LA MISIVA (cuento)

in #spanish7 years ago (edited)

LA MISIVA


FUENTE

El fúlgido sol de más allá del medio día se había posesionado de la sabana aquel veinticuatro de enero de mil novecientos veintiocho. Don Fermín, un hombre de carácter intempestivo y de temperamento soberbio, había salido con sus peones a caballo, con fuete en mano, a arrear el ganado. Después de la larga faena regresaban a la hacienda tan hambrientos como sedientos, pues, siempre partían a penas con unos cuantos mendrugos, trozos de tocino, bocados de queso y tragos de leche con miel en el estómago.

Cada día era recio para don Fermín y sus hombres. Llevar a pastar, abrevar y al final regresar con todos los animales intactos era casi una odisea, por supuesto que sí, aunque también una aventura tras recorrer aquellas tierras, de más de cinco leguas, junto a un rebaño de al menos mil quinientas cabezas de ganado.

Sí, habían días de arreo, pero también de ordeño, de hacer queso y de ponerle el hierro al ganado orejano. Cada quien cumplía con lo suyo: las mujeres al frente del fogón de leña preparando la comida y los hombres jugando a ser hombres, atizando la garganta con sendos tragos de ron mientras marcaban a los becerros destetados en el corral bajo el ojo supervisor del capataz.

Don Fermín, por su parte, solía darle un rato de respiro a sus añadas en su hamaca campechana de cuero de vaca que colgaba debajo de un masaguaro, con las botas puestas, con el fuete en las manos y con el sombrero calado hasta la nariz. Y es que el viejo era de esos quisquillosos que dormía con un ojo abierto y otro cerrado, desconfiado como ningún otro en aquel territorio.

Era de esperar que su compadre Lázaro, otro ganadero de la zona, llegara de visita muy temprano el veinticinco de enero con su esposa, dos de sus hijos y algunos trabajadores de su confianza, pues, era el cumpleaños de doña Felicia, la esposa de don Fermín.

Aquel día las mujeres sólo cumplirían con la primera bendición de Dios; después los hombres se encargarían de armar la fiesta: matarían dos vacas y una novilla, prepararían los asadores y encenderían las brasas para asar la carne al estilo llanero; limpiarían el patio, pondrían la mesa y al final beberían ron junto al arpa, el cuatro y las maracas, al ritmo del contrapunteo, debajo del frondoso masaguaro.

Al cabo de un rato, cuando la carne comenzaba a soltar sus jugos, a tomar color y una sopa se cocinaba más allá, don Fermín y su compadre, don Lázaro, bebían ron y fumaban habanos mientras escuchaban joropo repletos de sus satisfacciones. Ambos hombres lo tenían todo, no cabía duda. No les faltaba nada. Lo que tenían y conocían del mundo y de la vida estaba justo en su piel, en sus tierras, en el ganado, en su gente, en su familia y en la voluntad de Dios. ¿Qué más podían pedir?

Aunque a don Fermín le vino a la mente Fernando, su hijo, quien se había ido a estudiar a la capital hacía poco más de seis meses antes por decisión propia. Por primera vez no estaría para el cumpleaños de su madre ni para otras fechas memorables. Acerca de lo que pensaba don Fermín, le lavaron el cerebro a su hijo con eso de leer y escribir y de estudiar una carrera. Él nunca necesitó de esas estupideces, como no lo necesitó su padre ni el padre de su padre. Entonces, ¿para qué carajo lo necesitaba su primogénito hijo? En fin, algún día tendría que hacerse cargo de todo aquello.

Como empujado por el viento, un hombre a caballo se acercaba por la sabana dejando una estela de polvo detrás de él. La música se apagó y hubo silencio en el lugar a modo de espectativa. Muy pronto el hombre llegó hasta el masaguaro y sin desmontar dijo:

—Buenas —se quitó el sombrero para mostrar respeto—. Mis disculpas para ustedes mis señores y para las señoras por llegar en tal momento.

Los presentes saludaron al hombre a caballo, cortésmente, pero sólo don Fermín se dirigió a él.

—¿Qué lo trae a "el mastrantal", Anselmio?

—He venido a traerle una carta, don Fermín, una carta de la capital —recalcó.

El viejo Fermín no hizo esperar al mensajero. Se acercó y alcanzó la misiva. Miró el sobre y examinó ambos lados. No sabía qué hacer con aquello que seguramente guardaba noticias de su hijo. Lanzó la mirada a su alrededor mientras el resto esperaba con impaciencia algún tipo de reacción.

—Usted compadre —se refirió a don Lázaro—, abra la carta que yo no sé leer.

Lázaro asió el sobre entre sus manos. Ahora era él quien miraba a su alrededor. Rompió el sobre por una esquina, sacó la carta, la desplegó y le echó una mirada larga; a lo que dijo:

—¡Ay, compadre! ¡Qué desgracia! Esta es una desgracia.

