¿Qué pasaría si no se conociera la necesidad de las cosas más fundamentales del ser humano?
Sería la limitación más esencial que pudiera experimentar un cambio en nuestras órdenes universales, esas que rige nuestra sabia naturaleza. Si no conocemos la razón de todo aquello que existe y tiene un significado en el tiempo y espacio próximo, entonces es necesario alterar las posibilidades de nuestro entorno, para ello se debe colocar una condición en la que lo existente probablemente supere la inercia para que algo suceda o de lo contrario permanezca inerte para nunca suceder.
Es un modo de echar la suerte por el horizonte infinito de las posibilidades, donde la pregunta de lo que suceda debe imperar por encima de todo aquello negado a que satisfaga la razón. Quién busca la razón debe de encontrarse sin descanso absoluto donde se vea obligado a admitir las acciones de conseguir un cambio rotundo en la investigación de lo que no sabe, por lo que las pruebas de su esfuerzo, lo hace a él y a su entorno a admitir los hechos de esa razón tan anhelada.
No se puede negar ni ocultar algo tan grande como lo supremo que deduce el camino de la moralidad, aceptar nuestros hechos sobre los cambios de una razón que no sigue el modelo de nuestros pensamientos, es un modo de buscar el reproche exacto que se tendría que hacer a la razón humana más universal existente en todo aquello en lo que no se conciba una ley universal con características prácticas donde impere esa absoluta necesidad de querer hacerlo todo por encontrar el camino universal de la razón.
"Es de esta forma, donde la razón no permite la necesidad práctica incondicionada del mandato moral, pero lo que si permite es su forma mas negana y absoluta de no encontrar razón, es probado todo aquello percibido y demostrado en igualdad, es debido a ello que debe exigirse un modo práctico de filosofía que trascienda los límites del raciocinio humano hasta llegar a los principios y valores humanos que nos haga convivir en la sociedad más justa posible".