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Su estilo singular quizá haya estado sujeto a su relación con la música, puesto que el autor reconoce la influencia del piano, instrumento que le dedico parte de su vida, en su escritura. Esta relación música-escritura o más bien partitura-escritura, crearía una estructura singular en su obra. Pero su ejercicio creativo no solamente está atravesado por una concepción musical sino también por una actitud filosófica:
No sé si lo que he escrito es la actitud de un filósofo valiéndose de medios artísticos para dar su conocimiento, o es la de un artista que toma para su arte temas filosóficos. Creo que mi especialidad está en escribir lo que no sé, pues no creo que solamente se deba escribir lo que se sabe. (1993, 171)
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“La casa inundada” (1960) es uno de sus últimos relatos en publicar antes de su muerte. Perteneciente a un trabajo elaborado en el año 1950, pero llevado a la editorial diez años más tarde. Esta obra es uno de los trabajos más elaborados del autor, en el que se encuentra una madurez de escritura caracterizada por el humor. El relato cuenta la experiencia autoficcional en una etapa económica inestable. Por lo que unos de sus amigos, Alcides, intercede para conseguirle un empleo en la casa de una mujer excéntrica.
Dicha casa donde se hospedará está inundada. El personaje intentará desentrañar el enigma que ella representa y la historia oculta de doña Margarita, un personaje voluminoso, emocional y reflexivo que sepulta su pasado en el fondo del recinto. La historia de la casa se va aclarando, a medida de que el personaje-narrador indaga sobre Margarita.
Sin embargo, aunque exista una relación entre personajes que desarrollan una historia, el protagonista real es el agua. Puesto que esta está vinculada con lo onírico y a su vez con lo extraño. La extrañeza, en los cuentos de Felisberto Hérnadez, constituye lo real. Y esta extrañeza es lo que teje la trama. Parte de resolver el enigma es relacionarse con el agua en una forma de mayéutica:
De él nacieron reflexiones que mis miradas extrajeron del agua y me llenaron los ojos y el alma. Entonces supe, por primera vez, que hay que cultivar los recuerdos en el agua, que el agua elabora lo que en ella se refleja y que recibe el pensamiento. En caso de desesperación no hay que entregar el cuerpo al agua; hay que entregar a ella el pensamiento.
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Así mismo, el contenido de humor se presenta en un enamoramiento extravagante, inusual. El narrador poco a poco se fija en las grotescas proporciones de Margarita:
Era muy gruesa y su cuerpo sobresalía de un pequeño bote como un pie gordo de un zapato escotado. (1972, 2)
Este amor responde a la extrañeza de los cuentos de Felisberto, puesto que transgrede un canon de belleza femenina:
Y mis antiguas novias se reirían de mí al descubrirme caminando por veredas estrechas detrás de una mujer gruesísima que resultaba ser mi mujer. (1972, 7)
Lo grotesco como piensa Wolfgang Kayser es “el mundo distanciado” y reajusta las preposiciones y las valoraciones de lo real y de lo corpóreo (Bravo, 1997, 124). Estas desproporciones no solo exageran el cuerpo de Margarita, sino disminuyen al del narrador:
Ella seguía pensando en el asilo de madres sin tener en cuenta el volumen de su cuerpo y la pequeñez de mis manos. (1972, 3)
Pero el narrador encuentra en ella una sensibilidad particular cubierta por una tristeza admirable. Un enamoramiento emocional, transparente, metáfora del agua y no físico y carnal.
Dichos contrastes o tensiones también están en el simbolismo del agua, puesto que esta además de simbolizar renovación también representa un vínculo con lo sombrío, con el más allá.
La señora Margarita oyó pasos sordos, como palpitaciones (1972, 6)
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El agua además de ser el escenario protagonista por el cual los personajes interactúan con el otro, también es el umbral para su propia subjetividad:
A pesar de la velocidad de la corriente sentía pensamientos lentos y me vino una síntesis triste de mi vida. (1972, 9)
Y es por esa razón que Felisberto la dota de vida y sentidos para hacer de ella un personaje, aunque silencioso, presente:
… le volvió a parecer que el agua la observaba; ahora era por entre hojas que no alcanzaban a nadar. La señora Margarita la siguió mirando, dentro de sus propios ojos, y las miradas de las dos se habían detenido en una misma contemplación. (1972, 5)
Bravo, V. (1997). Figuraciones del poder y la ironía. Caracas: Monte Ávila.
Hernández, F. (1975). La casa inundada y otros cuentos. Barcelona: Editorial Lumen.
___________ (1993). Narraciones fundamentales. Montevideo: Relieve.
Por otra parte, los invito a visitar mi otro contenido:
Comentarios a La construcción de Franz Kafka
Comentarios a La metamorfosis de Franz Kafka
Comentarios a Himnos a la noche: la unión mística de Novalis
El deseo y el infinito de Armando Rojas Guardia (Reseña)
Entrevista a Luis Moreno Villamediana (poesía contemporánea)
Yeahh,excelente. Un Abrazo fuerte.
Madrugando, vaya!
Gracias por leer.
Este creo que es el último comentario por un buen tiempo.
Pronto viene los huesos duros.
!FELICITACIONES¡ @aullidodecisne tu post ha sido seleccionado por el trabajo colaborativo entre el proyecto #DejandoHuella y @romulogallegos para obtener recompensas.
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Genial, gracias don Rómulo.