En esta oportunidad quiero hablarles de un tema que obviamos, pero que sin duda todos padecemos, las deudas emocionales, pero antes de adentrarnos en ¿cómo saldar esas deudas?, quiero decirte que para hacer esto, debes atreverte a expresar tus sentimientos.
Pocas personas se atreven a comunicar sus sentimientos, ideas o pensamientos con seguridad y con libertad. Tus ideas son importantes para el mundo. Tener la oportunidad compartir lo que pensamos, sentimos, o lo que hemos descubierto o aprendido en la vida, nos enriquece como seres humanos. Todo lo que dejamos guardado en nuestro interior sin ventilar y sin expresar se convierte en una energía de estancamiento que nos lleva al aislamiento, a la apatía, a la timidez, a la inseguridad y la soledad.
Poder expresar lo que sentimos nos ayuda a sanar nuestras viejas heridas, y al mismo tiempo nos permite enfocar la relación que tenemos con algunas personas a través de la comunicación. No te escondas a esperar que en algún momento alguien llegue a tu vida y adivine quién eres en realidad; atrévete a compartir ese mundo interior con otros y descubre que afinidad tienen con las ideas y sentimientos de muchas personas.
Recuerda que si sólo abres una ventana y le cuentas un poco de ti a otros podrás darte a conocer, especialmente cuando inicias una relación de pareja o de amistad, en las que es indispensable hablar con la otra persona acerca de lo que nos gusta, de lo que tenemos o anhelamos; de cuáles son nuestras metas, y un poco también acerca de lo que hemos vivido, de lo que hemos aprendido y cuánto tenemos pendiente por enfrentar o por resolver todavía. Vamos, anímate a bajar barreras que te impiden expresar espontáneamente tu forma de pensar y de ver la vida.
Una vez que hemos aprendido a comprender nuestros sentimientos y a ser abiertos y sinceros en la expresión de los mismos, podemos liberarnos de las deudas emocionales del pasado y ver con claridad cada vez mayor nuestra forma de percibir el mundo. Una vez libre la necesidad de distorsionar, una vez que dejamos de tener expectativas preconcebidas respecto de la realidad, la vida deja de ser complicada. El momento actual, el ahora, parece alargarse a medida que gozamos de mayor disponibilidad frente a nosotros mismos y a las personas que amamos. La vida se hace más completa porque nuestras experiencias son más completas. Mientras en una época eludíamos el dolor, y aislábamos parte del mundo para que contuviera su avance, ahora estamos libres para sentir todas nuestras heridas y pérdidas, resolverlas, y seguir marchando hacia el próximo momento de la vida con una carga mínima proveniente del pasado.
Para quedar libres de nuestras deudas emocionales debemos aceptarnos en toda nuestra condición humana, incluidos nuestros defectos. Debemos aceptar la idea de que por imperfectos que seamos, tenemos valores, y que nuestros sentimientos y nosotros mismos tenemos importancia.
Es de máxima importancia que una vez saldadas nuestras deudas emocionales, estamos en el camino hacia nosotros mismos. Hacia el verdadero conocimiento de nosotros mismos. Es más fácil tomar decisiones que resultaran beneficiosas y estructurar nuestra vida de tal modo que nos dé mayor oportunidad de alcanzar nuestro máximo potencial. Sin sinceridad en la aceptación de nuestros sentimientos, seguida por la comprensión de los mismos, nada de esto podría ser posible.
La deuda emocional no es más que la situación de desequilibrio en la cual los sentimientos se encuentran prisioneros en lugar de ser expresados. Cuantos más sentimientos contenemos menos energías tenemos para ser nosotros mismos y menos libertad nos queda.
Me gustaría, que en tendieras que; ”los sentimientos están hechos para expresarse, y no para encadenarlos, cada vez que encierras las ganas de expresar aprecio, respeto, amor, bondad y muchas cosas positivas, y no lo haces, sencillamente comienzas a adquirir una deuda con tus sentimientos, que tarde o temprano tendrás que saldar, no esperes que sea muy tarde para expresarle al mundo tu lado positivo”.
