La evangelización ha sido siempre fruto de la oración.
Es una gran anomalía espiritual y apostólica el pensar que la evangelización es fruto del solo esfuerzo humano.
Hoy en la Iglesia hay sectores en los que abunda esta “herejía”: pensar que el sólo esfuerzo humano puede cambiar el corazón de los demás.
Jesucristo que es el modelo en todo: alterna las noches de oración, con una fuerte predicación durante el día.
San Juan de la Cruz dice que el fraile que no ha orado, que no salga de su celda ya que no hará ningún bien, y tal vez daño. San Ignacio de Loyola miraba como sospechosa la oración del jesuita que le apartaba del trabajo apostólico.
Amigos: por la oración a la comunión eclesial.
Por la oración al servicio de la alegría.
Por la oración al servicio con los más pobres.
Toda experiencia de Dios, en el silencio, lleva, siempre, a comunicar este Dios a los demás.