Todo empezó hace unos años cuando empecé la facultad, o por lo menos así lo recuerdo yo.
Puedo decir, quizás con un poco de vergüenza sabiendo que el mérito no es mío, que siempre fui una persona privilegiada. Tuve la oportunidad de ir a un buen colegio cerca de mi casa donde por suerte me hice amigos increíbles que también vivían por la zona. Quizás por eso en esa etapa viví en una especie de burbuja donde rara vez me movía muy lejos de mi barrio, Belgrano, en el día a día.
Pero cuando terminé la secundaria eso estaba destinado a cambiar, y desde entonces tendría que viajar a San Telmo para llegar a la facultad. Así es como pasé de caminar siete minutos para llegar a clase a hacer viajes de una hora en bondi o subte. Viajes que al tener que cruzar microcentro muchas veces presentaban algún percance u obstáculo.
Ahora bien, si le agregamos a ese trayecto, que por naturaleza presentaba algunas variables inestables, una Chiara- es decir a mí- eventualmente podríamos notar un patrón destinado a dejarme parada varias veces en situaciones raras (por lo menos) o perdida en algún lado de la ciudad.
Si necesitan un poco de interioridad sobre el factor Chiara puedo darles algunas puntas.
- En primer lugar mi cabeza funciona como un tornado succionando y expulsando miles de pensamientos a la vez y eso genera que muchas cosas se pierdan en ese remolino y que por momentos me cueste enfocarme en una sola cosa, logrando distraerme de las cosas más banales pero quizás importantes.
- En segundo lugar, y esto podrían corroborarlo con cualquier amigo mío si quisieran, tengo una suerte de lo más rara y cada tanto suelo tener interacciones o encuentros en general en estos viajes con gente de lo más particular, por no decir extraña (Quizás me aceptan como uno de ellos).
- Ultimo pero no menos importante, a veces creo que inconscientemente estoy tratando de perfeccionar el arte de hacer las cosas a último momento. Todos sabemos cómo termina eso.
Es así como tras los años acumulé una serie de experiencias de viaje que fui guardando en algún lugar de mi mente y que probablemente sigan en los celulares de algunas de mis amigas en forma de notas de voz, pero que más allá de eso parecían destinadas a quedar para siempre relegadas en un rincón y que hoy decido traer al frente.
Hoy les voy a contar la más reciente.
Mudarme a Barcelona no hizo nada para ayudarme con mi problema al viajar. Volví a elegir una facultad muy lejos de mi casa. Esta vez en Terraza.
Lunes 29 de enero del 2018.
Me levanté a las 7:30 para tomarme el tren y llegar a eso de las 9:30 a la facultad. Está de más decir que ambos horarios son idílicos y esa mañana como la mayoría se fueron atrasando haciéndome llegar tarde.
Cursé la primera materia, rendí un examen en la segunda y llegó la hora de irme a casa. Eran las dos de la tarde y estaba saliendo de la facultad un poco más temprano que de costumbre. El día venía bien si dejábamos de lado como me había ido en el examen.
Me puse mis auriculares y empecé a caminar a la estación de tren. Como me di cuenta que no tenía batería opté por posponer la música. Llegué a la estación pensando dos cosas: hoy no voy a comer tan tarde y espero que me toque uno de los trenes nuevos.
Era un buen día así que el S1 llegó y efectivamente sus vagones eran modernos. Iba a poder cargar mi celular!
Pero todo no podía salir bien así que dos paradas después el tren dejó de funcionar. Me bajé y esperé pero el cartel de las próximas salidas presentaba horarios próximos y la estación parecía desierta.
Con lo poco de batería que me quedaba gracias a que pude cargar el celular unos minutos busqué formas alternativas para volver y encontré otra ruta. Como no funciona muy bien tuve que ponerlo en modo avión seguir las indicaciones y esperar estar yendo por buen camino.
Aun así el 1% no tardó en llegar, pero unas quince cuadras más tarde estaba en la estación y un guardia amablemente me indicó qué vía me llevaría de vuelta a Barcelona y cuáles eran los que debía evitar. Al parecer hice las cosas bien porque pude subirme al transporte y atenta a mi celular esperar a la parada en la que haría la conexión con el subte.
Desde ahí las cosas se encaminaron. Decidí ir a comer cerca de la Sagrada Familia, porque mi viaje se había duplicado en tiempo y me anoté la dirección del lugar por las dudas ya que la confianza en la vida útil de mi celular iba disminuyendo minuto a minuto. También descubrí que los rodalies tienen baños!
Llegue al café y logre conectar mi teléfono justo a tiempo. A esta línea temporal tengo que sumarle que necesitaba encontrarme con una amiga que sólo podía contestarme con wifi así que tenía que tener el celular a mano porque no sabía cuándo iba a ser eso.
Finalmente almorcé y después me comí una cheescake de premio por lograr llegar a mi destino.
El total de mi aventura duró casi dos horas pero no había sido tan cómico como algunas otras veces hasta que hace unos minutos, buscando las paradas del S1 para escribir esto me di cuenta de un pequeño gran detalle.
Acá es cuando la historia tiene su giro de 180 grados: me había tomado el tren con dirección a Terrassa, es decir que no seguía porque había llegado a la estación terminal. Si no hubiese estado tan preocupada con cómo resolver la situación sin mi teléfono, o mirando la pantalla que ponía un cartel en catalán con un signo de exclamación, quizás podría haberme dado cuenta que la solución más simple era tomarme el tren de enfrente para volver a casa.
La ciudad me había ganado, esta vez todo había sido mi culpa.
°Glosario:
Bondi: Lunfardo de la palabra colectivo/bus.
Subte: En España sería el Metro
Microcentro: Se denomina informalmente Microcentro a una zona de la Ciudad de Buenos Aires caracterizada por la concentración de edificios administrativos y de oficinas. (Cabe agregar, donde siempre hay trafico y cada tanto manifestaciones)
S1 y Rodalie: Distintas lineas de tren. (Así lo entiendo yo)
Para más contexto:
Viví toda mi vida en Buenos Aires, Argentina. Más específicamente en Capital Federal. Los últimos seis meses estuve de intercambio en Barcelona.