—Compa, dígame qué le pasó a mi hijo, dígame.

—No compadre, esta es una completa desgracia.

—Pero, ¿por qué compadre? ¡En qué angustia me tiene! Dígame qué le pasó a mi hijo.

Aquel estado de angustia en don Fermín era el mismo en doña Felicia y en todos. El rostro de Lázaro y su tono de voz por lo que había en la carta no aclaraba nada sino que oscurecía todo. Y finalmente respondió:

—La desgracia no es sobre el muchacho, compadre, la desgracia es que yo tampoco sé leer —aseveró al mismo tiempo que todos se meaban de la risa. Y fue el mensajero quien terminó leyendo la misiva.

Moraleja: ¡Cuán irónico es que un ciego conduzca a otro ciego en la oscuridad; ambos seguramente caerán en el mismo hoyo!
Sort:  

Mi estimado @barestabares por acá apoyandote con mi lectura, comentario y voto. Mucho éxito💞

Agradecido, @ginetteperez. Apreciado tu apoyo. Un abrazo.

No me esperaba ese final jajajaja desde el inicio de la historia podía imaginar cada palabra, hasta el olor del llano.

Hola, mi estimada @elocuenciadsnuda. Definitivamente me complace que mis relatos estremezcan los sentidos; veo que contigo ocurre con facilidad. Me alegra saberlo. Un abrazo para ti.

Ja ja ja ja ja ja estuvo buenísimo, al principio pensé lo peor y me estaba preparando mentalmente para un triste final pero me sorprendió el cambio, simplemente genial y con una buena enseñanza.

@lutroconis, antes de escribir este cuento me reía a solas sólo de imaginar cada detalle. Cuando lo terminé quedé satisfecho porque no quería terminar se manera triste sino con algo gracioso. A las pruebas me remito. Un abrazo.

Tus giros y tus moralejas.La verdad es esa, no podemos guiar a nadie a oscuras.

Mi querida, @vicky13. Valoro mucho tus comentarios y reflexiones. Un gusto que hayas leído este cuento. Un beso.

Excelente cuento, me ha atrapado de principio a fin, ademas de todo me sacó un sonrisa. Gracias por obsequiarnos de manera tan elocuente tan necesaria moraleja. Espero seguir leyendo cuentos tan geniales como este. Saludos y un abrazo.

@genehdez, me alegra que te haya sacado una sonrisa. Ese era el objetivo con este cuento lleno de realidad de la época y de otras. Espero también aportar más historia inspiradoras y con gracia. Un abrazo.

muy divertido! Fue entretenido leerlo todo, y cómo creas la tensión hasta recibir la noticia me encantó! Saludos! :D

Me complace, @vicmir, que lo hayas leído. Muy grato tenerte por acá. Gracias por tu comentario. Saludos.

UN final de muerte pero de risa jajajajajajaj, la gran importancia de leer...
Quienes no saben leer son ciegos ante la vida

Muy importante tu aporte final, @maryunbalanced. Ciertamente "quienes no leen son ciegos de la vida". ¡Qué bien que hayas reído! Mil gracias y un abrazo inmenso para ti.

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Jajajajaja. Muy muy bueno y entretenido. Te felicito amigo un final impredecible. Tienes mi voto

¡Qué gusto que lo leyeras y lograra arrancarte una sonrisa, @daribel! Gracias infinitas por tu apoyo. Un abrazo.

Excelente. Fue muy grato para mi leerte...

Gracias por tu visita, @ladyceleste. Un abrazo.

Que bien que escribes! Me gustaria leer mas de lo que creas :) Te sigo y asi podemos compartir un poco de lo que nos venga a la mente :)

Trato hecho, @caminito. Sería genial. Un ejercicio mental no caería mal; menos si es compartido.

Muy bueno, vale la pena de principio a fin, saludos.

Gracias, amigo @leo16569. Saludos para vos.

Tu articulo ha sido votado por el equipo Cooperacion.

"La recompensa viene del esfuerzo".

Atentamente:

Gracias muchachos. Muy grato su apoyo. Siempre lo es. Un abrazo.

Jajajaja ¡Querido Sahir! Me sorprendiste con ese giro de la historia 😂. Yo estaba esperando un final super trágico... Me gustó mucho tu cuento, tenía un joporo sonando en mi cabecita mientras lo leía jejeje. Lo único que no me gustó es que ahora quedé con ganas de comer carne en vara jajaja.
Besos.

Jajajajajajaja. Estás invitada a venir a Apure a comer la mejor carne asada. Besos para ti.

Vives en Apure??? Oyee que rico 💕. Aceptaré esa invitación jajajaja un abrazo.