En los inicios de un reinado poderoso, donde se levantaron hombres, que enseñorearon con poder, visión y sabiduría.
Existió uno, el cual abrió, un camino de posibilidades a todos sus predecesores llamado Saúl.
Yo Saúl hijo de Cisa de la tribu de Benjamín, estando trabajando en la yunta de mi padre, cumpliendo las rutinas diarias de trabajo, decidí ir junto con mi criado, a censar los bueyes de mi padre. Era una tarea simple y rutinaria, con lo que sin mediar palabras, comencé como lo es por costumbre, con aquel de manchas azuladas no comunes que llama siempre mi atención y el cual ha causado en mí, una especie de afecto especial, ya que no hay forma alguna, que pase desapercibido ante los habitantes y vecinos de alrededor.
Comenzamos el trabajo muy temprano, cumpliendo satisfactoriamente el censo de todos los bueyes, y si, fue realmente agotador, llevarlos todos al corral, para así contar uno a uno, y luego trasladarlos a pastar, en especial con roble verde, un buey que es el macho alfa del corral, y quien debido a su alta vitalidad, gran tamaño y superioridad a los demás, intenta dominar incluso a sus pastores. Pero yo sabía que no era fácil, ya que no era la primera vez, por lo que ya sabía que debía traer pasto de las praderas del valle de Emón, el cual le encanta y que con solo su olor, permite dominar a
roble verde como a un bebe, llevándolo luego a pastar junto con el resto de la manada.
Pero aun no era todo, ya que también debía censar las ovejas, trabajo que nos llevó el doble de tiempo de los bueyes debido a la cantidad que poseíamos, tomándonos un lapso de 6 horas aproximadamente.
Una vez, termínanos con las ovejas, Dirijo mi mirada fijamente hacia mi criado Arturo con profundo cansancio, anhelando desistir de la jornada para seguir al siguiente día con las asnas.
Él, asombrosamente solo sonreía mirándome con tono de burla, diciéndome:
“¡Señor mío!, no desista ahora, cuando aún tenemos 3 horas de luz de día, las Asnas son muy pocas y su padre me pido excautivamente que no dejáramos trabajo para mañana ya que sabe perfectamente que usted no lo iba hacer, ¡Por favor Señor mío! Terminemos ahora esta tarea”
Debo admitir, que el escuchar estas palabras más que darme ánimo, me llenaron de ira.
¡Cómo es posible! que mi padre, confié más en un criado, que en mí, su hijo unigénito
Obviamente como era de esperar, la ira fluía dentro mis venas hasta mis pensamientos, motivo por el cual decidí terminar el trabajo al día siguiente, para que mi padre entendiera que ni mi criado Arturo, ni ningún otro servidor inferior a mí, el heredero de la Viña, podría dominar sobre mis decisiones, así que no lo pensé más y en un segundo comente con un tono de voz autoritaria.
¡Tú solo obedece y vete a tu cabaña! mañana seguiremos con las asnas.
¿Cómo es posible señor mío? Responde Arturo mi criado, Usted muy bien conoce, que las asnas las llevamos al corral desierto, allí no hay ningún tipo de pasto, y con lo tercas que son, de seguro huirán en busca de alimento, ¡Señor mío !obedezca a su padre por favor y terminemos la tarea.
¡HE DICHO QUE NO Y TU OBEDÉCEME A MI!, con tono arrogante le exclame.
Mas él, sin duda alguna, es muy persistente y no puedo negar que también muy leal a mi Padre y a la viña. Pidiéndome que por lo menos pudiéramos pasarlas a pastar junto con el resto del rebaño. Idea que realmente sentí necesario, pero si doblegaba allí, de seguro no me iba a respetar el resto de mis días. Por lo que de ninguna manera consentí y le obligue a irse a su cabaña.
¡Llego el momento!
Es hora de terminar el trabajo, así que me levante muy temprano, Esta vez sí podre ir un paso delante de Arturo y tendré la oportunidad de dominar mi autoridad sobre él, por llegar tarde a sus labores.
Muy entusiasmado, Salí de mi cabaña fijando rumbo hacia el corral desierto.
