¿Vivimos el fin de la vida solidaria? Algunos afirman que en nuestros días se acentúa tanto la noción de individualidad, amplifica tanto la reducción del hombre al poder del YO, que acaba provocando una auténtica idolatría. El hombre hipermoderno es el “homo felix), el hombre feliz, que ha renunciado a toda versión de trascendencia i se considera verdaderamente la única razón del mundo. Es una auténtica locura que el individuo se constituya como una identidad cerrada sobre sí misma. Es un narcisismo.
Es totalmente diferente de la visión cristiana del hombre y del tiempo. En la fe cristianas, el hombre es por naturaleza, un ser relacional. El hombre está constitutivamente en relación con Dios, con la humanidad y con la creación. La imagen de Dios sobre la tierra es la fraternidad entre todos. Nos complementamos de manera recíproca. Según el Génesis los aliados de Dios son el hombre y la mujer juntos. El hombre está concebido para estar en comunión con los demás.
Como tampoco Dios es soledad Es comunión de tres Personas. Es el misterio cristiano de la Trinidad, y de su imagen han sido creados el hombre y la mujer.
Si Dios es relacional, también el hombre es relacional. Cada uno necesita del otro para ser perfecto. No es posible existir en soledad y llegar a la felicidad. La persona humana no es un individuo, una isla; es siempre un “nosotros”, de tal manera que el “yo” y el “otro” son radicalmente complementarios. No podemos decir como Sartre: “los otros son el infierno”. Sino: los otros son hermanos que he de amar y con los que tengo que convivir.
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