Caen las gotas
y la lluvia inunda las calles de pasado;
lava las mentiras;
expía los pecados;
acaba con los cobardes.
Créeme, Dios no está aquí,
se perdió en las promesas;
y me cuesta respirar al intentar recordar,
si tu sonrisa era conmigo o de mí.
No. No queda Dios que me cure,
que mantenga los sentimientos intactos,
el barco a flote
y la música de Tarque a tope.
Y yo aquí, con canas en lugar de bragas,
jurando que nunca fui un desastre;
gastando las ganas en un acorde desafinado.
No, cariño, no. No queda Dios.
Tampoco lluvia salada;
la salida quedó tapada como la herida,
pero terminé dentro,
sin firmamento que augure una nueva mañana;
sin tu figura danzando
a través de la ventana.
-Dann Axkaná