Sentirlo entre mis brazos, con su pecho junto al mío o escuchar los latidos de su corazón al dormirme con el rostro sobre su torso, fue una epifanía que no planeaba abandonar como el resto de las veces. Fui una cobarde años atrás, cuando las cosas comenzaron a tornarse difíciles, pero la vida misma me enseñó que nada cae del cielo además de la lluvia, y que si algo quería con toda mi alma, debía luchar para tenerla.
Estar de nuevo con mi vaquero, me indicó que lo nuestro no había muerto; estábamos en estasis, pero ese encuentro le inyectó gasolina a esa máquina vieja. Al Ezra dar ese paso tan grande, me gritó que no había dejado de amarme tanto o más de lo que yo lo amaba. Y no era correcto abandonar ese sentimiento por temor a algo que se podía resolver y que sabía que él arreglaría en cuanto regresara a su casa.
Ni Nicholas Eastwood ni Ezra Wilde, habían podido sacarse ese amor del cuerpo. Dos hombres distintos que compartían un mismo corazón, nunca se desprendieron de ese sentir que nos hace la vida más aceptable. El mundo siempre fue una especie de infierno eterno, y el amor siempre el principal motivo para seguir viviendo; en nuestro caso, para que la vida no nos pesara tanto y pudiéramos salir del pozo profundo.
Así que allí estaba, con mi mano sobre su corazón, en un suave sube y baja de su pecho. Él estaba dormido, con una mano sobre su cuerpo y la otra a un lado de la cama. La mitad de su cuerpo estaba cubierta por una sábana de líneas azules, y su rostro se encontraba un tanto ladeado hacia mí. Podía escuchar su respiración si acercaba mi rostro al suyo y entre sus dedos sentía el calor que emanaba su cuerpo.
Mi mano ascendió hasta su rostro y delineó sus sonrosadas mejillas. La escasa barba salpicaba su mentón y raspaba la yema de mis dedos al transitar sobre ella. De pronto imaginé cómo sería despertar así cada día de mi vida, hasta que alguno de los muriera de vejez y el recuerdo de ese amor siguiera manteniendo al otro con vida por un tiempo más, o morir juntos, como esas viejas historias de amor que nunca pasaron de moda.
La simple idea de quedarme con él hasta que la muerte nos separara, era algo inconcebible para dos almas como las nuestras. Siempre estuvimos destinados a encontrarnos, pero no a permanecer juntos. Fuimos estrellas fugaces que llegaron al punto final de su vida y crearon otras nuevas. Y aunque nos dolía en el alma pensar en lo que pudimos ser si nos hubiésemos arriesgado, la vida siempre tenía que continuar.
Ezra se removió un poco en la cama y muy lentamente abrió sus ojos. Pestañeó un par de veces y dibujó una hermosa sonrisa en sus labios. Carraspeó su garganta y retiró el cabello que caía sobre mis ojos, antes de elevarse unos centímetros de la cama, apretar mi muslo con su mano derecha y rozar mis labios con los suyos. Fue un toque sutil, diferente a esa pasión desesperada que nos enloqueció la noche anterior.
—Buenos días, preciosa —saludó al rozar mi nariz con la suya.
—Hola, vaquero.
—¿Qué tal dormiste?
—Recuérdame —susurré con picardía—. ¿Dormimos?
Él insertó su mano bajo el cabello que rozaba mis hombros y me sujetó del cuello. Su lengua rozó la mía y mi mano ascendió por sus costillas. Los músculos de su cuerpo seguía firmes y la textura de su piel era la misma de antes, excepto un poco más clara que la anterior. Quería sentirlo de nuevo, allí, junto a mí, cuando sus labios abandonaron mi boca, crearon un sendero por mi cuello y descendieron entre mis senos.
