Los celulares
La mayoría de mis amigos tiene celular. Por lo general la pantalla de su dispositivo está agrietada, y si no lo está es porque ese amigo mío es anormal. Como tienen deudas suelen ignorar el timbre y más que para comunicarse por voz lo usan para escuchar música y chatear.
El celular es uno de los dispositivos modernos que ha evolucionado más. Cada mes sale al mercado uno que ofrece nuevas posibilidades. Cuando todo comenzó nadie esperaba que además de llamadas con él un día fueran a tomar fotos. Los primeros eran geniales porque tenían linterna y reloj. Los de ahora sencillamente lo son.
No niego que es un aparato genial, pero tampoco lo hago cuando digo que su genialidad, además de comodidad, nos ha traído problemas. Por poner un ejemplo, hablemos de los niños y los adolescentes. Los niños y los adolescentes lo usan sobre todo para jugar y para chatear. El problema no es que jueguen o que chateen, el problema es que no quieren hacer nada más. Si estuviera en sus manos, seguramente se la pasarían todo el tiempo usándolo.
No está en sus manos la posibilidad de usarlo todo el tiempo porque, tanto los unos como los otros, deben ir a la escuela. Y es allí donde el celular resulta más perjudicial. Por culpa del celular los profesores están cansados de ser profesores y los estudiantes están cansados de ser estudiantes. El uso del celular está seriamente prohibido en la mayoría de las instituciones educativas, pero los estudiantes no se toman tan serio esta prohibición y lo usan con frecuencia y sin limitaciones.
Pero el uso que le dan los niños y los adolescentes no se limita a las actividades que he mencionado arriba. Además jugar, de escuchar música y ver vídeos, la música que escuchan es vulgar y los vídeos que ven no son siempre inofensivos. La curiosidad los mata como a un gato y los he sorprendido viendo cualquier clase de vídeo para adultos. Niños de nueve y diez años navegando entre el porno nos han puesto a pensar… Y no por ser niño o adolescente se le da mal uso al celular. En la calle los adultos se estrellan unos con otros por ir clavados en su teléfono. Lo usan en la mesa, en el bus, en la oficina, en la cocina, en el carro mientras conducen, en la universidad, en el cajero, en el centro, en la biblioteca, en la iglesia, en los conciertos, y para no extenderme tanto diré que lo usan hasta en el baño y mientras tiene sexo.
Ser esclavo del celular no es un fenómeno, en cambio no usarlo parece que sí lo es. Los amigos miran raro al compañero que no tiene celular. Les parece que mirarlo raro no es suficiente y para que no lo sea entonces lo acusan de tacaño y le recuerdan que hay celulares baratos. Ellos piensan que su amigo se está perdiendo de algo genial. No entienden cómo a estas alturas alguien vive sin celular y se molestan porque a la hora de ubicar a su amigo extraño tienen que vérselas con algo más que tocar unas teclas.
No usarlo es menos nocivo para la salud, lo es, y yo propongo que nos apartemos un poco de él, que entendamos que no todo es bueno y que lo malo es justo, lo más valioso: por culpa del celular estamos perdiendo mucho tiempo. Si no hacemos algo por comenzar a darle buen uso nos vamos a morir habiendo aprovechado lo bueno que tiene el celular, pero sin haber aprovechado lo bueno que tiene la vida.
Es muy cierto, le damos mucha importancia a un aparato mientras pasamos la vida usando el cel, la vida pasa por nosotros y ni nos damos cuenta. Buen post. Saludos!
Así mismo sucede, al final hemos cambiado nuestra vida real por una vida virtual, aparte hemos arrastrado a nuestros hijos por el mismo camino. Gracias por pasarte por mi post. Saludos.