Primer pecado: Salir por la noche un pleno martes a las once de la noche en las calles centrales, y prender un cigarro para esconder mi frágil dolor, la hinchazón que tenía al verme rota, simplemente no tenía palabras, no conseguía soltar una lágrima, el humo paseaba felizmente por mis lóbulos y bronquios, me atacaba por dentro, ya no quería seguir soportando castigos del llamado del amor, seguía conmemorando su cuerpo desnudo con la iluminación de un amanecer, seguía pensando como él me tocaba, con lentitud saboreando con el tacto el placer de tenerme, mi sonrisa después de nuestro primer beso, primer momento en el que decidí que sería una verdadera felicidad, que ya no escucharía aquellas canciones que me recordaban a mis ex en invierno, estamos en la estación otoño, y aún nosotros ni contacto tenemos, este es mi estación preferida, ya que cuenta con muchas historias bonitas de romance y fantasía, dónde era el paraíso secreto, la tranquilidad del viento me calmaba un poco, y tenía en frente la llovizna, la cual su sonido relajante de las aguas brotando por mi rostro, mientras humeaba lo que quedaba del asesino astuto y disfrazado.
Segundo pecado: Cometer actos puros que luego pasaron a ser impuros, una condena a la que no me podía abstener; mientras me hacía daño, me seguía atando, volviendome loca y amándolo completamente, entregándole todo, mis temores, pesadillas profundas, la belleza interior, mi ternura, mi inocencia, absolutamente todo lo que era lindo para mi mundo y mi virginidad estaba intacta, realmente. Él fue un ángel y un demonio su vez, tan tierno y tan cruel, con un lado perverso y con un lado débil.
Tercer pecado: Aún sigo en busca de una soluciona mis dudas intermitentes, la soledad me abraza sin piedad, la noche se vuelve menos estrellada, la luna me persigue como si no quisiese que estuviese así, que ella estaría para mí. A medias de la madrugada, decido ir a la puerta de su hogar, esperando recibir una agradable bienvenida. Él me recibió con brazos abiertos, pero lo veía extraño, recordé estas palabras: —ocurrió la semana pasada, ya no siente su cosquilleo de mariposas, todo fue una ilusión viviente ahogándose en el corazón y en la memoria.— Estábamos cortantes, cruzando miradas, él limpió mi rostro, me secó, me dió un beso en la mejilla, y dijo: « no malpienses la situación, pero tienes razón, soy el cretino que prefiere quedarse con la soledad, por temor al sufrimiento y lastimar al quién me quiere, no merezco la oportunidad para seguir amando, y no quiero que tú andes detrás de un hombre que no sabe lo que quiere ni para dónde quiere ir. No quiero que pienses que todo fue en vano, te equivocas. Pero, aprendiste una enseñanza, las pasiones son muy bonitas, y muy significantes, eso se queda en el corazón para siempre, te aprecio como un tesoro y te quiero el mundo entero. Anda tranquila, la soledad por un tiempo te dará tiempo de pensar y reflexionar, puedes irte en paz, y sí no puedes olvidarme, me retiraré de la ciudad, muy lejos, así que cuando salgas a las calles, pega gritos, salta, disfruta de lo bonito que te ofrece la vida, deja de dañarte y menospreciar tus atributos, qué son extraordinariamente increíbles; he cometido un pecado, amarte en vano, y un pecado por parte tuya, mentirle a tu corazón sobre el daño que podría hacerte, y fuiste muy valiente; pensar en mí antes de tí, el cambio comienza por ti, la historia de tu vida, la manejarás tú misma, nadie más lo hará por ti, a excepción del Ser Supremo de los Cielos. »
Después de aquella conversación, le di un beso de en la frente, me fui directamente a mi apartamento, y observaba los coches rumberos con la típica gente gritando como si estuviesen solos, en su espacio, en su propio mundo. Deje de fumar, y pensaba en lo feliz que podía ser, dependiendo de mi actitud y respetar los tiempos de Dios, aprendí que él es el único que me traerá de vuelta el amor, pero primero empezaré por amarme a mí, y amar al mundo.
Escrito por| @andreissanchez