Cerré mis ojos y dejé que la sensación se apoderara de mi cuerpo. Ezra quitó la sábana que nos dividía y sujetó de forma violenta mi muslo con una de sus manos; me dejaría las marcas de su agarre en la piel. Sentí su barba rozar mi pecho, el calor de su aliento en mi piel y la forma en la que apretaba mi cuerpo con sus manos. Me elevó un poco y lanzó de presto sobre la cama, para colocarse entre mis piernas y marcar territorio con sus labios. De mis labios brotaron leves gemidos al besarme de esa forma.
Elevé mi pierna y empujé su cuerpo arriba. Lo necesitaba más que respirar; mi corazón lo sabía, pero mi mente aún no lo entendía. Solo nos dejamos llevar sin detenernos a pensar, cuando entre roces, sudor y besos, nos dijimos todas esas palabras contenidas. Fui suya una vez más, esa mañana, siendo nuestro delicioso desayuno y la bienvenida a un día cargado de fuertes sentimientos no antes expresados.
Me tumbé sobre él y rocé su cuello con mi nariz. Él abrió mis piernas a ambos lados de su cuerpo y masajeó mi trasero. No me cansaría de eso por más que lo creáramos, aun cuando mi mente no dejaba de taladrar que lo que hacíamos estaba mal. Lo que hice en cierto, cuando me cansé de escuchar esa vocecita, fue apagar el radio mental y enfocarme en él, en lo que sentía y de lo que ya no podía escapar.
Despegué mi nariz de su piel y acaricié el cabello que rozaba su oreja. Sus ojos estaban sobre mí, sus labios entreabiertos y su corazón bajo el mío. Podía regresar en el tiempo y sentirme de veintiséis una vez más. Entre nosotros el tiempo no pasaba factura igual que el resto; a nosotros el tiempo nos jugaba sucio, pero también nos dejaba ganar.
—Te amo —afirmé sin una gota de mentira—. Te amo cada día más. Y no sé qué signifique esto, pero no quiero que termine en cuatro días.
Ezra bajó la mirada a mi pecho y la elevó en segundos. Podía entender que no sintiera lo mismo o refutara mis palabras, pero en su lugar articuló una frase que elevó mis bajas esperanzas y me indicó que nada entre nosotros había terminado.
—Te quiero en mi vida, Andrea, y ya no pienso dejarte ir. —Tragó saliva y miró mis ojos con una firmeza indescriptible—. Te amo demasiado, al punto de sentir dolor por ti, y no puedo seguir amándote en silencio… no puedo más con esto que siento. Por favor, quédate conmigo esta vez, no me abandones como doce años atrás. Por favor.
Era una súplica que no sabía cómo responder ni qué decir al respecto. Lo amaba en demasía como para desear su felicidad, pero mi intención nunca fue meterme en su matrimonio. Tampoco esperaba que él me suplicara no dejarlo solo o abandonarlo como la última vez, pero dejamos de lado el tema de su esposa. Ella lo estaba esperando en casa, con una sonrisa, mientras él se acostaba con su ex novia. No era justo lo que hacíamos, cuando otra persona estaba en medio de ambos y le causaríamos dolor.
—No es sencillo —murmuré al rozar su barba con mis dedos.
—¿Cuándo algo entre nosotros ha sido sencillo?
Bajé de su cuerpo y me senté encogida. Él se irguió y recostó la espalda a la cama. Miré mis manos, justo cuando las abarcaba con una de las suyas y elevó mi rostro con un dedo bajo el mentón. En sus ojos verdes estaba la decisión final que Ezra había tomado con relación a lo nuestro, pero yo seguía confundida sobre si estaba bien o no darle rienda suelta a mis sentimientos una vez más, con el temor de ser herida otra vez.
—No pienso perderte —aseguró con el ceño fruncido—. Ya no.
—Tampoco quiero perderte —pronuncié—, pero esto me esta matando.
