Educar la sensibilidad es volver sobre la base de la condición humana de lo educativo, en la búsqueda de formas alternativas de saberes que consoliden espacios de educabilidad, potenciadores de la formación del ser.
El punto de partida de esta reflexión, nos sitúa tanto en la historia como en la simbología de la cultura latinoamericana para hacer frente a la esfera de valores prefijados que impiden transfigurar los modos de relaciones, en tanto formas de convivir. Así, el pensamiento que germina de la nueva geopolítica de los pueblos despierta sensibilidad. Nos convoca a asumirnos como seres con los otros y a interpelar la experiencia vivida para reencontrar nuestros anhelos, sueños o esperanzas.
Educar la sensibilidad, desde el compromiso ético, implica problematizar sobre la necesidad de una nueva concepción de formación entendida como un proceso auténtico que se desplaza en las fronteras teóricas y experienciales, que trasciende lo establecido, y se contextualiza en los espacios de educabilidad geopolíticos donde los sentidos y discursos identitarios nos convoquen a una nueva mirada crítica sobre el saber, para deconstruir todo el sistema de verdades imperantes que están presentes en los procesos educativos actuales.
En síntesis una formación sensible es aquella que se asume como ruptura con los sentidos culturales modernos para así poder interpretar las nuevas posibilidades geopolíticas del discurso.
Los nuevos espacios de educabilidad para formar la sensibilidad a través de la espiritualidad:
Este horizonte de interpretación intentará ofrecer otro nivel epistémico del pensamiento de lo político, “como arte práctico de (phronesis) de vivir juntos”, según Dussel (2001:34), a través del cual buscamos despertar sensibilidades para vivir en comunidad; sus propósitos liberadores se perfilan en contra de la modernidad del status quo y de la homogeneización.
Educar la sensibilidad, a través del fortalecimiento de la espiritualidad, garantizaría el reconocimiento de la esperanza, los sueños, las utopías y deseos del yo otro y del nosotros para ser incluidos como parte activa de la sociedad. Esto permitiría que exista una comprensión de que “la estructura social es obra de los seres humanos y que por eso, su transformación será igualmente obra de los seres humanos”, según lo plantea Freire (1990), situación fundamental, por cuanto “sin conciencia ético crítica no hay educación auténtica”.
Por tanto, en consonancia con Nietzsche(1986), el hombre debe hacer ruptura con los lazos ordinarios de la vida para hacerse cada vez mejor. Debe renunciar a la envidia , y a otros pensamientos y sentimientos como odio, intolerancia y mezquindad, para poder andar libremente sin temor, por encima de las costumbres, de las leyes y de las apreciaciones tradicionales de las cosas, independiente de cualquier norma. Encontrándose aquí las bases de la espiritualidad.
Asimismo, implica repensar la formación a través de los nuevos procesos de valorización del conocimiento, de los procedimientos de la ecología de los saberes y de la traducción intercultural, alternativas que representan un reto para desbloquear la imaginación, confrontar la dominación, los dispositivos hegemónicos, los discursos totalitarios, inclusive repensar los aportes del pensamiento crítico, pues presenta fuertes contradicciones (De Sousa Santos, 2000 ) .
Estos aportes amplían el horizonte de posibilidades y el de inteligibilidades y generan un sentimiento de emergencia para reflexionar acerca de las epistemologías y crear nuevos espacios de educabilidad, que promuevan otras formas de liberación emancipadora, de producción de sociabilidades y de maneras de vivir- convivir. Por tanto, la discriminación y la exclusión se combaten con el arte discursivo, vinculado al poder de la palabra, pues brinda la semántica para hallar el sentido histórico de los significados y los tipos de saberes con los cuales se requiere formar.
Esta afirmación necesita del desprendimiento de prácticas rutinarias y repetitivas, desde el análisis de las narrativas existentes, que sensibilice a la gente y tome conciencia de la igualdad entre las culturas y sus diferencias. Para ello, hay que desbordar la teoría, para hacer eco de esa compleja realidad que despliegue la diversidad.
Lo planteado requiere desestructurar los patrones modernos y eurocéntricos instalados en nuestros esquemas de
pensamientos por el colonialismo europeo, que ocasiona la destrucción del conocimiento propio de los pueblos.
Educar la sensibilidad como una experiencia de vida para el abordaje de nuestro camino hacia el nosotros requiere que el sujeto en formación asuma su propio trabajo de crecimiento interior, en un ambiente social, forjando día a día el desarrollo de su personalidad, convirtiéndose en sujetos de la historia, con la guía de una ética propia. Desde esta perspectiva, formar a una persona supone tener como principal preocupación el desarrollo de su conciencia autónoma en torno a los valores de la libertad, la justicia y la solidaridad.
En este contexto, el ser humano asume la tarea de formase a sí mismo, a partir de criterios centrados en la dimensión de la conciencia autónoma, una experiencia de goce de sí. Se trata de una estética de la existencia que se inicia como algo intimo en el sujeto, se hace público cuando sentimiento, pensamiento y creación se expresan en convivencia con el otro. Al respecto Foucault (2002:30), expresa: ….ese principio de la inquietud de sí se formuló, se acuño en toda una serie de fórmulas como “ocuparse de sí mismo”, “cuidar de sí”, “retirarse hacia sí mismo”, “retrotraerse en sí mismo”, “complacerse en sí mismo”, “no buscar otra voluptuosidad que la que hay en uno mismo”, “permanecer en compañía de sí mismo”, “ser amigo de sí mismo”, “estar en sí mismo como en una fortaleza”, “cuidarse”, o “rendirse culto”, “respetarse”, etcétera.
El goce de sí,según lo planteado por Foucault (2002:45),“se define por el hecho de no ser provocado por nada que sea independiente de nosotros y que escape por consiguiente a nuestro poder; nace de nosotros mismos y en nosotros mismos.” No es un regalo que nos puedan prodigar otros, sino una meta elegida por el propio sujeto y alcanzada a partir de un trabajo cuidadoso y continuo. Para culminar dejo algunas lineas necesarias de repensar en la siguiente figura:
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