Mi niño no juega al fútbol. Tampoco parece que vaya a ser muy taurino. En otra década no parecería eso que llamaban español. Últimamente hemos visto y vivido juntos -en los fines de semana alternos en que estamos así, muy juntos- dos películas en la hermosa penumbra de la gran pantalla, dos tardes en el cine que me han hecho pensar. Las películas han sido Ferdinand y Cavernícola
Fotograma de FERDINAND
Respecto a la película dirigida con acierto por Carlos Saldanha, está basada en un corto anterior de Disney del mismo título que llegó a llevarse el Oscar a la mejor película de animación en 1938. Es una delicia de algo más de siete minutos de duración que os dejo aquí enlazada por si queréis disfrutarlo sólo o con ganadería infantil...
El toro Ferdinando. Disney, 1938. Versión doblada en español. YOUTUBE
La historia del toro bravo que, contra su predestinada naturaleza, se niega a embestir y es feliz oliendo las flores del campo -la metáfora inconformista y pacifista es obvia- no nació, sin embargo, de la factoría Disney, sino del cuento que el escritor e ilustrador Munro Leaf publicó en plena Guerra Civil española, en 1936. Saldanha se lo ha currado bien, ha alargado con astuta habilidad la trama, he creado divertidos e insólitos personajes secundarios y ha recreado como pocas veces he visto en la pantalla los dos rincones de España que son fundamentales en la vida del toro Fernando: la andaluza y legendaria localidad malagueña de Ronda y los alrededores de la plaza de toros de Las Ventas en Madrid, además de la carretera Nacional IV que une la capital de España con Andalucía.
Un crítico taurino de El País (como podéis comprobar en el enlace de prensa del que he capturado la primera ilustración de este post) se despachó con dureza contra la película con lógico miedo por el fondo antitaurino y animalista de la historia. Hay que reconocer que mi niño difícilmente podía entender que a los personajes adorables de la colorida trama en la que estaba felizmente atrapado se les estuviese criando para ser "asesinados" en la plaza.
Como también le cuesta entender que al cerdito Babe, por ejemplo (increíble protagonista de la maravillosa película que Chris Noonan dirigió en 1995, "Babe el cerdito valiente"), le estén engordando en la granja para comérselo. Pero le cuesta entenderlo y se horroriza al pensarlo mientras engulle hambriento su sabroso bocadillo de salchichón de Málaga en la merienda...
Fotograma de "Babe, el cerdito valiente"
Infantilismos al margen, parece claro que una manera tradicional de ver el mundo por estos lares, en algunos aspectos para bien y en otros no tanto, se va terminando. Y Olé...
De "Cavernícola" hablamos mañana...
(c) Domi del Postigo
www.domidelpostigo.es
Cool, buen post
Me alegra que te haya gustado, @velazquezaba. Otro día le ponemos banda sonora al post con tu violín
Bárbaro como los elementos culturales cambian la visión del mundo. A cierta edad no necesariamente estamos en capacidades de transpolar estos elementos, se responde en elementos concretos respecto a los valores jerárquicos aprendidos, donde aprovecho la oportunidad para reconocer y felicitar tu rol de padre, y evidentemente la sensibilidad del respeto y esa inocencia en lo que todavía ocurre con tu hijo. Seguramente como todos, luego eso se canaliza, se aplicarán elementos de racionalización y eso se reforzará o no, con tu criterio y el medio cultural.
En lo particular, crecí con doble elementos culturales para algunas cosas, tal es el caso de los toros que planteas. Mi papá español, me involucra en sus elementos culturales aún estando fuera de su patria, lo que siempre me ha conmovido y me mantiene en contacto con ello, que también es parte de mi cultura; mi madre venezolana y yo criada en Venezuela, donde esto es altamente debatible, aunque moralmente insostenible por otro tipo de problemas que nos conciernen. Mi padre, aunque hace muchos años que no asiste a un evento, donde ya tampoco relamente tiene una posición al respecto, sigue y seguirá disfrutando de cualquier elemento que lo mantenga relacionado a España.
Tal como cierras tu post, nada es del todo malo y nada es del todo bueno. Feliz tarde, gracias por compartir esta experiencia.
Así es, @lamesaservida, nada es blanco blanco ni negro negro... Me ha encantado leer tu interesante comentario. Muchas Gracias
Ser niños nos hace ser tan ingenuos y por ende felices, pues cuando empezamos a comprender todo, la verdad de lo que nos rodea, la vida empieza a tornarse diferente. Hay una relación amor/odio con ella, la valoramos más y al mismo tiempo nos decepciona. Excelente reflexión.
Sí, Mariana, cuesta hacerse adulto. Gracias por tu generoso comentario, un placer leerte.