Me pregunto si algún día, tendremos esas charlas de día, cuando el sol nos despierte, cuando ya no amanezca bajo los efectos del alcohol, cuando ya no tenga miedo de saber qué somos. Me aterra qué todos los días nos escapemos para hacer cosas prohibidas, para seguir fantaseando en un vicio de nunca acabar. Eres mi primer recuerdo a las cinco de la mañana, en las tardes cuando fijo mis ojos al mar, en las noches cuando las estrellas bailan, en esos momentos de ansiedad dónde quiero desnudar mi corazón, mi mente.
De la noche a la mañana, se olvidan muchas cosas, otras se recuerdan, tenemos las mentes tan dispersas qué ni siquiera sabemos el por qué. Entre tanto descubrirnos, hay un enigma: « ¿estamos conectados a la realidad, o sólo estamos desconectados de ella? »
Verás, esto es un juego en el que ambos debemos ganar, si realmente jugamos con el corazón, sabremos que estamos conectados a la realidad, en el cual existe un poder extraordinario, qué es el auténtico amor. Si queremos estar juntos, se verán reflejados nuestros hechos a medida que vayan pasando las estaciones. Por ahora, nos encontramos en el verano, termina la secundaria, llegan las fiestas, el descontrol, la ambición.
Estamos en una edad en las que ocurren exuberantes locuras, y nuestras conversaciones se alargan y van entrando a una laguna profunda, allí mismo podríamos decir que la pena va disminuyendo, qué ya no habrá indagaciones sobre nuestras « máscaras », que con ellas ocultábamos lo que realmente somos.
Todavía soy joven, pero necesito saber más cosas acerca de la vida, como te puedo enseñar esos pequeños detalles que aún no te he podido contar, quizá sea porqué nuestro pasado no importe del todo, si no lo que somos ahora con el otro, y cómo podemos llegar lejos a pesar de todos los altos y bajos que puede dar esta vida, qué a veces decimos que es injusta, pero realmente los injustos somos nosotros, por no saber cómo deberíamos vivirla o « nos ahogamos en un vaso de agua » intentando alejarnos de la realidad.
Éstas charlas llevan a bastantes cosas, intereses en común, preguntas deseosas, retroceder a la niñez, conmemorar nuestros vergonzosos bailes en noveno grado, nuestros amores que dejaron marca y huella, esos desórdenes mentales cuando sentimos qué siempre lo que hacemos está bien, pero que en realidad no todo es lo que parecer ser; necesitamos dejarnos socorrer, para poder socorrer a otros. De la noche a mañana estas conversaciones volverán a olvidarse, porque al hacer el amor, nuestros corazones se ciegan, sentimos que ya esos conocimientos los ampliamos, ya qué, es una nueva oportunidad para comenzar; y la infinita curiosidad de predecir la estadía en nuestro mundo.
La única manera de recordarlas es cuando somos protagonistas de unos simples mensajes de texto, decimos que no es lo mismo « una pantalla, o al frente de él/ella » aunque por lo menos tenemos palabras secretas, que no podremos compartir nunca. Ahí es dónde podemos recordarlas.
Escrito por; @andreissanchez
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