Sobre Héroes y tumbas —Ernesto Sabato
Existe cierto tipo de ficciones mediante las cuales el autor intenta liberarse de una obsesión que no resulta clara ni para el mismo. Para bien y para mal, son las únicas que puedo escribir. Más, todavía, son las incomprensibles historias que me vi forzado a escribir desde que era un adolescente. Por ventura fui parco en su publlicación, y recién en 1948 me decidí a publicar una de ellas: El túnel. En los trece años que transcurrieron luego, seguí explorando ese oscuro laberinto que conduce al secreto central de nuestra vida...
Sobre héroes y tumbas es el título de la segunda de las tres novelas publicadas por el físico y escritor argentino, Ernesto Sabato. Ha sido considerada, como la mejor novela de la literatura Argentina del siglo XX. Apareció trece años después que la mítica obra más popular a nivel internacional del autor, El túnel
, relato con el que inicia la entramada red conspirativa que se extiende durante las tres novelas de ficción creadas por Sabato. El túnel, sobre héroes y tumbas y Abbadón el exterminador cuentan distintos momentos de la historia de la nación ubicada en el sur del mundo, cuyo principal hilo conector a través de las publicaciones es la ceguera.
Este libro, estuvo a punto de no ser publicado, puesto que Ernesto Sabato durante la creación destruyó varios manuscritos —lo mismo iba a ocurrir con este— por considerar que no era lo suficientemente buena para ser compartida. Fue su esposa, Matilde, quien lo convenció de lo contrario y le ayudo a publicar. Durante la historia se hace referencia a distintos momentos históricos e incluso a personajes reales dentro de ellos, como al general Lavalle o al afamado escritor Jorge Luis Borges. Además, también se enlaza lo narrado en su primera novela, el túnel con Juan Pablo Castel y Maria Iribarne, dándole una explicación aún más clara a lo sucedido en ella.
Es una historia fuertemente introspectiva, con personajes estoicos y de personalidades bien desarrolladas, en donde debido a esta fortaleza en la construcción de los caracteres, es muy difícil para el lector tratar de etiquetar a un personaje como el héroe de la historia o por el contrario, como el antagonista. Particularmente, me resultó muy complicado catalogar esta novela en un género en específico, pero terminé por convencerme en que la sinopsis no estaba equivocada y era una obra surrealista.
La novela entreteje múltiples historias, cuyo nexo es la trágica historia de los Olmos, una antigua familia oligárquica argentina venida a menos, cuyo recorrido ancestral se extiende desde la narración de el golpe del general Lavalle, a mediados del siglo XIX, en donde se encontraba el tatarabuelo de la protagonista, Celedonio Olmos, la lucha entre unitarios y federales hasta cien años después, durante el peronismo, para contarnos la historia de los últimos representantes de la familia. La novela desarrolla ejemplarmente un juego temporal, que en ocasiones te hace dudar sobre exactamente en qué momento de la historia te encuentras y a que personaje estás leyendo.
Entre los aspectos más resaltantes se encuentran los problemas que presenta la trama; la indudable psicopatía de una de las protagonistas, Alejandra Vidal Olmos, la tendencia a la locura de su familia, la extraña y enfermiza obsesión de Fernando Vidal con una organización de ciegos que intenta desmembrar y exhibir ante el mundo, los breves momentos de felicidad que Martín alcanza junto a Alejandra y el irremediable final con el que, irónicamente, inicia la novela.
Es que desde la primera página, Sabato nos provee una nota preliminar de la crónica policial, en donde se narra rápidamente cómo Alejandra asesinó a su padre en el mirador de la vieja y olvidada casa de la familia Olmos en el barrio de Barracas, Buenos Aires, Argentina valiéndose de un revolver calibre 32 y 4 balas para posteriormente acabar suicidándose al prenderse fuego, llevándose consigo los restos de lo que antes fue la imponente casa colonial.
La historia, está narrada casi en su totalidad por medio de los recuerdos de Martín del Castillo, el novio
de la última descendiente de los Olmos. Martín es presentado como un joven taciturno y solitario, con un sentimiento de abandono muy marcado por los desplantes de su propia madre, por ello, Martín es poseedor de unas ansias irrefrenables de ser amado por una mujer idílica, de esa manera, un día cualquiera Alejandra lo encuentra, y él se enamora de la salvaje, fuerte y vehemente mujer que ella era, quien durante toda la trama lo busca a su antojo, manteniendo una tortuosa y atormentada relación con él, aparentemente indiferente al sentir de Martín.
Pero, por el contrario a lo que se puede creer, los traumas del pasado de Alejandra, así como a su vez la genética predisposición a la locura de la familia Olmos le impedían reconocer en su compañero, el profundo dolor que generaba su contradictoria personalidad.
