Una Luchadora Sobreviviente//Cuento

in #spanish7 years ago
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El mundo puede estar habitado por distintas personas, cada una de ellas caracterizadas por su personalidad, actitud, cualidades y destrezas. Unos más grandes que otros, algunos con más experiencia y otros perdidos hasta en los pasos que dan al caminar por la calle.

La realidad del asunto es que las criaturas de este mundo hechas y llamadas humanos, una de las razas más completas y con más inteligencia en el planeta, es una de las que menos humanidad tiene, pueden llegar a ser tan inhumanos, que matan sin sentimiento a alguien de su misma especie. ¿Es acaso eso algo inteligente y digno de admiración?

Claro que no, no somos quienes para juzgar a nadie, y menos de matar a alguien, no somos quienes para decidir en la vida de otro ser igual a nosotros.

17 Abril de 2031

Me llamo Verónica Colmenares, tengo 19 años, nací el 19 de febrero de 2012. Un año después de que mi mamá Valeria Larense, se casara con mi Papá Antonio Colmenares. Soy Estudiante de derecho e investigadora de crímenes no resueltos hace años. Esta es la historia de mi madre. Una luchadora Sobreviviente.

Mi madre murió hace algunas semanas, a causa de Leucemia. Tenía solo 42 años y toda una vida por delante. Mi madre siempre estuvo en una silla de ruedas desde que la conocí, siempre que le preguntaba el porqué, ella solo evadía el tema y se colocaba con ojos vidriosos y deprimentes, así que después que crecí, deje de preguntarle, me lastimaba verla así, prefería no saber su pasado antes que herirla. Mi padre solo me decía que el tiempo llegaría y yo podría entender por todo lo que ella había pasado, que mi madre era una luchadora sobreviviente, y que se merecía todo el amor sin duda alguna. Tenía solo nueve años cuando a mi madre le detectaron leucemia, solo una década paso para no volver a verla.

Hace algunas semanas después de que mi madre murió, mi padre me entrego su viejo diario de cuando ella era joven y escribía… Solo dolor y lastima podía sentir, eso explicaba el porqué de su silla de ruedas, el porqué la cicatriz en su brazo izquierdo, el porqué, desde pequeña quiso que aprendiera ballet.

Diario de Valeria Larense

22 de Junio de 2004

El dolor que recorre mi cuerpo es inmenso, es tan indescriptible e insoportable que no sé ni siquiera como es que puedo respirar aun. Desperté hace poco, Antonio está bien, ya han curado sus heridas y me cuenta como el anciano y la joven murieron, como fue que logro sacarme y avisarle a las autoridades lo que había pasado. Todo parecía un sueño, pero era real, tan real que dolía, que dañaba. Tan real como las palabras que me dijo el doctor, tan real como el que ahora no podré volver a bailar ballet.

15 de Julio 2008

Esta es una de esas noches en las que no puedes dormir y comienzas a dar vueltas y vueltas por toda la cama, miras el techo y recuerdas las cosas que te hacían sentir bien, lo que te hizo daño, lo que extrañas, lo que anhelas que pase aunque sabes que no será así. Esta es una de esas noches en que los pensamientos son tus únicos acompañantes, en donde lo irracional parece ser lo contrario, donde terminas dándote cuenta de lo que en realidad nunca habías notado. Por mí parte esta noche recordaba el pasado, todo eso que había acontecido hace cuatro años, todo esa horrible pesadilla que había vivido años atrás, de la que no había querido hablar, de la que esta noche recorría mi cuerpo como la primera vez que todo paso...

Todo ocurrió aproximadamente el 20 de Junio del 2004.

El clima estaba muy tranquilizador entre calor y humedad, ni tan sofocante pero tampoco tan calmante… ¿Quién soy yo para hablar del clima?, ni siquiera entiendo los grados centígrados de la temperatura, solo sé cuándo hay frío, o cuando hay calor, lo demás me da muy igual.

