The Spider
The day was half over when Mark woke up. There was no hurry. There was nowhere to go either. He walked slowly, with quiet steps toward the kitchen. Passing through the living room he noticed that there was a spider hanging in its webs from the ceiling chandelier. As he walked, he saw that it was headed in his direction. Still sleepy, he realized that she was speeding up her slimy production that only arachnids know how to produce. More than that, he felt that she wanted to reach him. As if she had some news or secret to tell him. A still sleepwalking curiosity paralyzed Mark, in the curious intention to know what she wanted from him.
Unexpectedly, she spewed her viscous, line-shaped drool all over him. Mark felt her web stick to his dusky face. As he ran his hands over to clean the spider droppings, another sharp spit came his way.
That's when the spider approached with such bravado that to Mark's eyes it was the size of a skyscraper. He tried to pull it away from his face, but its huge legs completely embraced Mark's frail body. He began to struggle, but she threw him to the floor of the room and began to wrap him in her arachnid drooling strands. The hair on her legs and body resembled an eight-legged chimpanzee.
Feeling that there was nothing more he could do, as he was in the spider's lethal grip, Mark could only recall situations where he had witnessed other spiders attacking insects. These fleeting memories gave Mark a kind of relief and anesthesia, as his death was a matter of moments. In one of these memories, a blue butterfly came to his mind. In one of these memories, a blue butterfly landed on a cotton branch, totally distracted, unaware of the fact that a spider was positioning itself like a feline to attack and immobilize the poor attack and immobilize the poor blue butterfly. He watched the scene and saw how adept the spider was at rolling up its prey in an almost Egyptian way, imagining a process as old as the universe ancient as the universe, that gave spiders the ability to mummify their meal before ingesting it.
Mark could look around and saw no one, nor any camera filming that final scene of his life. He finally thought that if he had saved the poor blue butterfly he might now have someone to come to his rescue. But it was about time. A hot steam rose in his veins, and a more intense sleep than the one that had kept him in bed had kept him in bed half the day.
The spider seemed satisfied. In the room, only the sound of the television remained, and the speech of a politician being interviewed echoed that controlling debts controls the population.
La Araña
El día estaba a medio terminar cuando Mark se despertó. No había prisa. Tampoco había ningún sitio al que ir. Se dirigió lentamente, con pasos tranquilos hacia la cocina. Al pasar por el salón se dio cuenta de que había una araña colgando en sus telas de la araña del techo. Mientras caminaba vio que se dirigía en su dirección. Todavía somnoliento, notó que ella aceleraba su producción babosa que sólo los arácnidos saben producir. Más que eso, sintió que ella quería llegar a él. Como si tuviera alguna noticia o secreto que contarle. Una curiosidad aún sonámbula paralizó a Mark, en la curiosa intención de saber qué quería de él.
Inesperadamente, le lanzó su baba viscosa en forma de líneas. Mark sintió que su telaraña se pegaba a su cara oscura. Mientras se pasaba las manos para limpiar los excrementos de araña, le llegó otro escupitajo agudo.
Fue entonces cuando la araña se acercó con tal bravura que a los ojos de Mark era del tamaño de un rascacielos. Intentó apartarla de su cara, pero sus enormes patas abrazaron por completo el frágil cuerpo de Mark. Empezó a forcejear, pero ella lo tiró al suelo de la habitación y procedió a envolverlo en sus hilos de baba arácnida. El pelo de sus piernas y su cuerpo se asemejaba al de un chimpancé de ocho patas.
Sintiendo que no podía hacer nada más, pues estaba bajo la posesión letal de la araña, Mark sólo pudo recordar situaciones en las que había presenciado el ataque de otros arañas que atacan a los insectos. Estos recuerdos fugaces dieron a Mark una especie de alivio y anestesia, ya que su muerte fue cuestión de momentos. En uno de estos recuerdos, le vino a la mente una mariposa azul que se posó en una rama de algodón, totalmente distraída, sin prestar atención a que una araña se posicionaba como un felino para atacar e inmovilizar a la pobre mariposa azul. Observó la escena y vio cómo la araña era experta en enrollar a su presa de forma casi egipcia, imaginando un proceso como antigua como el universo, que dio a las arañas la capacidad de momificar su comida antes de ingerirla.
Mark pudo mirar a su alrededor y no vio a nadie, ni a ninguna cámara filmando aquella escena final de su vida. Finalmente pensó que si había salvado a la pobre mariposa azul, ahora podría tener a alguien que viniera a rescatarlo. Pero, ya era hora. Un vapor caliente corría por sus venas, y un sueño más intenso que el que había lo mantuvo en la cama la mitad del día.
La araña parecía satisfecha. En la sala sólo quedaba el sonido de la televisión y en el discurso de un político entrevistado resonaba que el control de las deudas controla a la población.