Como si el principe —pensaba— después de recorrer vastas y solitarias regiones, se encontrase por fin frente a la gruta donde ella duerme vigilada por el dragón. Y como si, para colmo, advirtiese que el dragón no vigila a su lado amenazante como lo imaginamos en los mitos infantiles sino, lo que era mas angustioso, dentro de ella misma: como si fuera una princesa-dragón, un indiscernible monstruo, casto y llameante a la vez, candoroso y repelente al mismo tiempo: como si una purísima niña vestida de comunión tuviese pesadillas de reptil o de murciélago.
Durante la novela, continuamente el autor viaja a través del tiempo, contando los hechos que acabaron por llevar a los Olmos a su estado de desidia y perdición de la actualidad.
Alternando con una maestría admirable el pasado lejano, que generó la primera desgracia desencadenadora de la chispa de demencia tan común en la familia y el pasado cercano en donde se subyacen las vidas de Alejandra, Martín, Fernando y Bruno. Y, posteriormente, el presente de un Martín desolado que solo vive de los recuerdos que comparte con Bruno, después del suicidio de Alejandra, hasta que finalmente, toma la inminente decisión de huir para salvar lo que resta de su propia claridad mental.
De Sobre Héroes y tumbas puedo decir, que es un relato fantástico, plagado de una bestial cantidad de profundas reflexiones y no tan solo frases memorables, sino párrafos enteros que despiertan un deseo insaciable de continuar leyendo para nutrirse al reconocer las bondades de la humanidad y a su vez, sus más grandes defectos.
… Y así nos es dado ver a muchos viejos como D’Arcángelo, que casi no hablan y todo el tiempo parecen mirar a lo lejos, cuando en realidad miran hacia dentro, hacía lo más profundo de su memoria. Porque la memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción, y es algo así como la forma que la eternidad puede asumir en ese incesante tránsito. Y aunque nosotros (nuestra consciencia, nuestros sentimientos, nuestra dura experiencia) vamos cambiando con los años, y también nuestra piel y nuestras arrugas van convirtiéndose en prueba y testimonio de ese tránsito, hay algo en nosotros, allá muy dentro, allá en regiones muy oscuras, aferrado con uñas y dientes a la infancia y al pasado, a la raza y a la tierra, a la tradición y a los sueños, que parece resistir a ese trágico proceso: la memoria, la misteriosa memoria de nosotros mismos, de lo que somos y de lo que fuimos.
Justo a la mitad del libro, el ambiente cambia completamente. Dejamos de presenciar la historia de Alejandra y Martín para adentrarnos en un relato mucho más oscuro y desesperado mientras recorremos el intrincado laberinto que resulta ser el Informe sobre ciegos
, escrito por Fernando Vidal, otro miembro de la familia Olmos.
Conocemos al personaje de Fernando, un hombre con tendencias psicópatas desde la infancia que solo lograron acrecentarse en su vida adulta, para quien el fin justifica los medios, obsesionado desde niño con la ceguera y sobre todo con los ciegos. Durante su informe, explica que lleva años siguiendo a los mismos en su deseo por conocer el secreto de su organización que tira de los hilos del mundo.
Para él, los invidentes eran capaces de desarrollar habilidades inconcebibles para cualquier persona, puesto que perdían su humanidad al perder el sentido de la vista y comenzar a vivir en las tinieblas, los ciegos según su convicción representaban simplemente maldad.
Fernando es uno de esos personajes que resulta ser impresionantemente complejo, con una vileza intrínseca desde la infancia, y una curiosidad vasta, que lo llevan a explorar terrenos pantanosos en los cuales se hundía cada vez más, dirigiéndolo directamente a su final. Durante esta porción del libro nos encontramos con una ambición asfixiante y la petulancia extrema que le hacen tomar decisiones no precisamente acertadas.
Desde mi perspectiva, esta es una de las mejores porciones del libro, la belleza del lenguaje utilizado por Sabato es tangible y las figuras literarias utilizadas en un segmento particular te deja delirante y esperando por más.
La tercera parte de la novela es aún más nostálgica, narrada entre Bruno, un amigo de la familia que Alejandra le presenta a Martín, y por supuesto, el propio Martín. Los eventos desarrollados en ella ocurren durante las protestas callejeras en contra de la Iglesia Católica por los ataques a obreros peronistas. Es allí cuando se develan algunos de los misterios sembrados en el lector con respecto al origen de la joven, profundizando con firmeza en la razón de ser de la personalidad de Fernando y Georgina, la madre de Alejandra. Entonces explican como la problemática relación de los padres afectaron tanto la vida de la hija de manera inevitable.
Hola @all-right, me declaro fans tuya... ahora, este post hace que quieras leer la novela. Hace años leí El Tunel y creo que ahora toca releerlo para poder hilarlo con esta obra. Es una tremenda reseña, que me orienta a que se trata de una obra impregnada del realismo mágico, tan únicamente latinoamericano; mi género favorito. Si te soy honesta, no pude leerlo completo, porque no quiero que me spoilees el libro. Jejeje! Felicidades!
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