A mi alma enamorada, una reina oriental parecía, esperando a su amante, bajo un cielo de flor de loto que cuida mi morada.
De las eternas musas el reino chino recorrí, bajo un soplo de vasta inspiración, mi alma consiguió el respiro que me faltaba, sus secretos y templo de visión legendarias por ello caminaba, donde el cálido espíritu oriental llegaba a mi corazón.
Que bendición de la vida y lesión medio como otra cultura con sus palabras que tiene un aroma, alma, color, me sentía como una paloma tímida llegando a su nuevo nido.
Los dragones y centro de meditación le dieron otro sentido de vida, reinado de cantos y poesías, como mágica fragancia de los encanto de esta cultura, que tanto me deben enseñar.
A mirar a la china milenaria, en sus paisajes, siento como el aire acaricia y me besa como una amante de diosa perdida, que conoció el sol naciente, lo que le faltaba en esta vida.