《Él convirtió los ríos en desierto, y los manantiales en tierra seca; y transformó la tierra fértil en terrenos salitrosos, por la maldad de sus habitantes.
Pero también transformó los desiertos en fuentes de aguas, la tierra seca en abundantes manantiales.
Lleva a los hambrientos a establecerse allí y a edificar sus ciudades, a cultivar sus campos y plantar sus viñas, y a recoger magníficas cosechas.
¡Cómo los bendice! Allí crían numerosas familias y sus rebaños aumentan.》
Salmos 107:33-38 NBV
Dios cuando define el propósito que tiene para nuestras vidas, ya tiene estipulado cuando convertirá nuestros ríos en desiertos. Debieo a aquellas cosas que hay en nosotros que no le agradan, nos procesa en el desierto hasta que lo vuelve a convertir en ríos y nos establece ahí para que prosperemos en todo lo que hagamos.
Dios nos procesa y nos lleva a tener nuestro propio desierto para luego dejarnos establecidos ahí y convertirlo en ríos, y nos siembra en esa tierra para que demos fruto. Es una manera de hacernos volver de nuestras rebeliones.
《Pero yo la conquistaré de nuevo, la llevaré al desierto y allí le hablaré con ternura.
Allí le devolveré sus viñas y transformaré su valle de Penas en entrada hacia la Esperanza.
Ella me responderá allí, cantando con gozo, tal como en los días de su juventud, como en el día cuando la saqué de Egipto》
Oseas 2:14-15 NBV
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