“Caminando entre Leones”

(Tercera Parte)

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*Primera parte*	*Segunda Parte*

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— ¿Quién eres, extraño ser? —

Me preguntó aquel león, su voz estremecía mi alma y mi cuerpo temblaba de miedo.

— Soy Nox, y soy un humano. —

El león me olfateó y me rodeó, era inmenso, casi de mi tamaño, su melena era negra, sus ojos totalmente rojos, su pelaje era azul cielo.

— ¿Humano dices? Jajaja. —

Su carcajada ensordecía mis oídos, estaba abrumado de lo imponente que se veía aquel animal.

— Desde que existo en estas tierras jamás había conocido a un humano. Por ser una especie nunca antes vista, te concederé vivir como esclavo. —

Timor dio media vuelta y dijo:

— Shersa y kinsa, lleven al humano a las mazmorras. —

Dentro de todos leones salieron a mi encuentro dos más, imponentes como Timor.

—¡DETENTE! —

Grité.

—¿Qué me de-tenga? —

Timor giró hacia mí y alzando su cabeza por encima de la mía dijo:

— Nadie me da órdenes, humano. Y mucho menos alguien tan débil como tú, el hedor a miedo brota de tus poros e inunda toda la pradera. Además, eres muy escuálido, no creo que aguantes una pelea contra mí ¿o sí? —

—Yo solo estoy de paso. —

Le dije un poco más calmado, tratando de controlarme.

— Conozco a Spes y me advirtió que otros como él se cruzarían en mi camino, pero que no temiera, por lo tanto, que a todos ellos les dijera que soy un enviado de él. —

Timor quedó sorprendido al oír de mi boca el nombre de Spes.

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Uno de los leones que iba a capturarme se acercó a mí.

—¿Eres un enviado de Spes? ¿Es cierto eso? —

Con una mirada de curiosidad y de extrañeza, me rodeaba.

— Pruébalo, humano. Demuestra que eres el enviado del gran Spes. —

— ¡Kinsa! —

Habló Timor refiriéndose al león que me estaba hablando.

— Esto es solo un truco de este humano, sabes muy bien que el nombre de Spes está sepultado entre los escombros del olvido y en estas tierras ese nombre es fabula para nuestros cachorros. —

— Timor—

Kinsa le digirió la palabra.

— Pueden que sean fabulas, pero nadie ha dicho que sean cuentos inventados, deja que el humano demuestre si verdaderamente es un enviado de Spes. —

El otro animal, era una leona (Shersa) quien también abogó por mí.

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— Ciertamente Kinsa tiene razón, deja que el humano demuestre que sus palabras estén llenas de verdad. Timor ¿No te basta ver como tu pueblo sigue sufriendo? Tal vez la hora de tu redención haya llegado, deja que el humano pruebe su valor y su alma. —

— Shersa, Kinsa. —

Habló Timor.

— Si aún tienen esa fe, llevemos al humano al precipicio, que demuestre la verdad en sus palabras. Si verdaderamente es el enviado de Spes, entonces, llego el momento de nuestro resurgimiento. —

Los tres leones rugieron con una furia desgarradora y brutal, al instante los demás leones rugieron también, el ambiente se estremeció, la tierra temblaba y junto con ella mi alma, mi espíritu y mi cuerpo. Fuese lo que fuese, al parecer no podía escapar de este destino.

— Kinsa, vendrás conmigo. —

Se pronunció nuevamente Timor.

— Lleva el mensaje: "La hora a llegado". Diles a todos que vayan al precipicio. Shersa, adelántate y muéstrale lo que le depara el futuro-próximo a este humano. —

Dicho ésto, Kinsa y Timor comenzaron a correr entre leones, rugiendo. Shersa, se me acercó y dijo:

— Pequeño humano, montante en mí lomo, te llevaré, a partir de ahora soy tu guía. Ruega a tus dioses que lo que han mencionado tus labios sea verdad, de lo contrario, pagaras con tu sangre. —

Me advirtió.

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Así fue, me monté en el lomo de Shersa y comenzó otra etapa de mi viaje. La velocidad de aquella leona era increíble. Todo a nuestro alrededor parecía muerto, la tierra árida y sedienta de agua, los arboles solo eran cascaras de lo que un día fueron. Shersa con cada brazada de sus patas levantaba una estela de polvo. En ese momento le hablé al oído desde sus lomos.

— Disculpa, Shersa. ¿Puedo hacerte una pregunta? —

— Adelante, Humano. Pregunta —

Su voz se escuchaba agitada por el correr.

— ¿Por qué en estas tierras sobreabunda la miseria? El paisaje es como ver el camino recorrido de la muerte. —

Le mencioné.

