Dos almas y un latir. Dos vidas y una razón de existir. Fueron sellados por el amor. Pero el destino con ellos jugó. Una clara señal de que no sería fácil desde mucho tiempo atrás había aparecido. Y ambos habían aceptado el camino por el que iban a recorrer, unidos. Aquella unión que se hacía cada vez más fuerte. Las mareas de aquel océano se habían vuelto caóticas. El vaivén de sentimientos era apreciable a flor de piel. Pero el amor entre ellos, solo podía hacer una cosa, crecer.
Aún y cuando todos estos pensamientos inundaban su mente, su vista seguía fija en aquel pequeño charco que había dejado atrás tan fina, pero significativa lágrima. Su alma y su corazón llamaban a su amada a gritos, y su cuerpo brotaba lágrimas, aquellas que tiempo atrás habían sido de dolor y que se suponía no quería derramar más, pero que ahora había roto su promesa por recodar que no todo lo que quieres será o pasará. ¿Por qué el destino es así? ¿Por qué su cuerpo lo traicionaba? ¿Por qué no podía estar bien? ¿Por qué no podía estar con su amada?