Debemos ocupar el lugar que nos corresponde en ese gran rompecabezas -la creación universal-, para no sufrir las consecuencias de quedar "fuera de órbita” con un sinfín de efectos. El curso de cada elemento ha de continuar en armonía; y aunque hacen miles de años, el mismo hombre quebrantó la ley establecida para él, “por un acto de desobediencia” , no obstante rectificar para no añadir otros males a nivel personal, queda como opción según el libre albedrío que se nos ha concedido.Los resultados de nuestro proceder sean buenos o malos no se dejan esperar (bendiciones o adversidades).
Las leyes que rigen en el universo no la podemos sobornar, no podemos manipularlas, no podemos hacerle una jugada y salir ilesos. Están establecidas y las sanciones llegan como efecto a quienes las violan.
Como individuos, en función a una ley, tenemos una conciencia, y prueba de ello es la perturbación que se siente cuando se procede de manera inadecuada. Debemos oírla antes de dar un paso en falso, con la excepción de cuando la referida conciencia está cauterizada, y de ser así, es de entender que hay un grado de patología donde las consecuencias repercuten gravemente.La humanidad y sus efectos son un vivo ejemplo de ello, una sociedad que se asemeja a un barco que se hunde cada vez más, porque no ha hecho un alto para extender la mirada hacia el horizonte, donde comienza a brillar una luz, y así, darle un viraje a sus vidas para proseguir y dejarse encausar apropiadamente mediante esa corriente que fluye de manera natural y armónica —la ley establecida por nuestro Creador —