No tengo esas respuestas, pero tengo un sentimiento muy pocas veces conocido. El sentimiento de ser verdaderamente libre, sin ataduras o cadenas, sin preocupaciones, temores o pensamiento alguno, solo el mero disfrute del presente, su efímero paso y mi presencia en esta tierra de homínidos.
No creo tener algún secreto, técnica, mantra o solución cósmica para aquellos quienes, como yo, buscan sentir dentro de su ser la capacidad de elevarse y desplazarse por la infinidad de la vida y sus energías. Pienso que en gran medida es un encuentro íntimo y personal con nuestra propia vibración, la forma en que esta nos lleva por diferentes cauces, y como canalizarlo a nuestro favor. En mi caso, tengo la increíble fortuna de tener un amuleto que me permite conectar con estos elementos. Quiero entrar en detalle al respecto, ya que probablemente sea esta una de las pocas ocasiones en que he deseado exponer mi percepción al respecto.
El Amuleto
Debo admitir que sí, es cierto que hay un elemento que me asiste en la meta de alcanzar la libertad, es tan sencillo que a algunos les cuesta creer que pueda ser tan poderoso y es simple y llanamente:
El Rayo McQueen
Así es, en las calles de Santiago de Chile uso mi vehículo no solo para moverme en la ciudad sino también por la energía, la mía, la del ambiente, la de las personas a mi alrededor, del aire frío que golpea mi piel, la tensión en mis piernas de horas pedaleando, mi respiración rápida, el aliento caliente que exhalo en contraste con la fría atmósfera. Todo se une en una sola experiencia sublime de velocidad, esfuerzo y vistas de la ciudad que pulula, que despierta con tráfico y duerme despejada, una vía libre cósmica al descubrimiento y la exploración. Fue así que por vez primera sentí tan magnífico sentimiento libre.
Les cuento: Volvía yo a mi casa a las 6 AM, hacía frío, alrededor de 9º. Noche oscura aunque iluminada por la luna que brillaba entre nubes. Iba a buena velocidad por la Avenida Alameda, con frío pero animado por mi acelerada respiración que inflaba y desinflaba mi pecho al ritmo de mis piernas pedaleando, tapado, uso máscara, chaqueta y guantes para protegerme un poco
Fuente
Acelero mientras subo el volumen de un pequeño alto-parlante en mi bolso, del cual provienen las notas de una melodía Trance sumamente sutil pero contundente, me alzo en equilibrio y me levanto mientras dejo que mi bici corra en bajada, sumando velocidad y ahogando el silencio de las esquinas y callejones que dejo atrás para transformarme en esa corriente de aire fugaz que siempre he deseado ser. Solo yo existía en las calles de Santiago de Chile pero eso me hizo sentir trascendental, poderoso y humilde. Solo la noche era testigo de que alguien en su oscuridad había alcanzado tal nivel de paz interior, quizás no el único pero sí el más agradecido.
Agradecido de tener al Rayo McQueen, agradecido de los caminos y decisiones que me llevaron hasta allí, de personas y acciones que en su determinado momento reformaron el futuro, el pasado y el presente, en conexión total con la esencia cíclica (y ciclista) de la vida.
Duró segundos que parecieron años, horas, siglos, vidas enteras, transcurridas en esa epifanía atemporal, y tan repentinamente como inició, se detuvo. Era yo solamente César, lo que siempre había sido, de vuelta en mi confín corpóreo pero ahora un navegante del cosmos, pirata de la galaxia en búsqueda del tesoro intangible de la libertad permanente. Revolucionado en el descubrimiento de que el mismo camino es la meta, y de que la meta es hacer más camino, mas rutas, mas oportunidades de expansión mental. Y sí, llegué a mi casa como todas las mañanas, me miré en el espejo de siempre, viendo la misma cara conocida, pero en los ojos del espejo se asomaba otra cosa, algo nuevo, un saber mas allá de las labores acostumbradas de la existencia.
Había recién empezado mi búsqueda
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Me encantó el relato y lo viví contigo, hoy saldré a correr para sentir lo mismo porque no tengo bici :)
Muchas gracias doctor!! Verdaderamente feliz de haber compartido esta historia que tuve tanto tiempo por contar y no hallaba la manera! Jejeje lo animo a encontrar su vehículo sideral también
Hola Cesar, es verdaderamente mágico lo que siente al frente de la bici, comparto totalmente esa sensación de libertad, he practicado varios deportes: futbolito, basket, ballet, voleibol, pero lo que me ha dado mas satisfacción ha sido manejar bici, sobre todo en ese lugar maravilloso de Maracaibo, en la vereda del lago, sentir la brisa del lago con aire un poco salado del mar, la tranquilidad del sitio, y su hermoso paisaje. No tengo una bici propia, pero si quiero sentir la libertad, me voy a la vereda del lago. Excelente la experiencia.
Ah, y lo del Rayo Mc Queen, le queda fabuloso.
Ser libre, no hay mejor sensación, no tengo nada que agregar a tu relato más que agradecerte por compartir tus sentimientos de una manera tan clara. Saludos!