¡NO PUEDE SER! Mi padre y Arturo ya estaban juntos en el corral.
¿Qué sucede? pregunto a mi criado Arturo… Un silencio aterrador penetraba mis oídos, solo podía escuchar el susurrar del viento y ver a mi criado Arturo, quien solo asintió con un gesto de tristeza y decepción, pero a la vez intentando consolarme con una mirada tierna y de ánimo.
¿Qué Sucede? Le pregunte a mi padre.
¡No puedo Creerlo Arturo! Una sola tarea te encomendé y no has podido hacerla bien. Con tono muy molesto y fuerte Expreso mi padre, Y Tu Saúl, ve inmediatamente a buscar las asnas, Arturo acompáñalo.
E inmediatamente salimos rumbo a las diferentes tribus en busca de las asnas de mi padre. Más sin tener respuesta favorable de alguna de ellas, ¡No puede ser! ¿Cómo Se pudieron extraviar las asnas de mi padre?
Arturo solo sonrió, fijando su mirada en mí y dijo:
“Mi señor no desmaye, Si las encontraremos”
Pero ya llevamos varios días en busca de ellas, quizás ya mi padre no esté preocupado por las asnas y quiera que regresemos.
No hay más nada que hacer Arturo, prepara todo que regresaremos a la viña.
“Señor mío yo estoy de acuerdo con usted, pero en esta ciudad se encuentra un profeta que puede revelarnos donde están las asnas, lleguemos hasta él y de seguro algo bueno sucederá, aquí llevo conmigo un siclo de plata el cual podemos obsequiarle al profeta, como recompensa por revelarnos la ubicación de las asnas”
No me pareció mala idea y de una vez fuimos en busca del profeta, más para nuestra sorpresa, el profeta fue en busca de nosotros, y al encontrarnos, fijo su mirada en mí, como analizando mi corazón hasta el rincón más escondido y remoto de mi alma.
No entendía por qué su aptitud, tan extraña, solo me llevo a lo más alto de la ciudad, sacando un cuerno de aceite, el cual vacío sobre mi cabeza, anunciando a todo el pueblo presente.
AQUÍ TIENEN A SU REY
¿COMO?
¿YO REY?
¡NO ES POSIBLE!
Y así comenzó mi travesía en el reino. Los primeros años fueron extremadamente buenos, llenos de muchas batallas contra los pueblos enemigos. El reinado me rodeo de gente importante, generales y la gente más poderosa y pudiente de todo el Reino.
Todos me pagaban tributos. Y querían estar a mi lado.
Libré grandes batallas, junto a mi hijo Jonathan, y todas con grandes victorias. Mi arrogancia llego a niveles extremos, y mi orgullo sin límites se expandía por todo el palacio. Todo el reino me pertenecía y quien intentara revelarse o e ir en mi contra, sufriría las grandes consecuencias de su desobediencia y traición.
Más llego el día. !Si! definitivamente, ya entendí que todo lo que sube tiene que caer.
El reino cayo frente a mis peores enemigos, todos mis generales huyeron mi hijo murió frente al ejercito tan numeroso que nos ha asediado, quede solo, frente a un escudero que nunca me abandono, y del cual nunca más hable en mis asombrosas hazañas ni biografía. Peligros numerosos, batallas sangrientas y numerosas victorias llenas de elogios al Gran rey de las doce tribus. SAUL.
Miles de pobladores, campesinos y comerciantes han anhelado, estar todos los días junto a su gran rey, el cual admiraban, y elogiaban sin ninguna reserva antes las mayores multitudes e importantes vías y plazas del reino.
Pero hoy no, hoy en mi caída solo estas tú. Mi ya no esclavo ni criado. Sino amigo y compañero de batallas Arturo. Vivimos juntos nuestras travesías la cual inicio con las asnas. Hoy terminamos nuestra amistad y vidas,
Con una espada, un Rey y un Fiel escudero.
Quienes están a nuestro lado día a día, sin duda alguna son quienes realmente valoran nuestra amistad, y compañía y en momentos de adversidad y dificulta es donde realmente aprendemos quienes están dispuestos a llegar hasta el final.
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