Detrás de la raya amarilla, te vi.
Esperabas el tren, igual que yo. Sostenías tu bolso hacia un lado, igual que yo. Usabas el reloj que yo te regalé e incluso podría asegurar que olíamos igual. Te llevaste un mechón de cabello detrás de la oreja y apretaste tus lentes contra tu nariz. Linda, lindísima igual que la última vez. No sabía si huir, si llamarte, si esperar, si estirar el brazo e intentar alcanzarte. Tratando de decidir, volteas. Te vuelves y tus ojos me atraviesan, tu mirada sigue y entonces creo que me desvanecí. Tuve que desvanecerme porque tu mirada pasó a través de mí como si, en vez de un cúmulo de órganos y preocupaciones precarias, hubiese aire.
Aire, soñé por un momento que era aire. Oxígeno, nitrógeno y argón. Sin forma definida.
Gracias, Metro de Caracas. Tu fanatismo por Mecano requiere valentía.
¡Precioso esto!
Gracias bellísima, me hace muy feliz que te haya gustado.
Birsiale, qué desplante, jajaja. Tú lo haces sonar bonito, yo hubiese escrito algo lleno de arrechera y resentimiento.
JAJAJAJAJAJA aunque sabes que soy polvorita cuando me hacen ese tipo de desplantes más que arrechera lo que siento es una tristeza y un dolor paralizantes. Siempre he querido convertir este cuento en un corto, ¿y si nos animamos?
Coño sí, da para sacarle más a esto, do ittttt!!!!