• Saldar nuestras deudas emocionales es más fácil de lo que crees. Permanecemos prisioneros de sentimientos no expresados en nuestro pasado, en parte, porque tenemos miedo y en parte porque no sabemos bien cómo funcionan esos sentimientos. Si somos capaces de comprender cómo influyen los sentimientos a la pérdida, y a esta altura confiamos en que ello nos sea posible, y además sabemos aceptar nuestro enojo por haber sido heridos, estaremos ya en el camino que nos llevará a saldar totalmente estas deudas emocionales.
• El primero paso reside en permitirnos sentir lo que sea que sentimos, sin formular juicios de valor.
• No ”tratemos” de sentir, no temas sentir por creer que una determinada emoción nos hará aparecer bajo una luz desfavorable.
• Ten presente que Nuestros sentimientos pueden decirnos mucho sobre el mundo y sobre nosotros mismos, pero no debemos considerarlos como elementos de prueba para evidenciar nuestro propio valor como individuos.
• No confundas, El hecho que tengamos sentimientos de enojo no nos vuelve personas malas, ni tampoco nos convierten nuestros actos altruistas necesariamente en buenas personas.
Presta atención a lo que sientes y a lo que piensas.
La forma más eficaz de vivir libre de esta deuda es comunicándote, a lo mejor por tu cabeza pasa en este momento la idea de decir, ”Es que yo soy lo suficientemente comunicativo”, ahora te pregunto yo, ¿ Te has autoevaluado últimamente?, lee lo que a continuación te dejo, y si no cumples con alguna de los factores influyentes que te nombraré, por favor aplícalo a tu vida.
• Valoriza tus ideas y planteamientos: Revisa tus ideas y cree que son buenas y valiosas, luego atrévete a compartirlas con los demás, tal vez descubras que tienen aceptación por su validez y eficacia. Vence el temor a ser desaprobado o rechazado por los demás, especialmente por tus seres queridos.
• Vence el temor al rechazo: Eres alguien especial; tus ideas, sentimientos y experiencias son valiosos, ¡te han permitido ser quien eres! No temas ser calificado por otros, recuerda que siempre habrá cierto número de personas que se sientan afines con tus ideas y sentimientos, pero también habrá otros que no. Prueba compartir para que puedan acercarse a ti aquellos que experimenten afinidad con tu verdadera naturaleza.
• No temas equivocarte: Cometer errores es de humanos, y lo peor que puede pasar cuando te equivocases que debas reconocerlo y corregir tu error. Atrévete a expresar lo que piensas o sientes sin temor a cometer errores. El que no se arriesga no pierde, pero tampoco gana. Vence tu limitación.
• Utiliza las palabras adecuadas: cuando conoces y utilizas palabras adecuadas para expresar lo que quieres transmitir, la comunicación se suaviza y logra su cometido. Evita utilizar malas palabras al momento de comunicarte y averigua el sentido de cada palabra antes de usarla.
• Elige el mejor momento: No todos los momentos son buenos para decir lo que pensamos y sentimos. Cuántas veces llega tu pareja cansada de un día largo de trabajo y tu le estás esperando para contarle un problema que tuviste y ya resolviste, al hacerlo, él se molesta y reacciona exageradamente, y al final sólo queda el malestar de la discusión que se pudo evitar si hubieses esperado que descansara un poco para después contarle lo sucedido con tranquilidad.
Si te valoras a ti mismo lo suficiente podrás expresar abiertamente tus sentimientos y deseos, así que de esta manera estarás quedando libre de deudas contigo mismo ya que rompiste esa barrera de encarcelar tus sentimientos, a su vez, esto te traerá paz en tu entorno personal.
La meta es no encarcelar nuestros sentimientos, y para alcanzar dicha meta será necesario lograr la máxima apertura posible en cuanto a nuestros sentimientos, dejándolos aflorar y asumiendo la responsabilidad por ellos y nuestra vida. Ellos son la forma mejor y más directa de descubrir la verdadera personalidad que albergamos. En trayecto hacía esta meta veremos que poco a poco vamos saldando nuestras deudas emocionales con el pasado. Podremos ser nosotros mismos, sin exagerar y sin disculparnos.
En la mejor acepción de la expresión, Habremos llegado a la meta.
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