Piezas que encajan una vez, piezas que buscan reencontrarse.
Desde aquel día,
aquella madrugada me visita cada noche.
Pestañeo y escucho de fondo las melodías que envolvían nuestro instante, el tiempo se paraliza y hasta por un momento simulo tenerte de frente.
La piel se me eriza, recorro tus labios con mi risa, y trato de acercar mis buenas intenciones cada vez más a tu cornisa.
Cierro mis ojos y sigilosamente persigo el cosquilleo de tus manos sobre mi piel, conquisto tus ciudades como si este fuese el último día del mundo, como si no tuviésemos otro chance y todo estuviera a nuestro alcance.
Relato los hechos como si de mi mano tratasen, solo buscábamos algún desliz entre compases, nos envolvíamos entre misterios y verdades, inspirando el uno al otro a cometer maldades, derribando uno a uno los modales que por cortesía eran necesarios, incluso planeábamos una cita en los sanitarios, pues los nervios le habían hecho ya el amor a nuestra tensión de labios.
Los criterios pasaban a tercer plano, solo nos entregábamos a nuestros placeres profanos, y sin pensar en el daño colateral, subimos a aquella nave espacial.
Espacial, pues, fuera del planeta nos sentimos, sin querer quererlo permitimos: al tiempo y al espacio poseernos, al infierno extraernos y al cielo conocernos. Sin nocivas intenciones —pues sería hipócrita admitir que no las hubo— escogíamos arder, nadar, sembrar y volar.
Preferimos ser, estar y no parecer.
Decidimos en medio del caos colisionar entre nuestras vibras, dejarnos llevar por las corrientes de la gloria, florecer como dos almas nuevas y escapar de allí como dos hojas sobre el viento.
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Acepto que fui paciente, era tu instinto quién te hacía desplazarte a mis alrededores, y era mi naturaleza dejarte desfilar. Me gustaba disimular nuestros propósitos entre risas y conversaciones ocurrentes, trataba de llegar hasta el último punto inacabable del preludio que disfrutábamos crear. Me liberaba de las inquietudes de un pasado, calmé de cierta forma las tormentas que por tanto tiempo me habían condenado y sin más temores, me atreví a ceder a mis impulsos.
No niego que mis noches surgen a raíz de lo que hicimos, aún tomo estos recuerdos y los hago míos. Me aferro al privilegio de imaginar escenas nuevas, con diversos motivos y eternos finales extendidos hasta el máximo placer posible. También confieso que no tengo prisa nuevamente de caer, pues no me gustaría que esta vil llamada tentación se acabe.
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¡Qué ironía! la del universo y sus caprichos, al permitirnos vivir una cosa tan sublime en el momento menos indicado. Sé muy bien que no sabemos a qué distancia llegaremos el uno del otro, que necesitamos huir para coincidir y que en medio de la implosión de nuestra estrella algún día explotaremos. Sé que estoy perdida entre incertidumbres e idealismos y que tú estás perdido entre el moralismo y la oportunidad. Sé que no encontraré tan fácil lo que busco, sé que tú ni sabes lo que estás buscando.
Aun así.
Vamos a perdernos para encontrarnos.
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✧Algunos versos libres que seducen a mi alcoba por las noches ✧
Completamente de mi autoría
“Pruébame, dijo el veneno.” —Joaquín Sabina
Hermoso lo que escribes por un momento me vio escribiendo todo esto, tenemos casi que un mismo sentimiento al escribir expresar los sentimientos, me encanto tu publicación....
¡Mil gracias!, esa es la esencia ♡
Sin igual...
Me dejas sin palabras.