Observé la manzana de Adán moverse en su cuello, justo antes de desplomarme a su lado y recostar la cabeza en su hombro. No nos importó estar desnudos; fuimos nosotros mismos algunos minutos. Ezra besó mi frente y buscó mi boca para estremecerla con la suya una vez más. Sus besos me hacían olvidar todo lo malo en tan solo segundos, y estremecían mis entrañas al punto de desearlo solo con el penetrante beso en mi boca.
Toqué su pecho y me separé de su cuerpo. Sabía que él seguía excitado por mí, pero mi estómago gruñía de hambre y creí escuchar que el suyo también. Él se abalanzó de nuevo sobre mis labios y me hizo olvidar el hambre, pero un fuerte sonido de mi estómago, lo hizo reír en mi boca. Moví mis hombros por la risa y atrapé sus labios entre los míos. No quería dejarlo ir; me había incendiado y debía apagarme.
Ezra despegó nuestras bocas y recorrió mi cuello con su barba.
—Vamos a alimentarte —emitió en mi oído.
—¿Ahora? —protesté—. ¿No puede ser después?
Descendí su mano por mi vientre hasta posarse sobre mi necesidad. Ezra sonrió y movió solo el dedo del centro sobre mi carne. Me besó de nuevo y tiré de su labio, antes de separarse y lamer mi piel hasta la cima del oído. No quería que su toque parara o me dejara en estasis, pero él quería que lo deseara tanto como él me deseó a mí.
—Solo se desayuna una vez; el postre se puede comer todo el día.
Me dio una leve palmada y ocasionó que un gemido brotara de mis labios. Ezra me excitaba demasiado y siempre sentía ansiedad de tenerlo en mi cama; siempre fue así, desde que lo conocí. No entendía cómo la pasión no se agotaba entre nosotros, pero agradecía que nos mantuviéramos encendidos todo el tiempo. Para hacerle sentir lo mismo que yo, atrapé su miembro entre mi mano y masajeé suavemente.
Escuché como su respiración se tornó pesada, una de sus manos apretó la sábana de la cama y sus ojos se encontraban cerrados. Aumenté un poco la presión y aceleré la fricción, pero no le permití sentirse en el cielo, tal como él pensaba que haría. Lamí su cuello de forma seductora, tiré su labio con mis dientes y susurré en su oído.
—Me convenciste.
Solté su miembro y me alejé de la cama. Le di la espalda y caminé hasta la parte baja de la cama, donde me detuve con un brazo sobre el otro. Ezra estaba excitado, con los ojos muy abiertos y los labios separados. Señaló su excitación con el dedo índice y mostró su rostro de confusión ante la repentina separación de mis manos.
—¿Y así me dejas? —inquirió.
—Así me dejaste a mí —repliqué con una sonrisa—. Voy a bañarme… sola.
Di media vuelta y continué mi camino hasta el baño. Crucé el pasillo y entré de inmediato a la ducha. Todas mis cosas seguían allí desde la noche anterior, por lo que fue sencillo retornar lo que haría en un inicio. Lavé mi cabello y agregué algo de acondicionador, cepillé mis dientes y me coloqué ropa interior. Salí a la maleta y busqué algo que colocarme, cuando noté una llamada perdida de Samantha.
Envolví mi cabello con una toalla y me senté en la cama. Pulsé el botón de remarcar el mismo número y activé el altavoz. Mientras repicaba, busqué el frasco de crema y unté una recatada porción en mis piernas y muslos. Cuando la llamada falló, reintenté de nuevo. Frotaba crema en mis brazos, cuando escuché la voz de Sam al otro lado.
—Hola, mamá —saludó con su vocecita—. ¿Qué tal todo?
—Hola, cariño —respondí—. Todo bien. ¿Tú cómo estás?
—Conduzco a la academia. Por primera vez voy tarde. —Apagó o enmudeció la música en la radio, mientras hablaba conmigo—. Esta tarde saldré con Keith y luego volveré a ensayar. ¿Cómo te ha ido desde que llegaste? ¿Cómo esta Nicholas?
