La clase popular latinoamericana es la que más está creciendo en nuestros países, y cada vez esta población se vuelve más numerosa. Pero siendo las más numerosa, es la menos atendida, de la que menos se preocupan las estructuras sociales, son los marginados.
Pero no solo que no son atendidos, son simplemente como unos habitantes desconocidos con los cuales se convive, y digo “se convive” por el hecho de que son nuestros vecinos.
En nuestra región, se logra visualizar dos grandes realidades, una que es golpeada por los problemas económicos, políticos y sociales, la que es víctima del hambre, desempleo, falta de recreación, y que a su vez no disfruta de los bienes que su tierra produce o por lo menos no como debería ser; y una segunda realidad, la que dirige, disfruta de los bienes de su tierra a plenitud y se sirve de quienes conviven en la primera realidad.
Hay situaciones puntuales que, como por ejemplo, en el conflicto entre los gobiernos y empresarios u otros dirigentes políticos, hay un solo perdedor, el sector de clase popular, pero no paga las consecuencias de manera simple, sino a un precio muy costoso, la vida.
La clase popular busca cómo arreglársela, necesitan sobrevivir, el trabajo justo parece no alcanzar, para el caso de aquellos que buscan un trabajo justo. La madre tiene que salir de su comunidad para buscar ganar más dinero, pero en cambio el niño se queda, pero al estar en esta realidad de vida solitaria, implica que el pequeño use la violencia para sobrevivir, sino, simplemente te quedas y mueres.
Todo esto pareciera que nos llevara a una única salida, la legitimidad de la violencia, pero esto no es posible, pues no es justificable una muerte a manos de seres que, el asesinar no es nada del otro mundo, pues crecieron con esa filosofía. Pero en realidad, lo que buscan es satisfacer su ampliación del yo, el cual no fue reafirmado por la ausencia de su madre y también de su padre. No es justo que sean los inocentes las principales víctimas de todos estos conflictos.
¿Sera verdad que, como dice Parca (personaje de la película venezolana “la hora cero” dirigida por Diego Velasco en el año 2010), cuando afirma que: “a todos, cuando nos llegue la hora, nos llega”?, pues evidentemente sí, pero no cuando otros nos la hagan llegar. No es justo que otros marquen nuestro destino independientemente el camino que escojamos.
lo felicito amigo, ya que muchas veces que se habla sobre esta problemática, siempre se deja de lado la falta de espacios de recreación que existen en nuestros países, un punto muy importante que debe darle su debida atención.
Es cierto, pues del trabajo y provecho de nuestras tierras, no todos gozan de ello... Pues la justicia no solo está en los tribunales, sino también en los espacios que todos podamos disfrutar por igual...
¡Excelente! Muy original, fresco y entretenido. No todos tienen la capacidad de ahondar en éste ámbito sin ser aburridos o tomar algún partido político. Te hemos dado upvote, somos el trail de @mosqueteros.
Oh gracias... Ya me preguntaba quienes habían sido... Y gracias por el comentario, ya me uniré a su trail...