Como todos los días hace cuatro años esperaba a Antonio en la puerta de mi casa para comenzar nuestra típica rutina de espionaje… ¿De qué estoy hablando?, bueno, hace algunos meses en ese tiempo se mudó un nuevo vecino al fondo de mi casa, una persona muy extraña de aspecto muy normal. Era un anciano como de unos 78 años aunque se veía estable, sus canas plateadas adornaban toda su cabeza y su rostro se impregnaba con cada arruga y facie que mostraba todos los años por los que había pasado, era un señor erguido de musculatura escasa y ojos vacíos y hundidos, parecía que no durmiera mucho y que se pasara las noches en vela haciendo algo para no morir en el intento de vivir. Todo normal para ser un señor de edad, pero luego de unos meses Antonio y yo encontramos un pequeño agujero en la pared del fondo y comenzamos a curiosear por ella. Allí fue cuando nos dimos cuenta que ese anciano no era normal, que ocultaba algo, algo que no debería ser ocultado.

Esa tarde cuando espiábamos por el agujero el anciano llevaba una bolsa negra en una de sus manos y en la otra algún tipo de desinfectante barato, aunque eso no fue lo que llamo mi atención, lo que capto toda mi vista fue la sangre que goteaba de su cara y de su brazo derecho, heridas que parecían hechas por rasguños feroces, rasguños de una persona desesperada.

Luego de haber visto eso en aquella tarde Antonio y yo decidimos sacar el FBI de nuestros interiores y comenzar a espiar al anciano hasta llegar al punto de la verdad.

Llevábamos unas semanas en este plan, aunque el viejo no mostraba ninguna otra señal de anormalidad y sus heridas sanaron muy rápido para ser anciano.

A nadie le dijimos lo que vimos esa tarde, total quien le creería a una adolescente de 15 años y a un chico de 16. Para los Adultos solo seriamos dos niños en etapa de desarrollo que trataban de llamar la atención. Como todos los días Antonio siempre me preguntaba que había hecho el anciano mientras no estaba. Siempre estaba ansioso por saber si había una señal de otro movimiento señalador o no.

Pero el anciano siempre hacia lo mismo, subir por la escalera del fondo a la habitación que queda en el segundo piso, luego de dos horas salir de allí y después volver a entrar y así. Definitivamente teníamos que saber que ocultaba en ese cuarto.

No siempre estamos pegados allí viendo lo que hace el estúpido viejo que no mostraba sus intenciones de verdad. Ese era un domingo común y corriente y eso nos permitía expiar al viejo todo el día. De resto, al otro día teníamos nuestra normal rutina del comienzo de semana, liceo, luego Antonio boxeo y yo Ballet, al salir hacíamos la tarea y al caer la noche espiábamos sigilosamente las acciones del anciano.

A las 6 de la tarde como todos los domingos el viejo salió hacer las compras de la semana, nosotros aprovechamos esa hora libre de él para entrar a la habitación de arriba y saber que ocultaba.

Antonio subió la pared y luego me ayudo a mí, al llegar al patio simplemente caminamos por las escaleras hasta la puerta de la habitación, todo se vía tan oxidado y viejo como el anciano. Y como era de esperarse la puerta estaba cerrada, pero sabía que eso no sería ningún problema, Antonio era un experto en abrir cerraduras.

Al abrir la puerta una oleada de escalofrió recorrió mi cuerpo y puedo asegurar que Antonio sintió lo mismo. Todo estaba tan iluminado que podías ver hasta lo más mínimo en la habitación, desde las paredes blancas teñidas en sangre hasta los trozos de carne putrefactas que se devoraban los insectos en su descomposición.

Esas paredes ensangrentadas y esos trozos de carne descompuesta nos guiaban por un pasillo. Todo estaba en silencio, tan silencioso que dolía, y tan iluminado que te cegaba. Al final del pasillo solo podías escuchar gotas cayendo al piso, una y otra vez, con un ritmo constante y silencioso a la vez.

Solo había un marco al final del pasillo y por este entramos, lo extraño es que después de haber tanta iluminación esta habitación estaba totalmente oscura, y no solo eso, si no tan fría que parecía un refrigerador para guardar carnes. Tanteamos como pudimos un encendedor y al iluminar la habitación una oleada de miedo y pánico me albergo, un miedo tan grande que solo pude gritar en desesperación.

