El meme más prominente de la sociedad contemporanea podría ser resumido en una palabra: McDonalds. Y su ícono, no quedándose atrás, la de su arco dorado.
Tiempo de Lectura: ~6 minutos.
Y no es que le esté haciendo cuña a una multinacional de comida rápida, ni mucho menos tratando de recibir algún descuento por mencionarles en un post de Steemit.
Pero hay algo importante a tener en cuenta. McDondonalds no es sólo una empresa. Se ha convertido en nuesto día a día.
Pasamos de helados elaborados a mano con esencias naturales de lavanda y rosas, a helados empaquetados e industrializados con meses de antelación y de rápida preparación. De comida preparada con cuidado y pensando en cada cliente individual, a comida preparada en menos de 5 minutos, empaquetada, adornada, y para ser consumida al instante y en el camino al trabajo.
De una sociedad descentralizada, lenta y dolorosamente atrasada, a una sociedad cronometrada, moviéndose vertiginosamente a espaldas de avances científicos inimaginables una cuantas décadas atrás, y dejando poco tiempo para nuestra propia humanidad.
Reyes y Reinas
Los modelos de valor cambiaron. Vivimos en una sociedad nivelada y competitiva a nivel global, donde el enfoque común es la producción de valor independientemente de los medios a los que se recurra (podría ser discutido que las leyes regulan los procesos, pero las leyes son y serán siempre maleables y adquiribles).
Las dinámicas de poder han cambiado también. Ya el plebeyo y el duque han sido reemplazados por el pasante y el CEO, los reyes ha dejado de tener rostro para convertirse en conglomerados internacionales, y los caballeros dejaron atrás sus armaduras plateadas y sus espadas para tomar cascos antimotines y pistolas con balas de goma.
Nuestros problemas siguen latentes, pero han sido colocados detrás de un alegórico "arco dorado" (contaminación, guerra, hambruna y desigualdades son opacadas por las Kardashians, las bodas de los famosos y la última película de los Avengers), el cual capta nuestra atención y la secuestra de maneras que no entendemos ni podemos controlar, pero que de igual manera aceptamos sin rechistar, dando una fachada a una cada vez más decadente mentira de que "todo está bien".
Vivimos en una sociedad compleja, naturalmente. No porque, en sí, sea compleja (las dinámicas de poder siguen siendo fundamentalmente las mismas, donde el poderoso toma posesión, y el débil es poseído, y donde ciertos matices prosperan entre dichos extremos), sino porque se nos ha adoctrinado, tal cual cadena de producción de mentes, a no considerarla como realmente es.
Se nos ha educado con modelos cuidadosamente seleccionados y meticulosamente castrados, donde el conocimiento verdaderamente importante se nos ha suministrado a manera de cuentagotas, y donde el enfoque ha sido nuestra capacitación para sobrevivir en un mundo donde debemos buscar nuestra libertad y realización detrás de un escritorio o en una fábrica.
La fábrica de mentes
Se nos ha enseñado que los buenos siempre triunfan (buenos, claro está, dependiendo de quién dictamine lo bueno), que la trampa es algo malo, que el honor es una de las cosas que deberíamos tener siempre presente en cada una de nuestras acciones, y que la mejor manera de labrarte un futuro prometedor es trabajando, como un ciervo para su amo, durante toda tu vida, esperando una pensión que fácilmente podría diluirse en una fuerte crisis inflacionaria.
Se nos ha enseñado un montón de patrañas relacionadas con lo bueno, lo malo y lo feo. Con lo que deberíamos hacer para triunfar como seres humanos, y lo que no deberíamos hacer para encontrarnos en desgracia.
Pero sorpresa. La realidad existe.
La mitad de esas reglas son mentira, y la otra mitad se pueden doblar, o sencillamente no se aplican. Gran parte de esas lecciones se aplicaban, quizás, hace unos 150 años, y la otra parte está allí para enseñarte a servir.
Porque son cadenas que, al igual que el corcel que se ha transformado en automóvil, han cambiado: ya no vienen a manera de fuertes candados y pesados grilletes que nos mantienen en un sólo lugar, o amarrados a una pared inamovible.
Ahora vienen en cómodas presentaciones todos los viernes por la noche en tu canal preferido, como ligeros librillos de auto-ayuda que replican las cómodas mentiras de los poderosos, o como hábitos altamente estudiados y diseñados, enseñados a través de medios sociales y culturales, para mantenerte complaciente, útil y doblegable al amo sin rostro.
Y están latentes. Estas cadenas son piezas clave en muchos de nuestros fracasos como seres humanos exitosos.
Están allí deteniéndonos de charlar con la persona que nos gusta, de participar en los grupos que consideramos que no pertenecemos (por no estar a la altura), y en cada desprecio que ejecutamos, casi de manera automática, a nuestros congéneres en aprietos.
Están allí cada vez que queremos pedir un aumento o refutar algún punto de vista, cada vez que nos alegramos de que sea viernes porque sencillamente dejaremos de trabajar en un trabajo que odiamos, o en el vacío que sentimos de hacer algo nuevo porque pensamos que fracasaremos.
Por eso, creo que lo más apropiado (desde un punto de vista Darwiniano, donde solo sobrevive el más apto) es seguir dándonos cuenta de dónde estamos, quiénes somos y qué podemos hacer con nuestras vidas para poder manejar, palpar y desprendernos de las cadenas que nos mantienen en la cueva de la mediocridad, la complacencia y la servitud (Y, en el camino, levantar con nosotros a quienes querrían acompañarnos).
La píldora roja
Reconocer nuestra naturaleza animal (y, por consiguiente, tener en consideración nuestra condición humana) es una necesidad cada vez más latente en una sociedad donde nuestro día a día puede ser manipulado por fuerzas que desconocemos, y donde nuestras acciones tienen una explicación racional que puede ser explotada por verdaderos hackers de mentes, al servicio de reyes y reinas que no tienen rostro, y con cadenas que no vemos.
Este post es de mi autoría, una disertación filosófica acariciando la idea del objetivismo de Aind Rand.
Me gusta este tipo de planteamientos porque invitan al debate. Pero me pregunto, @azolot, ¿realmente crees que sería posible un mundo donde no existieran esos condicionantes? Buen post.
Gracias! Creo que las condicionantes suelen ser el resultado de un darwinismo social.
Actualmente, creo que vivimos en el resultado de un darwinismo social interesante... Pareciera que las dinámicas de poder se tambalean y los poderosos buscan, cada vez más, el aferrarse a sus tronos y controlar la "plebe".
Agregándole los grandes avanzes en campos tanto tecnológicos como sociales y políticos, de la mano a la universalización de la información que ha proveido el internet (cuya neutralidad actualmente se lucha), la dinámica actual podría cambiar.
Precisamente porque creo que las condicionantes en un momento determinado son el resultado de un proceso social darwiniano, y las personas "de a pié" podrán eventualmente convenir mejores y más avanzados procesos y modelos de poder al unísono, así como ejercer más poder en las decisiones y estructuras que rigen la fibra social (leyes, instituciones, paradigmas, etc), opino que un mundo mejor y más avanzado podría ser posible (y creo que, con avances como la Blockchain y el gobierno digital, estas metas podrían estár un paso más cerca).
Sin embargo, opino que muchos de los problemas actuales son producto intrínseco de la naturaleza humana reflejada a gran escala en sus estructuras sociopolíticas, y por ende no podrán ser resueltos con la condición humana actual. La condición humana tendría que cambiar radicalmente para solucionar muchos de los problemas actuales.