LA LÍNEA MOZARTIANA.
Ondas de un suave mar:
la sinfonía de Mozart.
La luz celeste, la melodía y claridad.
Definen esas notas su genio musical.
Juego insuperable de claves, violines y aires.
Programan netamente la esencia, augusta, del arte Clásico.
Digo Clásico y nombro lo Eterno, lo Perfecto.
¡Evidente!. El Espíritu Divino está en él.
La línea excelsa de sus sonidos,
exige, reclama, atención devota.
Y, sobre todo, se enciende, levita, mi alma,
en mi ambiente, al escucharlo.
MÚSICA SOBERANA.
Entro, circularmente,
en la música soberana
de Juan Sebastián Bach.
Ya
acuden los ángeles
con su cántico celestial.
Suenan, devotos, los violines.
El coro eleva sus voces.
Subido tono
que siembra caridad y misericordia
entre las gentes.
Altura de gran música:
crea un ámbito gigantesco
de sacralidad y perfume de esencias finísimas.
Me inunda una Luz, radiante,
una Paz, únicas:
Asoma el Gesto del Divino Padre y el Amado Hijo.
Mi pobre escritura
no alcanza a más...
Pero mi espíritu estalla.
Mi mente se apacigua.
Mi Fe vibra, incesante.
El mundo reverdece en colorido homenaje.
¡Dios pasa por mi lado!
Por Prof. Guillermo R. Gagliardi.