En la geometría, el círculo es una figura redonda que consta de una circunferencia, centro, radio, diámetro y arco. En el arte, toma forma de lo que sea; puede ser el comienzo de una gran pintura barroca o simplemente un circulo expresionista de colores. También puede formar parte de un dibujo abstracto para representar el movimiento. La actividad de un círculo consiste en moverse en forma de espiral, esta línea curva que gira desde el centro hasta su circunferencia. Se podría decir que este movimiento es similar a un bucle; se puede definir como la acción de hacer algo una y otra vez, repitiendo las mismas acciones llegando al mismo punto del cual partiste. Si tomamos en cuenta que en un círculo se genera este fenómeno, pero infinitamente, entonces en resumen es un bucle infinito.
Estos bucles suelen ser buenos y malos, tienen una dualidad muy marcada, puede hacerte mejor en algo y al mismo tiempo hacer que te sientas estancado: cansado y aburrido. El cansancio es ese parásito que no te deja disfrutar de nada en general, una jaula en la que se puede producir el aburrimiento, tal vez como lo pudieras estar experimentando ahora mismo leyendo esto. El aburrimiento sólo es consecuencia de este agotamiento, pues estar en un bucle infinito requiere mucha energía, en estos cuando se acerca en final apenas es el comienzo y el comienzo es el final, un ciclo engorroso. Así es la vida misma, un círculo con un espiral en bucle infinito del cual se pueden deducir varias opciones: renovar el circulo, el bucle o transformar ambos.
Renovar consiste en un arduo trabajo por cambiar todo, no aceptar el circulo que hemos construido, deshacerlo y rediseñar para que, de todos modos, volvamos al mismo bucle. Cambiar el bucle, pero dejar el mismo circulo es dejar de lado de donde venimos, ocuparnos en ignorar los errores y volverlos a cometer, inevitablemente, en el “nuevo” bucle queriendo minimizar el circulo antiguo. Transformar ambos, también es un trabajo que requiere mucho esfuerzo; aceptar y tomar como referencia el circulo hecho a veces resulta incómodo. Mirar con detalle el trabajo pasado, sólo lo puede realizar el artista más comprometido y entregado, pues cuando llega el momento de hacerlo con el bucle infinito, teme a perderse entre tanto movimiento hipnotizante.
De caer en la locura de transformar el circulo, muy pocos han salido victoriosos, pero eso es porque a veces el bucle suele ser traicionero. Por eso es importante tener un ancla, el ancla es un puente entre la aceptación y la realidad, si se construye con bastante solidez, es probable que el proceso de transformación sea un éxito. Cuando se ha completado el proceso, no salen destellos de entre la obra de arte, sino más bien un nuevo circulo del cual seremos sometidos a otro bucle, pero esta vez mejorado o tal vez no. ¿Qué pasa si ‹‹no››? Bueno, pues en el nuevo circulo se reflejarán las modificaciones fallidas. Al fin y al cabo, no tiene que ser perfecto.
Tu post me ha gustado Angie, me ha sido agradable haberlo leido, gracias por compartirlo. 😄
muchas gracias a ti por haberme leído <3 <3 <3