Todos conocen a alguien desempleado, algunos están contentos por estar “eternamente libres” pero otros se sienten realmente mal, inútiles en los casos más dramáticos. El ser humano busca la realización en todos los ámbitos de su vida, no se conforman con estar sanos o tener una familia, quieren el paquete completo: salud, dinero, amor… y trabajo.
El trabajo es algo tan necesario para todos que algunos se vuelven adictos a el, aman la sensación de ser productivos, de ser buenos en algo y resaltar entre el montón, adoran la vida social que les rodea llena de reuniones, almuerzos y fiestas con profesionales y gente interesante. Dicen que la rutina aburre pero depende de cómo es dicha rutina, aunque la odiemos nos orienta, nos levantamos y sabemos que tenemos que hacer y cómo. La mayoría de las veces sabemos que esperar, sobre todo si tenemos mucho tiempo en el mismo trabajo.
Pero mientras no trabajo me siento desorientada, aburrida, pienso tonterías y termino al borde de una depresión. Quiero ser útil a la sociedad a través de mi carrera, quiero vivir otras experiencias, quiero que me conozcan. Las mujeres cuando somos madres tenemos una desventaja, nos sentimos tan unidas a nuestros hijos que la culpabilidad nos carcome si nos desarrollamos en un trabajo de ocho horas o más y quisiéramos correr a casa pero sin dejar atrás nuestra labor profesional porque creemos en la excelencia, queremos ser perfectas en todo.