Entorno:
Para conocer bien a Sherlock, hemos de hablar también del entorno y de las situaciones con la que tuvo que lidiar Sir Arthur Conan Doyle. Durante la Época Victoriana se propulsó con firmeza la expansión del territorio desde una visión imperialista. El gobierno de la reina Victoria inició una serie de conquistas en parte de
África central para que “las gentes primitivas, incapaces de autogobernarse, pudiesen finalmente con el asesoramiento británico, convertirse en civilizados y cristianizarse” (Klinguer y Chui, 2015, p.20). A finales del siglo XX, con ayuda de la Inquisición británica, se vivió el mayor momento religioso en Inglaterra de los últimos cien años. Esto, junto con el crecimiento de la ciudad de Londres debido a la Revolución Industrial, trajo un aumento de la población de la ciudad que se tradujo en descontrol, crímenes y desigualdad. El número de policías aumentó considerablemente y el recelo hacia ellos también.
Antecedentes y desarrollo de las obras
Por otro lado, muchos detectives ficticios aparecieron en diversas obras. Doyle se vio influenciado en gran medida por ellos. El antecedente más similar a Sherlock Holmes, lo podemos encontrar en el detective de Edgard Allan Poe, C. Augustin Dupin cuya primera aparición tuvo lugar en el relato corto Asesinatos en la calle Morgue (1841). También fue el primero en incluir a un compañero menos inteligente que el propio detective, pero muy eficaz como asesor e hilo conductor de sus historias. Charles Dickens también aportó su propia visión con el inspector Bucket al que Doyle incluyó en el relato de La casa deshabitada (1903). (Klinguer y Chui, 2015, p.21).
Sir Arthur Conan Doyle era un aficionado de la lectura detectivesca y las novelas de cine negro, pero no le convencían los métodos empleados para la resolución de los casos. Opinaba que siempre llegaban a la solución de una forma casual o por mera suerte y nunca se explicaba cómo lo habían logrado, lo que le parecía jugar sucio. Para Doyle (1927), todo buen detective ha de estar obligado a explicar cada uno de sus pasos y empezó a considerar la idea de crear uno con conocimientos científicos.
Un tiempo más tarde recordó a su viejo profesor de la universidad, Joseph Bell, pionero en la investigación forense. Doyle (1927), en la única entrevista audiovisual que se tiene de él, dijo que Bell era muy rápido en el razonamiento deductivo. Miraba al paciente y solo con abrirle la boca sabía hacer un diagnóstico y conocer su nacionalidad consiguiendo, además, dar una solución basada en la ciencia.
Todo este proceso lo recoge también en una carta que envía al mismísimo Joseph Bell y que años más tarde amplió en su autobiografía Memorias y aventuras (1924)
Sentía ahora que era capaz de algo más fresco y vigorizante y más completo. Gaboriau me había atraído bastante con el ingenioso ensamblaje de sus argumento, y el detective dominante de Po, M. Dupin, había sido desde mi niñez uno de mis héroes. ¿Pero podía sumar algo mío propio? Pensé en mi antiguo profesor Joe Bell, en su cara aguileña, en sus curiosas formas y en su espeluznante destreza para detectar detalles. Si él fuese un detective, seguro que reduciría este trabajo fascinante pero desorganizado a algo cercano a una ciencia exacta. Yo lo intentaría si pudiese conseguir este efecto. Realmente era posible en la vida real. Así que ¿Por qué no debería hacerlo plausible en la ficción? Está muy bien decir que un hombre es ingenioso, pero el lector quiere ver ejemplos de ello -ejemplos semejantes a los que nos daba Bell cada día en la clínica.
Tras un tiempo de preparación y después de desechar el nombre de Sherrinford para su detective debido a la insistencia de su mujer, Doyle consigue un acuerdo de publicación para su primera novela sobre Sherlock Holmes Estudio en Escarlata en 1886. Fue rechazada tres veces antes de ver la luz en 1887. Su segundo libro, El signo de los cuatro (1991), cruzó “el charco” y obtuvo gran notoriedad en América. Esta fama incipiente le permitió escribir relatos cortos sobre el detective de manera mensual en el periódico The Strand empezando con Escándalo en Bohemia (1991) y La liga de los Pelirrojos (1991).
Según Conan Doyle (1927), cuando la gente leyó los relatos se dieron cuenta de que era un detective diferente con métodos diferentes, lo que causó gran sensación en el público y consolidó a Sherlock Holmes. Tras esto, llegaron más relatos con ilustraciones que se recogieron en Las aventuras de Sherlock Holmes (1892).
se recogerán de nuevo los relatos publicados entre 1892 y 1893 en Memorias de Sherlock Holmes (1894) donde el pensamiento de matar a Sherlock por parte de su autor, se hace realidad en El Problema Final (1893). Su muerte fue un acontecimiento en Inglaterra. Muchas personas salieron a las calles con el crespón negro, Doyle recibió tanto amenazas como súplicas para que lo resucitase y la revista perdió muchos suscriptores.
Según Sir Arthur Conan Doyle, estaba cansado de seguir escribiendo y si Sherlock no moría, moriría él. En la entrevista que se le hizo dijo que ha escrito más de lo que su mano quería escribir.
Tras la Guerra de África, Sir Arthur Conan Doyle se estaba quedando sin dinero. Las ventas de sus tres libros se habían reducido considerablemente así que decidió volver a escribir sobre Sherlock Holmes publicando en 1901 la primera parte de El sabueso de los Baskerville en la misma revista. Todavía no estaba resucitado ya que los hechos se situaban antes de El problema final. No fue hasta 1903 cuando publicó el relato de La casa vacía donde Sherlock se presenta ante Watson vestido de anciano para decirle que él no calló por la cascada y estaba escondido para evitar represalias de la banda de Moriarty. Gracias a los nuevos relatos, se publicó otro libro recopilatorio denominado El regreso de Sherlock Holmes o La reaparición de Sherlock Holmes.
Entre 1908 y 1913, Doyle escribe los últimos relatos del detective para dedicarse en exclusiva al espiritismo y misticismo que tanto le importaba. Envió a Sherlock a la jubilación para vivir de la apicultura. Como curiosidad, cuando Doyle publicó Su último Saludo (1917) donde se menciona su despedida, una fan le envió una carta diciendo que ella era una experta en segregar a la reina y que estaba predestinada a ser la criada de Sherlock Holmes (Doyle, 1927).
Índice
Introducción
Biografía Conan Doyle
[personaje de Sherlock Holmes en los libros](https://steemit.com/spanish/@clemen93/personaje-de-sherlock-holmes-en-los-libros-analisis-parte-4
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