—Esta bien. Todo esta bien.
Samantha permaneció algunos segundos en silencio, antes de vociferar.
—¡Ya te acostaste con él!
—¡Samantha! —repliqué en tono de regaño—. ¿Qué son esas cosas?
—Cuanto tú no dices detalles, es porque algo sucede. —Qué podía decir. Mi hija me conocía más que yo misma, y eso me impedía mentirle tal como quería; además, tampoco buscaba contarle detalles innecesarios a mi niña sobre lo que hacía o no con un hombre casado—. Sé valiente y acéptalo, mamá, no puedes engañar a tu hija.
De la sorpresa solté la crema que tenía en mis manos y cayó sobre la sábana. No podía decirle que había hecho el amor más de cinco veces entre la noche y la mañana, y aún menos que no me arrepentía de ello. Fui medio inocente cuando él entró en el baño y comenzó a besarme, pero la excitación que sentía después fue bajo mi propia responsabilidad. Y no, eso no podía salir de mi cabeza, y menos a la de mi hija.
—Yo… —tartamudeé una respuesta—. No es lo que piensas.
—Vamos a creerte, mamá, para que no te sientas mal. —Fue una chica mala cuando soltó eso, pero lo que comentó después no fue gracioso—. De hecho, me alegra que llamaras. Sé que te dije que me iría a Francia… pero ya no estoy segura. Y antes de que salgas con tu sermón, solo es un momento de debilidad por el que estoy pasando. Quiero hacerlo, mamá, quiero irme, pero no deseo romperle el corazón a Keith.
Samantha tenía un debate interno del que no podía sacarla. Solo ella sabía lo que sentía por ese muchacho y hasta qué punto doblaría su propio destino para quedarse con él. Mi problema maternal era que no veía un futuro para ellos, aun cuando nunca se lo dije en voz alta. Keith era un chico de un mundo totalmente diferente al de Sam, y tenía sus propias metas personales. Ellos no estaban destinados a quedarse juntos, y lo sabía.
—Sabes lo que pienso sobre eso, Samantha. Pero tú misma lo dijiste: es tu decisión.
—Estoy muy asustada.
—Estaré contigo, cariño, así que no temas. —Respiré profundo y froté la crema en mis manos. Había algo que no le comenté, pero era tiempo de decirle—. Cuando regrese, vamos a hablarlo de nuevo y reservaremos los vuelos. Te voy acompañar, así me digan la mamá sobreprotectora. Claro, si a ti no te molesta que te acompañe.
—Estaría honrada —respondió de inmediato, sin siquiera pensarlo—. Ya tengo que irme, mamá, estoy llegando a la academia. Te quiero mucho, no lo olvides. Y, por favor, dile a Nicholas que te haga disfrutar todo lo que te perdiste estos doce años.
—¡Jesucristo, Samantha! —reprendí de nuevo esa imaginación que no dejaba de sorprenderme—. También te amo, cariño. Cuídate mucho. Te llamaré mañana.
Capítulo 40 | Alma sacrificada [Parte 1]
Sabía que debía arrepentirme de lo que habíamos hecho, pero era imposible arrancarme la sonrisa del rostro. Estar de nuevo con el amor de mi vida, era algo que nunca podría sacar de mi cabeza. Y sí, entendía las consecuencias de nuestros actos; era evidente que no éramos los mismos de doce años atrás, o los jóvenes que se acostaron la primera noche que se conocieron, pero eso no le restaba pasión al momento.
Después de un largo respiro, de asimilación y de interiorización puedo decir que:
¡AIME ME SORPRENDISTE! Jajajajajja nunca había sentido tanta pena de la bonita leyendo una escena sexual, normalmente nada me hace sentir ternura mezclado con emoción, amor y excitación. Con decirte que hasta me sonrojé con la parte del masajeo de nalgas, en ese momento me quedé sorprendida y tuve que leerlo de nuevo, quedé con una sonrisa de tonta y las mejillas calientes. Fue una escena no vulgar, sino sexy, sensual y atrapante. Me encantó, me dejaste sin palabras para algo tan espectacular.
