En la pared de esta habitación se encuentran varios hoyos y especialmente uno destaca porque a través de él hay un delicado brazo que me hace señas de invitación.
Estando más cerca pregunto a viva voz cual es el motivo de todo esto y nada más hablar el brazo desaparece, miro a través de él y solo observo oscuridad.
Desde otro hoyo paralelo una nueva mano incita a acercarme.
Empieza a tocar mis zonas bajas y desliza con experiencia el cinturón de mi pantalón.
La situación me prende y se erecta mi miembro mientras la mano me empieza a pajear.
Es hábil y parece disfrutar tanto como yo lo que hace. El escenario se pone más excitante cuando aumenta el ritmo de la movida.
Estoy que me vengo pero la mano decide detenerse y acerca aún más mi pene al agujero.
Permanezco contra la pared mientras mi miembro continua en el otro cuarto y de un momento a otro siento el calor del interior de una vagina.
Eyaculo en sus profundidades, he intento salir, pero el brazo impide que retorne a mi habitación.
Y empieza a masturbarme nuevamente.
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