En el suelo estaba una chica como de unos 20 años, envuelta en ropas blancas y llenas de un color lechoso y sangriento, ella solo estaba tirada con los ojos cerrados, toda su cara llena de sangre, toda llena de cortaduras y moretones. ¿Estaba viva quizás? Me acerque despacio hacia ella y esta solo sonrió

- ¿Quién eres? ¿Otra víctima del enfermo y asqueroso anciano? – Solo me sobresalte y volví hacia atrás

- ¿Estas viva? - Le dije con voz temblorosa

- Sí, aunque no quisiera estarlo – Me dijo con una voz casi desvaneciéndose, abrió los ojos o bueno la cavidad que quedaba de ellos. No podía creerlo, ¡Le había sacado los ojos!, ahogue un grito de temor al 100 % mientras le preguntaba

- ¿Qué te paso? ¿Quién eres? ¿Cuánto tiempo llevas aquí encerrada?

- Muchas preguntas - Me dijo volviendo a cerrar los ojos

- Pero las responderé, total solo eso puedo hacer antes de desvanecerme – Me dijo ella y comenzó a contarme:

- Todo comenzó hace unos meses cuando ayude a pasar la calle al anciano, solía ser una chica muy solidaria con los ancianos, para mi eran personas muy humildes y delicadas que necesitaban ser ayudadas – se rio secamente, lamio sus labios y continuo – O eso era lo que yo creía. El anciano me agradeció la ayuda y me ofreció venir a su casa a tomar algo y hablar un poco, así que sin desconfiar de él lo hice, vine por semanas aquí y me encariñe con el anciano, hasta que un día subí y entre a la habitación, esta habitación y encontré a una joven como de 25 años toda bañada en sangre, cortada, mutilada una de sus extremidades superiores y sin sus ojos, grite en desesperación y temor, no podía creer que el anciano hubiera hecho todo eso, ese dulce y tierno anciano al que veía todo los días. Eso fue hasta que ella comenzó a contarme su historia, todas las torturas que el viejo le hacía, como la mataba lentamente. En ese momento escuche un ruido y voltee y en el marco de la puerta estaba el anciano con un cable enrollado en sus manos y solo me dijo “Lo siento cariño, me caías muy bien, pero no debiste de estar de curiosa y haber entrado aquí”. Me sonrió y eso fue lo último que pude ver, su asquerosa y repugnante sonrisa de viejo trastornado

- No podía creer todo lo que ella me decía, mi piel se erizaba con el solo hecho de tratar de posar en mi mente las imágenes que ella me contaba, mientras tanto Antonio solo se quedó paralizado cerca del marco, como tratando de asimilar todo, sin decir absolutamente nada, no lo culpo, estaba igual, apenas y podía mantenerme en pie.

- No estás sola, ¿cierto? – Me dijo removiéndose en su lugar

- No, no lo estoy – Le dije en voz baja

- Lo sé, puedo sentir a la otra persona, luego que te quedas sin uno de tus sentidos automáticamente los otros se desarrollan con precisión. En fin, siguiendo con lo que estaba, luego de eso el me comienzo a golpear hasta quedar inconsciente, me administro alguna clase de droga y cuando desperté ya no podía ver y todo mi cuerpo dolía hasta más no poder. Tengo varios meses aquí, no sé siquiera como es que puedo estar con vida aun, él solo me tortura día tras día, de diferentes maneras, me hace cosas que te aseguro ni sabes que se pueden hacer, me mata lentamente. Me mata sintiendo él tanto placer, que se ríe y sonríe de las cosas que me hace, de la muerte que recorre toda mi piel, no lo veo, pero oigo, siento toda su emoción y placer, toda esa repugnancia psicópata que recorrer su cuerpo y sale por cada uno de sus poros.

- No podía hablar, me sentía mareada, fría y quería solo salir corriendo y desvanecerme luego en mi casa, borrar todas las imágenes de mi mente, borrar todas las palabras que había escuchado de su boca.

