Quedarse en casa. En lo posible, tiremos de sentido común. Somos protagonistas de nuestro tiempo, como seguramente no nos hubiéramos imaginado jamás que lo seríamos. Cada uno por separado pero todos juntos ante una situación inédita. Demos la talla. De entre los litros de información líquida y de frases gaseosas en las redes sociales, algunas resultan francamente afortunadas. Por ejemplo, ésa que nos recuerda que si a nuestros abuelos se les movilizó para combatir en una guerra a nosotros se nos pide que nos quedemos en casa. En la comparación con quienes nos antecedieron entonces, aunque sea simplificando un poco el contexto, claramente salimos ganando.
Ojalá que en un contexto como en el que el coronavirus nos ha colocado como epicentro a los europeos, la redes sociales se convirtiesen por fin en la herramienta que son, no en el fin en que de manera anómala las hemos convertido. En ese sentido conviene recordar que opinar es un derecho pero no un deber. Sobre todo cuando es para reenviar estupideces como que la enfermedad la cura el zumo de limón con agua caliente. Detrás de esos reenvíos y esos consejos aparentemente generosos que viajan con la velocidad de la web, impulsados por el atrevimiento sin freno de la ignorancia, quizá también haya una necesidad de protagonismo que debiéramos hacernos mirar. Quedémonos en casa, salgamos sólo lo imprescindible y cuando lo hagamos, procuremos transitar por lugares abiertos y al llegar a nuestro destino guardemos la distancia prudente de nuestros vecinos, no nos demos la mano ni nos besemos ni abracemos y al llegar a casa lavémonos bien las manos. En una situación como ésta eso demuestra respeto y afecto a los demás, no lo contrario.
Cambiar nuestros hábitos y dejar de bromear sobre todo esto no es perder la risa ni nuestra idiosincrasia, es dar un paso al frente por quienes más pueden verse afectados por la pandemia. Que sólo es eso, una epidemia cuando ya está presente en todo el mundo. Es lo que significa, no hay que alarmarse por las películas que hemos visto comiéndonos las uñas de miedo. Pero no es menos que eso tampoco. Mantener la calma y no alertarse por la dosis justa de miedo, ese mecanismo que nos advierte del peligro. O mejor aún, administrémonos una dosis cada vez mayor de solidaridad y responsabilidad y ayuda. Nos hará fuertes, mejores y dará sentido a nuestras vidas en este momento. Si no somos capaces de comprender todo esto y venirnos arriba en la lucha contra el virus por nosotros mismos, hagámoslo por los demás. Hacer las cosas por los demás las hace más posibles. Por los demás, porque la mayoría tenemos mucha suerte con este virus nuevo. El COVID-19 o SARS COV 19, lo mismo da, no es el virus del Ébola que anda en un 50% de mortandad. El coronavirus es mucho menos letal, tan sólo afceta gravemente a un cero y pico por ciento en población joven y sana. Sin embargo, cuidado, llega al 15% en enfermos vulnerables, crónicos o mayores entre quienes están algunoa de nuestros amigos o familiares (e incluso alguno de nosotros). Estas cosas están testadas, no lo del zumo de limón. Este porcentaje, por ejemplo, me lo confirmaba ayer uno de los microbiólogos españoles reconocidos y premiados internacionalmente que más sabe de pandemias, Ignacio López Goñi, catedrático en la universidad de Navarra.
Madrid en los días del coronavirus
No hacía falta que Ángela Merkel nos advirtiese de que nos contagiaremos. La capacidad de contagio del coronavirus es muy alta y los muros de contención no han sido los recomendables. Ya está aquí como estuvo en Italia hace una semana. Todos en Italia saben lo que podrían haber hecho mejor. Y lo que no hemos hecho nosotros pese a mirarnos en su espejo. Pero no perdamos tiempo en criticar a Sánchez por no prohibir la manifestación del 8M o a Vox por no prohibir su mitin de entronización de Abascal o qué sé yo. Creo que conviene insistir en esto. Ya habrá tiempo de analizar lo vivido cuando esto pase, y habrá que hacerlo sin paños calientes. Pero ahora debemos ser un sólo país. Porque hay que evitar ahora, ahora mismo, que nos contagiamos al mismo tiempo para no reventar el sistema. No importa ya, ni parece posible evitarlo, que nos contagiemos casi todos. Importa que lo hagamos lo más escalonadamente posible, como me recordaba esta semana con afecto y vocación de médico por vocación el delegado de Salud en Málaga, Carlos Bautista.
Respecto al asunto de la Semana Santa. La agrupación de cofradías deberá tomar la única decisión lógica, la de dar el paso responsable de advertir sobre la suspensión de las procesiones. Y no esperar a que la obliguen por decreto gubernamental. Aunque el estado de alarma del que el presidente Sánchez informó ayer sin concretar nada habla por sí sólo. Hay que quedarse en casa. Porque el virus sólo lo venceremos todos juntos. Pero si estamos físicamente separados.
(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es
Y
Desgraciadamente las redes sociales y los medios de comunicación en general @domidelpostigo en los últimos años han evidenciado una actitud exhibicionista y sensacionalista.
Has hecho muy bien en proponer el tema.
No es ni será necesario el coronavirus para hacerlos cambiar de opinión. Al contrario la gente encerrada en casa consume más televisión de la que, ya habitualmente, consume -que no es poca- Y lo mismo va para las redes sociales.
Los que por años hemos conservado la costumbre de leer podemos pasar un tiempo indeterminado en nuestra casa. Y no nos aburrimos. Al contrario. Pero hay mucha gente que consume constantemente esta paranoia. Y razona en base a ella.
La noticia de: "lo escuché en la tele, lo vi en las redes sociales" es una constante. Y los mass media lo saben. Saben que el poder del rating o los followers en la TV o las redes sociales respectivamente es el patrón que mide el valor económico del medio.
Cuántas muertes hay en el año por gripe, cáncer a los pulmones como consecuencia de las fumigaciones en Latinoamérica especialmente, dengue, incluso cólera? Pero no hay ninguna campaña para prevenir esto. Se ocupan las redes sociales? No. Se ocupa la TV? No
No estoy subvalorando los efectos de la pandemia. Simplemente trato de no transformarme en un paranoico por efecto de la TV o de las redes sociales. Las mismas medidas de precaución que adoptaba antes del coronavirus las adopto ahora.
Me preocupo lo suficiente por mi mismo, por los efectos que puede provocar una gripe con un poder de contagio muy alto y consecuencias devastantes para los organismos de personas con pocas defensas (generalmente mayores). Pero no creo que los medios de comunicación cambien.
Sabes cuanto ha aumentado el segundo de publicidad en los medios de comunicación que tratan el tema, en los llamados horarios centrales?
A rio revuelto....