¡Dioooos mío! Ya era hora de que ese par se desinhibieran, se siente tan magnífico leerlos sin sufrir :3 no tienen nada que envidiarle al otro par de hipócritas, esto si es sexo del bueno. Más de cinco veces mujer, eso si es gozar parejo Jajajajajja dichosa Andrea, ya quisiera ser ella.
Y Sam que ni se le ocurra dejar su sueño por algo que no tiene base sólida aun con Keith, entiendo que se amen, pero es que si ella no se va yo misma la agarro por los pelos y la subo a ese avión. Que no sea pendeja, primero sus sueños. De amor, besitos y palabrería no se viva hija.
Como cuando me dejas con ganas de más y ansiando que llegue el día de mañana.
P.S. Sí, lo leí hace rato pero tenía que asimilar todo, leerlo como tres veces más, disfrutarlo y amarlo antes de comentarte. Uno de mis capítulos favoritos sin dudas, junto con el anterior.
No me gusta lo que dice con respecto a la relación de Sam y keith 😢 si pudiera decidir entre ambas relaciones, prefiero que queden juntos ellos dos a que Ezra y Andrea, es mi opinión.. sé que muero de dolor solo de pensarlos separados, han pasado por tanto que siempre he deseado el final feliz. Pero Sam es tan joven y es un amor tan bello el que tienen. Ayyy no se, es muy triste todo esto. Me encantó este capítulo estuvo muy subido de tono 😈🔥🔥🔥🔥
Que bello!!!!! Son dinamita juntos... si Nicholas tenés otra oportunidad no la desperdicies por dios. Tienen que luchar por su amor!!! Me encanta Sam!!!😍😍😍
No quiero ser aguafiestas pero mucho me temo q Skyler le endilgará su hijo a Ezra y el plan d divorciarse, si eso tenía en mente, se verá truncado más aún q Andrea no aceptaría empezar una nueva vida sobre la infelicidad de otra persona... La vida la ha cambiado.
Andrea pensando en "el dolor que le causarán a Skyler" y la otra bien contenta con el plan que tiene para manipular a Ezra y Steven.
Bueno, en fin. Aquí la felicidad aún sigue, pero esto sólo me anuncia la tremenda tormenta que se nos viene.
A preparar pañuelos y calmantes 😢
Fue un capitulo hot lo ame pero algo me inquieta no quiero mencionarlo solo espero que todo salga bien para Andrea y Nicholas 💕💋
Hasta que por fin le dieron rienda suelta a su amor ya era justo y necesario que disfrutarán un poquito ojalá terminen juntos y espero Aime que Ezra hable al regresar con la hermana de Skyler primero para que no le endilgue a su chamaco xq ya no es justo que la zorra esa lo engañe nuevamente.
¡@aimeyajure! Muy bueno el contenido, sigue asi!
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Se va de puñete con 50 sombras, es decir esta que compite a ese nivel muy buena historia y creo que es extasis no estasis je je je por lo demás muy Chevere.
Que emocion Aime...
Por fin pudieron estar juntos cm antes, lastima q los persiguen esos locos y la perra de skiler.
Amo a Sam jajajaja
Hermoso medio capitulo adoro ver que son felices que mas puedo decir por mi que Ezra se quede siempre con Andrea la felicidad para ellos es merecida y mas cuando a pesar de los años no han dejado de amarse y se siente igual como el primer día. Sam por supuesto debe tener sus dudas con respecto a abandonar a Keith pero estoy segura que sabrá que su destino es realizar sus sueños. adoro cuando me haces sentir tan feliz así sea un breve instante.