Japón se encuentra en una zona tectónicamente compleja donde tres placas principales, la placa del Pacífico, la placa de Ojotsk y la placa filipina están chocando entre sí.
El terremoto de 1923, que se estima tuvo una magnitud de entre 7,9 y 8,4, provino de la colisión entre la placa filipina y las islas de Japón, en una zona de falla conocida como Sagami Trough, cerca de Tokio.
El terremoto del 2011 ocurrió más al norte, en la parte sur de la fosa de Japón, formada por la colisión de las placas del Pacífico y Okhotsk.
"Los japoneses han pasado mucho tiempo preparándose para un gran terremoto algo más al sur, básicamente en el área de Tokio".
Los registros de terremotos, sin embargo, no son la única forma en que los científicos pueden monitorear el riesgo de terremotos.
Por ejemplo, el especialista en terremotos de la Universidad de Tokio Yasutaka Ikeda ha realizado mediciones GPS de alta precisión de la velocidad a la que las fuerzas tectónicas están comprimiendo las placas a lo largo de la Fosa de Japón, de acuerdo con el estado de Oregón Yeats
Ikeda comparó esas medidas con la velocidad a la que los terremotos liberaron la tensión.
Su conclusión mostró que "hubo terremotos insuficientes en el siglo pasado para aliviar toda esa tensión", dijo. "Sugirió que podría haber otros más grandes en el futuro", como el terremoto del 11 de marzo.
Yasutaka Ikeda estaba en China en el momento del terremoto, pero incluso él fue tomado por sorpresa. "No esperaba que eso ocurriera mientras estoy vivo", le dijo a National Geographic News por correo electrónico.
La conclusión es que "los terremotos no vienen con una advertencia", dijo el administrador de la Administración Federal de Administración de Emergencias de Estados Unidos, Craig Fugate, durante la sesión informativa del 11 de marzo.
No importa cuán cuidadosamente construyamos estructuras resistentes a los daños, "cosas como los tsunamis y el temblor de un terremoto seguirán causando daños"