¿Hacia dónde vamos?
Probablemente, hacia ningún lado. Recuerdo de las santas escrituras unas palabras que dijo el Creador a nuestros ancestros: "Reproduzcánse y subyuguen al mundo". Yo no sé si las palabras realmente son otras, si los traductores hicieron un pésimo trabajo o qué sé yo, pero, lo que sí es seguro es el que étimo del vocablo «subyugar» es taxativo: "meter a alguien o algo bajo el yugo". Y «yugo», literalmente, significa "opresión ejercida de forma despótica". Es decir, asegurar la continuidad de la especie, a través de la producción reiterada del organismo celular, lo cual, sólo es posible a través de la conexión entre cópulas. Ahora, esa es solamente la continuidad del eidos biológico. Sabemos que este organismo es una homogeneidad pluricelularmente diferenciada que se sustenta a sí misma en términos estructurales, pero en términos de su longevidad estructural ¿Cómo se mantiene? Subyugando —ejerciendo opresión de forma despótica— el mundo en que se vive. Sólo basándome en la semántica de esas palabras, el Creador sabía que podiamos explotar en términos de producción todo lo que nos rodeaba. Es bastante cómico, de hecho. El Creador ya miraba con buenos ojos la explotación de las riquezas naturales antes de que naciera la revolución industrial. ¿Estamos matando al mundo? No; sólo lo explotamos a conveniencia porque somos egoistas. En sí mismo, ese vocablo no remite a una significación siniestra del ego —yo—, tan sólo remite a un principio de individualidad, a la existencia real del «yo». Parafraseando a Aristóteles, toda acción individual está enderezada al bien del otro, porque si pensamos desde el «yo» de la especie humana, inexorablemente y por ontología, estamos pensando en el «yo» de todos. ¿Por qué el el Creador habló de subyugación? Quizá, como omnisciente, sabía que el mundo no perecería jamás por la acción despótica de quienes necesitan mantener la estructura orgánica. Es lo único que sabemos hacer. Qué otra cosa podemos hacer sino mantener a la especie con vida. Si hay otro modelo menos despótico, aún no lo hemos descubierto.