Hace unos pocos años en una calle pobre, de alguna ciudad, de algún país, una pequeña criatura veía el mundo por primera vez, y sentía como su pequeño cuerpo salía del de su madre, una perra de la calle la cual estaba en proceso de parto de una pequeña camada de 4 cachorros. Esta pequeña criatura era la más pequeña e indefensa de la camada, era un cachorro blanco con manchas marrones y negras, como todo perrito su instinto lo llevó a buscar la leche calientita en el pecho de su madre, allí se alimentó hasta que cayó en un profundo sueño.
Al despertar el cachorro se encontraba solo con sus otros 3 hermanitos, y esto lo hizo sentir muy solo y comenzó a llorar, llorar y llorar. En la otra cuadra por casualidades del destino pasaba un niño que escuchó los alaridos del pequeño perrito, cuando llego a donde estaban, se dio cuenta que habían 4 pequeños cachorros, acurrucados, pero solo el más pequeñito de todos lloraba y lloraba sin parar.
El niño lo tomó en sus manos y con dulzura lo acercó a su pecho, esto tranquilizó al pequeño perrito blanco con manchas marrones y negras. En ese mismo momento el niño sintió un vínculo con aquel pequeño ser, en ese preciso momento sintió que había encontrado a su mascota.
El niño sabía que el perrito estaba muy pequeño, al igual que sus hermanos, pero él era más pequeño aun. Aunque sentía deseos de llevarse al el pequeño cachorro, sabía muy adentro, que no podía hacerlo, por eso decidió alejarse un poco de donde estaban los cachorros y esperar a que la madre regresara.
Pasaron aproximadamente 30 min y una perrita muy bonita, con pelaje de color ámbar y pelitos blancos en sus orejas y patas, apareció y se acercó a sus cachorros, los olió como si hubiera percibido un olor diferente al que estaba acostumbrada a oler en sus pequeños cachorros, pero sin dar mayor importancia, se echó al lado de sus retoños y estos felices se refugiaron en el pecho de su madre.
El niño que desde lejos veía todo, se acercó con mucha cautela y emitiendo una dulce voz hacia la madre de los cachorros:
- Hola pequeña perrita, ¿Cómo estás?, no temas no te haría daño jamás.
La perra lo miro con recelo, pero sintió gran calma cuando sintió una de las mejores sensaciones que ella había sentido en su vida, por dentro la perra sentía calma, amor y plenitud y lo que sentía aquella perrita abandonada por la vida, era la pequeña mano de aquel niño acariciando dulcemente su cabeza y sus orejitas peluditas y suaves. Al ver que la perrita se dejaba acariciar, el niño se acercó más y más, saco un pedazo de pan que traía consigo y lo ofreció a la tímida perra, ella acepto agradecida.
El niño regresó a su casa, estaba feliz por haber conocido a la perra y a sus bebes y haberles podido ofrecer algo de comer. Aunque todos los cachorros le parecían hermosos a Miguel, ese pequeño cachorrito blanco con manchas marrones y negras, había robado su corazón.
Miguel, era de pocos amigos, por lo general siempre se burlaban de él por las cosas comunes que los niños tontos se burlan de otros, pero Miguel prefería la amistad de los animales antes que la de los humanos, en el fondo, él se sentía más cómodo y amado cuando estaba con un amigo animal. Miguel entró a su casa muy feliz y con brincos entusiastas que anunciaron su llegada. Se topó con sus padres y de una vez les comento que había encontrado una perrita con sus 4 cachorros, que eran hermosos pero que se encontraban desprotegidos. Al contar todo con detalle a sus padres, y ponerse triste al contarlo, sus padres que también eran amantes de los animales, sin embargo más de su hijo, y no deseaban verlo triste, le prometieron que al día siguiente irían a ver a la perrita para llevarle comida a ella y a sus cachorros y que intentarían buscarles un hogar.
Esa noche Miguel se acostó muy feliz y pidiéndole a Dios que los perritos pasaran una buena noche y que les pudieran conseguir un hogar…
A la siguiente mañana Miguel se levantó muy temprano, de hecho fue el primero en hacerlo, pues era sábado y por ser día libre acostumbraban dormir un poco más. Sin embargo Miguel apenas podía esperar para ir a ver a su nueva amiga, mamá perruna, al pequeño cachorro diminuto y sus hermanitos. Entró estrepitosamente a la habitación de sus padres para despertarlos, lo cual logro con mucho éxito. Después de varios minutos Miguel y sus padres ya estaban listos con la comida y el agua para ir a ver a los amigos perrunos.
Caminaron, disfrutando el paseo hacia la morada de la perrita ámbar con pelitos blancos en sus patitas y sus orejitas. El camino no era muy largo, aproximadamente 20 min caminando. Llegaron al sitio donde miguel había encontrado a los cachorros, pero para su sorpresa los perritos, ni la madre estaban allí. Miguel sintió una extraña sensación, sintió que por dentro algo se le derrumbo, tanto así que no pudo contener las lágrimas que ya empezaban a brotar de sus ojos.
¡¡ MAMA, PAPA les juro que aquí estaban!! Ellos no dudaban de su hijo, simplemente sabían que algo había pasado. Miguel tenía un mal presentimiento, alguien se los tuvo que haber llevado, los perritos estaban muy pequeños para moverse por su cuenta. Pensó que tal vez pudo haber sido mama perruna, pero si fuera el caso no se hubiera movido muy lejos, por lo que decidieron buscar y buscar varias cuadras adyacentes a donde la había visto por última vez, pero, buscaban y buscaban y no encontraban señal de nada.
La búsqueda se alargó hasta después del mediodía, pero los padres de Miguel le sugirieron que los buscarían mañana con más calma, pues había más cosas que hacer y no habían comido nada por la búsqueda de la perrita y sus cachorros. Si hubiera sido por Miguel se hubiera quedado buscando más tiempo, pero sabía que no podía, estaban cansados y mejor sería pensar las cosas con más calma y pensar donde comenzaría el día de mañana, La Búsqueda…
Genial tu Post
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Qué bella historia espero tenga un final feliz 👍
jajaja yo espero lo mismo :P
Lindo relato aunque se hay tornado un poco triste. =)