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El entusiasmo es la energía que nos conduce hacia la felicidad; Es la pasión que realmente nos motiva. Vivir plenamente esta poderosa energía implica mantener una actitud optimista y una apertura hacia todo lo que se nos presenta.
En nuestra vida cotidiana, seguimos poniéndonos cómodos, adaptándonos a nuestra rutina, creando monotonía. Esto nos lleva a imponernos motivaciones cómodas y no a aquellas que nos brindan la energía más poderosa y las recompensas que de otra manera nos ponen en buenos términos con nuestras vidas.
Cuando somos niños, tenemos esa habilidad natural de valorar lo que amamos, así como la capacidad de protegernos de lo que tememos. Exploramos, nos asombramos a nosotros mismos y nos emocionamos naturalmente con cosas simples. A medida que envejecemos, comenzamos a perder esa habilidad, aunque afortunadamente, ¡no todo está perdido!
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Vivir con entusiasmo no es algo que viene naturalmente o que está determinado genéticamente; por el contrario, es una actitud y como tal, implica aprendizaje. Los modelos de comportamiento que hemos tenido durante la infancia tienen una gran influencia, un peso significativo en relación con la forma en que vemos el mundo.
Alguna vez has visto cómo tus padres se relacionan con el mundo? Es posible que hayas logrado romper con la forma en que se posicionan en la realidad, pero es inevitable que esto te haya influenciado. Cuando nos convertimos en adultos, nos damos cuenta de las decisiones que tomamos para enfrentar las cosas de una manera u otra.
Vivir con entusiasmo significa elegir explorar, tener esperanza, abrirnos a las emociones ya la capacidad de experimentar. ¿Te consideras una persona entusiasta? Si es así, seguramente ves todo lo que te rodea de una manera especial; observa los detalles y se detiene para experimentar y disfrutar las pequeñas cosas que la vida le brinda.
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La actitud de entusiasmo nos permite romper con las quejas, la negatividad y el escepticismo. Al posicionarnos dentro de una visión más esperanzadora, vemos un mundo lleno de posibilidades, con mayor perspectiva. Inevitablemente creemos que somos capaces de lograr cualquier cosa que nos propongamos.
Creer en nosotros mismos nos hace emplear los recursos necesarios para enfrentar cualquier adversidad. La motivación proviene de estas creencias, de las expectativas que tenemos sobre lo que somos capaces de lograr a través de nuestro propio esfuerzo. También significa posicionarnos en la realidad, poner los pies en el suelo para contemplar diferentes puntos de vista y valorar la situación de acuerdo con el recurso que tenemos disponible.
El entusiasmo es una forma de ver la vida , una actitud que nos ayuda a motivarnos y enfrentar las situaciones que se nos presentan. Podemos aprender a ser entusiastas, aunque también es algo que puede estar profundamente arraigado en nuestra personalidad.
Al tomar cada experiencia y lección como algo que nos ayuda a crecer y desarrollarnos, podemos desarrollar una actitud de entusiasmo hacia todo lo que nos rodea. Una versión más positiva sobre la adversidad y las dificultades para que podamos formar relaciones basadas en la motivación.
El entusiasmo también tiene mucho que ver con nuestra capacidad de amar, ya que implica profundizar en la belleza que se encuentra dentro de todo lo que nos sucede. Los grandes logros que ha logrado la humanidad fueron todos gracias al entusiasmo, a la fuerza y el deseo que nos empujan a descubrir y dejarnos sorprender.
entusiasmo en griego significa Dios en nosotros...
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