrecha depilada deseosa.
Mi mano izquierda tomo mi seno derecho y comenzó a estrujarlo, a obligar a dirigiese hacia mi lengua que moría por probarlo (afortunadamente para mí el tamaño de pecho me permite alcanzar el pezón con la punta de la lengua lo que me da mucho placer. Mi mano derecha en cambio bajaba por mi obligo hasta ella, mi cómplice mi sexo y comencé a frotarme a introducirme en mi misma uno, luego dos y hasta tres dedos, entraban y salivas, con mi respiración agitada, nunca me había masturbado con tanto ímpetu, pensaba que el Sr Juan me estaría viendo, ese hombre desgarbado algo me había hecho.
Los dedos de mis pies apuntaban hacia arriba temblaba, hasta que un ruido en el corredor me hizo reaccionar e instintivamente mire a la puerta, todo estaba bien el cerrojo estaba puesto mi privacidad estaba garantizada.
Medí el tiempo en dos orgasmos, me levanté tome mi bata de baño y salí descalza al pasillo, necesitaba un baño, pero lo verdaderamente sucia estaba mi mente.
Lucho esperaba a mi hermano para salir a jugar, deje abrir accidentalmente la bata, para que un seno asomara tímidamente y hacerle el día a Luchito, le pique el ojo y con un “ups” lo siento me fui a la ducha. Cerre el baño pero no mis ganas. Me sonreí a mí misma pensando en lo alegre que quedo Lucho, con ese regalito…
Continuará
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