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— La historia es bastante larga, humano. No hay tiempo para ello, pero te resumiré los hechos:

Hace alrededor de cinco milenios, Spes desterró a Timor a estas tierras. Siendo Spes el hermano mayor de Timor. Pero no hay culpabilidad en Spes pues, Timor se lo merecía y justamente con él, nosotros. Timor peleó contra Spes para dominar todas las tierras, y aquél que resultara vencido merecería vivir aquí. Spes es un buen espíritu, pero sus decisiones inalterables, tengan las consecuencias que tengan.

Entonces, los que seguían a Timor fuimos expulsado junto con él. Para llegar aquí, antes existía un puente de rocas solidas donde ahora es un precipicio. Cuando todos terminamos de cruzar, Spes rugió tan fuerte que el puente fue derrumbado y el camino a nuestro tormento fue abierto. Sin embargo, Spes le dijo a Timor el día de su destierro:

“Volverás a verme, hermano, el día que aparezca un ser nunca antes visto, cuya boca mencione mi nombre, al decir que es mi enviado, y el cual, llevará una marca como símbolo de vuestra libertad”.

— Tú, humano. Eres nuestro mesías. En ti radica la esperanza que yace muerta en nuestras patas. —

Spes nunca ha mentido, es por ello que tengo fe en volver a ver el manto verde que cubre las praderas, olfatear el petricor del suelo fértil al caer la lluvia, lluvia que llevó milenios sin sentir. —

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— ¿Cómo puedes tener fe en alguien que acabas de conocer? —

Le pregunté con un nudo en la garganta. Sentía un increíble peso sobre mis hombros.

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— Mi fe no está puesta en ti, está puesta en Spes. No seas ingenuo, humano. —

Me respondió Shersa.

Alcé la mirada, percaté que estábamos llegando al lugar de mi destino, se visualizaba a lo lejos el precipicio. Mi corazón empezó a latir increíblemente.

— ¿Cómo haré para cruzar? ¿cómo puedo ser un mesías en estas tierras? soy un simple humano. —

Pensé.

Al instante, una voz se hizo sentir dentro de mis pensamientos, dentro de mi mente, dijo:

— Solo debes confiar. Confía, Nox. —

— Esa voz es… de… —

Me encontraba atónito.

— ¡Rayven! —

Grité.

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La marca en mi mano comenzó a dolerme un poco, sentí como mis fuerzas se iban, y poco a poco fui soltándome del lomo de Shersa. Ella se percató de mi estado, redujo la velocidad hasta detenerse, yo resbalé y caí al suelo. Aquél cielo y aquél sol sin calor daban vueltas, mi vista se oscurecía. Vi a Shersa como gritando, pero no entendía sus palabras, y, en ese instante, escuché muchas voces quebrantadas como en dolor. Personas lloraban o algo así escuchaba. Acto seguido me desvanecí.

— ¡Nox, levántate! —

Era la voz de Reyven, como si sufriera, como si llorará.

— ¡No puedes dejarme aquí! ¡Me lo prometiste! ¡Lo prometiste! —

Pronunciaba sus palabras envueltas en tristezas.

— ¿Reyven? ¿Dónde estás, hermano? —

Forzadamente pronunciaba aquellas palabras, era como un peso el cual no dejaba que me expresará bien.

— ¡No Reyven, No pienso dejarte! ¡¿Me escuchas?! ¡JAMÁS TE ABANDONARÉ, HERMANO! —

Grité como pude.

A continuación, desperté de mi letargo. Al abrir mis ojos, observé y sentí que era arrastrado por el suelo.

— ¡Shersa! ¿Qué haces? —

Proclamé. Aquella leona me arrastraba sujetando con su hocico mi camisa.

— ¡Humano! Buen susto me has dado. —

Me soltó y yo me senté.

— Pensé que habías muerto. Qué patético. ¿Pensabas morir antes de enfrentar tu destino? —

Me señaló.

— No entiendo que ocurrió, Shersa. Todo fue tan repentino. —

Le indiqué.

La imagen de Reyven se acentuaba en mis pensamientos.

— Levántate humano, porque estamos a solo unos cuantos metros del lugar donde una vez hubo un puente. —

Me indicó.

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Me levanté y efectivamente delante de mí se encontraban ruinas de una especie de puente de rocas sólidas. Era inmenso, y el precipicio increíblemente aterrador. Me acerqué a la orilla, no lo podía creer, al ver qué en el fondo se encontraban una especie de nubes como niebla, habían partes claras, tanto que se podía ver mucho más allá, era extraño, me parecía observar una ciudad.