Como se ha transmitido en diferentes medios, la actividad física posee innumerables beneficios, pero, esta práctica puede acarrear ciertos riesgos, que son de vital importancia, no para desmotivar su practica, sino, para fomentar una practica correcta y libre de daños.
Es importante conocer las características del deporte o actividad física que se practica, además de factores como la edad, antecedentes familiares, niveles de colesterol, obesidad, y otras condiciones de salud.
Se entiende la intensidad como el grado de esfuerzo desarrollado al realizar un ejercicio en cada repetición. Sea en fuerza, la cantidad de peso desplazado, o en carrera, el tiempo en que lo realiza.
El ejercicio de alta intensidad puede desencadenar un síndrome coronario agudo, siendo el riesgo mayor en la población adulta. No parece haber una relación directa entre el ejercicio de alta intensidad y la muerte súbita en jóvenes deportistas sano, pero si existe un trastorno en el músculo cardíaco, puede existir un riesgo. Esto es debido a un aumento sustancial de las pulsaciones, que repercute directamente en la presión arterial y esfuerzo realizado por el músculo cardíaco. Ciertas patologías “invisibles” durante esfuerzos ligeros y medios pueden acontecer si se dan estas circunstancias, acarreando graves consecuencias aunque el riesgo sigue siendo bajo.
La frecuencia con la que se practica ejercicio de alta intensidad también es un factor importante a tener en cuenta, como muestra el estudio de (Albert et al., 2000), teniendo prácticamente 4 veces más riesgo de sufrir una muerte súbita aquellos que practican este tipo de ejercicios menos de una vez por semana, comparándolo con aquellos que realizan ejercicios de alta intensidad entre 1 y 4 veces por semana. Para aquellos que realizan este tipo de actividad 5 o más veces por semana el riesgo todavía es más reducido, como se puede observar en la siguiente imagen.
No hay que malinterpretar estos datos, y caer en el error de que es mejor realizar más veces ejercicio de alta intensidad. Lo que quiere decir, es que al no estar habituado a realizar ejercicios de alta intensidad y esporádicamente, realizarlo, aumenta el riesgo, teniendo en cuenta que para alcanzar un alta intensidad, como aumentar la frecuencia de sesiones, debe realizarse de forma paulatina y controlada.
La mejor manera para prevenir cualquier incidente de este tipo durante la práctica deportiva es realizar una prueba de esfuerzo con electrocardiograma en un centro médico. Mediante esta prueba se pueden detectar posibles anomalías en el funcionamiento del corazón (no todas) que nos indicarán si somos aptos para realizar ejercicio o qué intensidad no debemos superar. Una vez hecha la prueba, podemos tener el funcionamiento de nuestro corazón bajo control con el uso de un pulsómetro. Otro de los indicadores de los que disponemos es el descenso de pulsaciones una vez terminado el ejercicio de alta intensidad. Un descenso menor de 22 pulsaciones después de dos minutos de descanso es indicativo de un funcionamiento anormal del corazón y debe ponernos en alerta (Cole, Blackstone, Pashkow, Snader, & Lauer, 1999; Myers, Tan, Abella, Aleti, & Froelicher, 2007).
Ante la pregunta de si el ejercicio de alta intensidad es perjudicial la respuesta es: rotundamente no. El ejercicio de alta intensidad tiene innumerables beneficios, incluso para el corazón, sin embargo, no es apto para todos los públicos. Se debe hacer de manera controlada y conociendo nuestros límites, como se ha mencionado anteriormente.
En cuanto a volumen, nos referimos a éste como la cantidad total de trabajo realizado, ya sea en una sesión o en una semana. Normalmente en el entrenamiento de fuerza se suele prescribir como repeticiones por número de series, ya sea por sesión, por grupo muscular o por ejercicio.
El volumen también es un factor a tener en cuenta. Dejando a un lado las lesiones, que como cabe esperar, ante una mayor exposición, más riesgo de sufrir alguna, nos centraremos en su relación con los fallecimientos y salud a largo plazo. Atendiendo al estudio de (Kim et al., 2012), los casos de paro cardíaco se dan con más frecuencia en maratones que en medios maratones, con una incidencia de 0,54 por 100000 participantes, siendo el perfil típico hombre de mediana edad. Dentro del conjunto de los no supervivientes parece ser determinante el hecho de padecer miocardiopatía hipertrófica.
Además del volumen especifico de la prueba, el volumen total semanal también tiene relación directa con este tipo de sucesos (como en muchos otros casos, más no siempre es mejor). Ciertamente un volumen por debajo de 500 kcal semanales aumenta considerablemente el riesgo de fallecer, respecto a un volumen de actividad física entre 2500 y 3499 kcal semanales. Sin embargo, un volumen superior a 3499 kcal semanales incrementa ligeramente el riesgo respecto a la franja anterior, como podréis observar en la Tabla III extraída del estudio realizado con alumnos de la universidad de Harvard.
Es recomendable realizarse una prueba de esfuerzo cardíaco, y más sin en la familia se ha presentado casos de problemas cardíacos, si se desea realizar ejercicios de alta intensidad
Un monitor de frecuencia cardíaca, además de otros beneficios que trae, sirve para alertar de riesgos.
-Se recomienda un volumen moderado-alto, antes que un excesivamente alto y uno casi que nulo.
-Es muy importante planificar, y más si se aspira a metas muy altas. Que todo sea gradual y acomodándose a nuestro cuerpo.
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