En los últimos meses, gran parte de las personas que me rodeaban, se han ido del país por motivos que todos conocemos. Amigos, familiares y conocidos con un inmenso potencial para convertirse en personas especiales, han dejado su lugar, la vida que iban construyendo y se han lanzado a un viaje difícil, aunque excitante. Y, por más que les extrañe, sé que están cumpliendo sueños muchísimo más grandes.
Me gustaba fotografiarlos, conservarlos en sus momentos de felicidad que también eran los míos. A pesar del caos y la conmoción, podíamos encontrar en nosotros una paz que nos mantenía a salvo dentro de un país que nos dificultaba -y nos dificulta- la posibilidad de vernos sonreír.
Fueron fotos tomadas con un motoG primera generación y bajo un ojo inexperto, con el único fin de inmortalizar personas y momentos que lograron hacer de este año un viaje más llevadero. En ellas, faltan recuerdos, personas y otros cientos de momentos, pero allí están y espero poder mantenerlas siempre conmigo, al igual que a sus protagonistas.