Mientras terminaba de asimilar lo que ella me había contado escuche que la puerta se abría y que comenzaban a dar pasos por todo el pasillo, silbando una tétrica melodía que te hacia querer estar sordo solo para no escucharla, ahogue un grito de desperrarían de nuevo y me congele en mi lugar, Antonio solo me miro y amplio sus ojos como platos

- Ya llego el desgraciado. Sé que eres joven, tú manera de hablar me lo dice, solo eres una pequeña niña traviesa que tenía curiosidad de las cosas y tú amigo por aventurarse también te acompaño. Te falta mucho por vivir y no quiero no hacer nada sabiendo que puedo hacerlo, total es lo último que me queda, es lo último que haré - Me dijo mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro y me gritaba - ¡AHORA! – Gritó desgarradoramente y se levantó y corrió hacia al viejo

Tome su señal y salí corriendo de la habitación junto a Antonio, pero al parecer la joven no pudo hacer mucho porque a los pocos segundos el viejo estaba corriendo atrás de nosotros, me alcanzo a mi primero y desgarro mi brazo izquierdo con un cuchillo de carnicería, grite en agonía y Antonio corrió a mi auxilio, puso en práctica las clases de boxeo pero aun así el anciano logro herirlo varias veces. Con un puño en la nuca logro tirarlo al piso y como pudimos salimos corriendo, nos resbalábamos con nuestra propia sangre, corrimos y corrimos hasta llegar a la puerta, pero en menos de lo que canta un gallo el anciano estaba de nuevo tras nosotros, abrimos la puerta y salió primero Antonio y a lo que cruce el marco el anciano me tomo del brazo y me tiro por las escaleras. Un dolor indescriptible recorrió toda mi columna vertebral, sentía como todos mis músculos se desgarraban y todo mi cuerpo dolía y se desvanecía hasta más no poder.

Mi vista comenzaba a nublarse y solo logre ver dos siluetas que se unían arriba en las escaleras, al parecer la joven aun tenia fuerzas, aun podía cumplir su promesa, vagamente vi cómo le clavaba una estaca en el corazón al anciano y se tiraba junto con él por las escaleras. Fue lo último que vi, luego todo se hizo tan frio y negro que se me hacía imposible sentir…

Por alguna razón luego de eso nunca he confiado en los ancianos, algo me dice que todos al final ocultan algo que no debe ser ocultado. Todas las noches antes de dormir recuerdo todo, su cara, sus silbidos, su sonrisa asquerosa… Pero también la recuerdo a ella, a mi salvadora, a la que me dio otra oportunidad de vida. Puede que ahora este condenada, que viva dependiendo de una silla de ruedas gracias al trastornado anciano, pero lo único que me ayuda a seguir, a querer cumplir mis sueños, es esas joven, esa joven que murió por mi hace cuatro años, esa joven que dio lo que quedaba de ella por salvarnos a mi amigo y a mí.

20 de Abril del 2031

Luego de leer el diario de mi madre y desvanecerme hasta más no poder, decidí poner en práctica todo lo que sabía y había estudiados por años para resolver el misterio que envergaba que aquel anciano fuera un psicópata que le gustara mutilar y maltratar jóvenes. Por alguna razón creo que le debía eso a mi madre, después de hacerle recordar tantas veces esa dolorosa historia, se merecía que yo llegara al fondo de todo esto. Al final espero que todo lo valga y pueda recompensar todo el dolor que siento, ¡oh! Mi pobre y hermosa madre hoy te amo más que nunca, tu vida fue tan cruel y aun así sonreías y siempre tenías para todo la solución, siempre estabas tan alegre y llena de esperanzas. Dame hoy toda tu fuerza madre mía para llegar hasta el final de todo.

11 Noviembre del 2031

Para mí, hoy es un gran día, por fin luego de estar varios meses tras la pista del pasado del anciano pude dar con unos antiguos archivos que guardaban un viejo asesinato de una señora.

¿A qué viene todo esto?

Luego de varias investigaciones legales, supe el nombre del anciano, Alfredo Torres. Había sido huérfano desde los 10 años luego de que una joven asesinara a su madre en su propia casa. He aquí, el archivo con su historia:

Año 1936

En primera plana, el diario del momento.

