Hola amigos. Venezuela se caracteriza por la variedad en sus paisajes ya que tiene de todo un poco de cada clima, pero también tiene tradiciones y costumbres que fueron heredadas de generación en generación, tratando de mantenerlas al paso del tiempo. Los juegos tradicionales son uno de ellos, en mi pueblo Altamira de Cáceres teníamos gran variedad para jugar de niños, desde los carritos que nos obsequiaban hasta los elaborados por nosotros mismos con material reciclado.
Acá les dejo la entrega final de esos juegos que disfrutamos cuando éramos unos niños y todavía no nos ganaba la tecnología.
Caballos de palo.
Este juego era uno de los que nos gustaba jugar. Buscábamos una ”guafas” (caña brava) o bambú delgado y lo cortábamos a una medida manejable. La idea era colocarle las cuerdas en forma de rienda y con una lata de refresco se amarrábamos al extremo que iba en el piso para que sonara a lo que sería en un caballo las herraduras. Nos imaginábamos travesías por el llano venezolano, haciendo carreras, encerronas, cualquier actividad donde hubiera faena con caballos. Creo que eso no se verá más en mi pueblo. Había una competencia que se llamaba “Carreras de cinta”, que solo consiste en clocar varias cintas con un anillo de metal en un extremo y pegada con cinta adhesiva en el otro, y correr en el caballo para tratar de pasar un lápiz por ese círculo y tomar la cinta. Es un evento real y se hace tradicionalmente en las fiestas de mi pueblo.
Carrucha.
Como vivíamos en un pueblito siempre nos inventábamos cosas para jugar y disfrutar el rato libre. Este aparatico fue pasando de generación en generación y que se fue modificando y mejorando entre cada una de ellas. Las ”Carruchas” no era más que un pedazo de tabla (o varios pegados) con cuatro rolineras (rodamientos de un carro) en cada punto sujetas con dos tubos asegurados (por así decirlo) con unos clavos en forma de “U”. se parece a la patineta o patín que vemos en las calles pero este es más extremo: es complicado frenarlo y controlarlo.
Con el tiempo se fue mejorando este artefacto, colocándole una cuerda amarrada en las dos ruedas de adelante y con un juego en ese eje para que pudiéramos girar a la derecha e izquierda. Lo del freno se lo fuimos dejando a los zapatos jajajajajaja que por cierto se perdieron muchos por andar bajando por las calles del pueblo a una velocidad considerada. Una vez un amigo le colocó un volante de bicicleta (manubrio) pero con el tiempo no fue divertido porque le quitaba la adrenalina de ir rápido y querer girar a la derecha y se reviente la cuerda jajajajaja. Ese era un buen juguete a pesar de tener accidentes como raspaduras de rodillas, codos y una que otra vez un diente flojo o partido.
Fusilado o cuadro.
Consiste en hacer un cuadro dividido con columnas (la cantidad depende de los jugadores) y unas filas de las veces que se quiere jugar. En cada columna se coloca la letra inicial del nombre del jugador y el resto de los cuadritos se van llenado cada vez que ese jugador pierda. Con una chapa aplastada se hacían los lanzamientos hacia el cuadro y al caer se ve en que letra cayó para saber que jugador perdió. En ese momento el perdedor agarra una pelota (de futbolito o hecha de trapo) y trataba de darle a otro jugador para pasarle su turno. Eso se hacía desde el cuadro hasta un poste que servía de ”time” para descansar. Si al momento de regresar el perdedor no tocaba a otro jugador se le marcaba una “X” hasta completar la serie de juegos. En caso contrario, si logra tocar a un jugador, este debe intentar golpear a otro para no llegar al cuadro y se le marque la “X”.
Una vez culminado el juego, el que tenga más “X” se debe colocar de espaldas hacia el resto de jugadores que a cierta distancia se le lanza la pelota las veces que fueron consideradas antes de empezar el juego.
Siete piedritas.
Como su nombre lo dice, se tienen siete piedras o retazos de tejas de las casas y se amoldan lo más plano posible todas del mismo tamaño. Se necesitan que sean de diámetro pequeño (unos 5 centímetros) y se apilan una sobre la otra. Con una pelota hecha de medias (nosotros las hacíamos así para que no rebotara) hacíamos los lanzamientos desde una distancia no muy larga y tratar de tumbar las piedras en tres intentos. Si pasaban esos intentos era un “out”. Una vez que se derriban las piedras, los jugadores que lanzan deben evitar ser golpeados por la pelota por el equipo contrario y tratar, antes de golpearlos a todos, apilar las piedras que se cayeron. Esto es hasta que el equipo tengas los tres “out” y cambien de lado.
Quizás la generación de relevo solo escuchará nuestras historias y cuentos de los juegos tradicionales que muy alegremente compartimos con nuestros amigos de infancia y no llegarán a entender tal emoción con la que jugábamos. Digo quizás porque por más que lo intentemos e y tratemos de inculcar esas costumbres a nuestros hijos, sé que nos verán como extraños por lo básico que eran esos juegos pero que nos llenaron completamente de felicidad. Recuerdo que la última vez que jugamos fue hace aproximadamente 7 años, sí, yo tenía 27 años de edad y mis amigos igual y uno que otro tres años menor que nosotros, pero al ver que los demás niños estaban solo con su celular decidimos empezar a jugar con canicas (metras para nosotros) y luego Fusilado para terminar con escondite o escondidillas. Fue un momento mágico, no para los niños que nos veían como si estuviéramos locos, fue para los viejos, nuestros abuelos y conocidos que también como nosotros, tenían tiempo sin escuchar la gritería y vernos reír y hasta ahogarnos del cansancio de las carreras.
La moraleja de todo esto: quisimos darle a esos niños otros juegos que no fueran de una computadora y un celular y ellos recibieron el mensaje. Al siguiente día todos estaban con una bolsa de metras y haciendo un cuadro en la calle para jugar. Insisto: ¡que buena infancia tuve! Saludos.
No conocía algunos. Gracias estuvo muy buena la serie de post sobre juegos cuando eramos niños. Felicitaciones. Saludos desde Apure.
Gracias mi amigo. Creo que pasé por alto unos pero estos son los que más recuerdo. Saludos.