Yo desperté y lo que miré fue un cristal, opaco por la respiración. Sentí tantas miradas hacia mí, sentí dolor, tristeza e impotencia. La rabia calcomía mi ser pues la compasión y lástima son las aliadas en ese momento; esa sensación de no terminar las cosas al final del día y la manía de dejar cosas pendientes como si uno fuera dueño del mañana. Se acercaban tantas personas, algunas las conocía y otras no. Reconocí la voz tierna de mi madre, su dolor lo sentí inacabable, era el tercer y más doloroso acontecimiento. Había tantas cosas inconclusas, mi trabajo de ascenso de la Universidad. Las claves de todos mis documentos secretos, no había autorizado a nadie en mi cuenta. Mi esposo estaba absorto no lo podía creer, habíamos cumplido 12 años de matrimonio, con tantos sueños por realizar. Defilaron por mi mente cada persona importante en mi vida y parecían todas simultáneas tratando de dar una explicación de por qué o cual razón no me llamaron o compartieron cumpleaños, que sé yo que más razones. Y mi hija inocente de lo que pasa con su muñeca en la mano tratando de contarme la historia de Yuli. Rodó una lágrima por mi mejilla y alguien la vio y comentó; ¡Mira una lágrima está llorando¡. Era yo haciendo un ejercicio de quien vendría a mi velorio y siempre me falta alguien por eso lo repito, pero eso si, siempre lloro y las razones de mi muerte siempre varían. Y siento paz, no me da miedo, solo un leve aire y dejo de tristeza y de extrañeza.
MONOLOGO DE MI MUERTE-
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Hola Catalina,
¿Ya tenías ese microrrelato o lo hiciste para el ejercicio?
La idea es muy interesante, y aunque sale del marco del ejercicio, puede ser bastante explotada.
Abrazos, y gusto encontrarte por los rumbos.
D.
No, Daniel no lo tenía, lo produje en el mismo instante que dijiste un personaje psicológico, si había pensado la idea por eso quizás no se ajusta a los parámetros exigidos. Gracias por tu consideración y aportes. Buenos ejercicios.
Fue un gusto leerte, Catalina.
D.