Ayer en horas de la tarde ocurrió en las afueras del pueblo un horrible asesinato que dejo a un huérfano de 10 años que será entregado a una familia en adopción.

Todo aconteció al atardecer cuando la madre del huérfano estaba en su casa con la joven María Silgado a la cual conocía hace años, según antecedentes psiquiátricos confirmaban que la joven tenía problemas mentales y que cuando no consumía sus medicamentos enloquecía y podía llegar a asesinar a alguien. Esa tarde la joven olvido tomar sus pastillas y en el acto asesino a la señora madre del niño. Lo que genero un trauma psicológico en el infante ya que su madre fue asesinada por la joven en su presencia. No se consiguieron rastros de la joven y el infante no sabe nada acerca del caso.

Esto aclaraba algunas de las cosas, pero no totalmente. Si él fue dado en adopción ¿Por qué termino así? He allí cuando encontré otros documentos que aclararon todas mis dudas.

Año 1941

Se descubrió que un niño que fue dado en adopción, ahora adolescente llamado Alfredo Torres acaba de desaparecer de su casa, según los vecinos afirman que el adolescente era maltratado y violado física y verbalmente y que por esto el adolescente huyo del hogar. No se encuentras testigos ni pistas que lleven hasta la víctima.

Año 1946

A las altas horas del día de hoy se encontró el cuerpo sin vida de la señora con problemas psiquiátricos María Silgado, la cual aparentemente fue asesinada con arma blanca, no se encontraron huellas ni pistas en la escena del crimen que lleven hasta el asesino.

Año 1952

A las afueras del pueblo se investigó una casa la cual era la antigua residencia de Alfredo Torres, en esta habían un cuarto lleno de herramientas para tortura y cadáveres de jóvenes de aproximadamente 20 años, todas denunciadas como desaparecidas algunos meses atrás.

Año 1961

Se busca a Alfredo Torres posible sospechoso de frecuentes muertes de jóvenes.

Año 2004

Después de tantos años de búsqueda se encuentra al Anciano Alfredo Torres, después de incalculables asesinatos a jóvenes a causa de un trastorno psicológico. Se encontró su cuerpo sin vida luego ser apuñalado con estaca en el corazón por una de sus jóvenes victimas que murió junto con él en el acto. Dejo a dos adolescentes heridos, con posibles traumas…

Se cierra el caso.

Enero del 2032

En este mundo hay distintas personas, unas dañadas, otras selladas, pero cada una oculta en su interior todo por lo que un día lucho, todo por lo que un día murió. Es verdaderamente asombroso como situaciones pueden cambiar tu vida. Como una pequeña persona no siendo bien cuidada se puede volver malvada. Como sin ser su culpa aquel anciano se volvió un asesino, un psicópata, una persona sin corazón. Somos tan sensibles y vulnerables que hasta la más pequeña acción en nuestra contra nos puede cambiar la manera en que actuamos.

Porque la conducta humana es tan compleja y extendida que ni con toda la experiencia del mundo podríamos llegar a entenderla, porque cada persona oculta en ella, aquello que le hace daño y no quiere dejarlo salir. Gritarlo y dejar que se lo lleve el viento como se lleva a las hojas secas.

Hoy formo parte de una asociación que ayuda a las personas con trastornos mentales, ayudo a aquellos que no es su culpa que sean así, a que mejoren y sanen. Porque con mi ayuda sé que no podrán llegar a donde llego ese anciano, sé que por mi parte puedo comenzar hacer de cada conducta la mejor. Porque hoy más que nunca estoy segura que mi madre siempre fue feliz porque tuvo a personas que la ayudaron y nunca la dejaron sola.

Soy Verónica Colmenares y está es la historia de una Luchadora Sobreviviente.

Que tal están amigos de steemit, hoy les comparte un pequeño cuento titulado "Una Luchadora Sobreviviente" es un cuento un poco triste pero realmente reflexivo si lo miran desde un punto de vista adecuado, espero que les guste, nos leemos.

Autora: @angelicafernande

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Gracias por compartir tu historia!!

Gracias a ti por leerla, saludos

me gusto muchooo

Muchas gracias, espero me sigas leyendo

Muy buena historia!

Muchas gracias