Fuente.
El caso es que desperté, y al salir al patio de la casa, miré hacia el cielo y me quede por unos momentos mirando a la luna, me maravillé, y dije: “wow qué bella estás, ha amanecido y todavía no te has ocultado”; ella , dibujada con una forma de media luna, estaba rodeada de una luz radiante entre amarillo y naranja, y solo allí parado en el patio, conversando con ella, le dije: “luna, protégeme, dame más energía, siempre te he tenido mucha confianza y te admiro mucho, desde que entré a la Universidad y en los momentos más difíciles, he acudido a ti, y me concedes los favores que te pido”.
Me acordé de mi hermano Salomón, él es cardiópata, y su oxígeno es poco, por favor, ayúdalo a que mejore; también me acordé de mi hermana Elsa, ella sufre de enfermedad de Parkinson, que aunque toma su medicina, siempre tiembla involuntariamente, pero a veces se pone tan temblorosa, que no puede ni pararse, y le pedí por ella: “por favor luna, mejórala”. Todo sucedió un día, yo conversando a solas con la luna, mi luna, tu luna.
Y luego de todo esto me acorde de mi amigo que también es paciente mío, el señor Rebolledo, el cual lo visito como médico, porque él es cardiópata, y de vez en cuando lo ataca una falta de oxígeno debido a que se descompensa, y su corazón no le bombea mucha sangre oxigenada. Lo visito o la familia me llama, y lo consigo como queriendo silbar, haciendo un gran esfuerzo para respirar, metiendo un poco de más oxígeno, su abdomen sube y baja (una persona normal respira con los movimientos del tórax).
Luego al verlo, mido su tensión o presión arterial y esta elevadísima, ausculto sus pulmones y escucho muchos ruidos, como si fuera una ola de agua que va y viene, estos son líquidos que penetran al pulmón cuando el paciente cardiópata está muy descompensado. Luego me siento a su lado, coloco medicina para bajar su presión arterial, también medicina para que orine mucho más de lo habitual y así liberar sus pulmones de líquidos; abro las ventanas de su casa para proveer más oxígeno.
Vale decir que este amigo paciente no tiene recursos económicos para hacer control estricto, como debería ser, con su cardiólogo, y aún menos para pagar tan siquiera un pasaje, ya que se encuentra a 200 kilometros de la ciudad, él se encuentra en la Paragua, parroquia Barceloneta, municipio Angostura, y tendría que ir hasta Ciudad Bolivar, municipio Heres del mismo Estado Bolivar. Para ese tipo de traslados, el centro de salud de la Paragua, desde hace mucho tiempo no tiene servicio de ambulancia, y con todo esto mi amigo, luego de administrarle algunas medicinas, de las que llevo y a veces de las que él tiene, comienza a respirar mejor; va dejando de silbar, va dejando de realizar esfuerzo para respirar, y comienza a sonreír; me dice con sonrisa angelical: “ay doctor, estoy mejor, gracias”, yo también sonrío y le digo: “sí, estas mejor”, y allí queda mi amigo Rebolledo, sentado en su silla.
Yo me despido, y a poco rato caminando por la calle del frente donde vive la señora Caraucan, allí mismo cerca del señor Rebolledo, ella me llama, me saluda y me dice: “doctor mi hija paso la noche con fiebre y dolor de barriga, por favor pase para que me la vea”.
La examino, le pregunto cosas a la hija y a la madre sobre sus malestares, luego cuando termino de evaluarla, la señora Caraucan ansiosa me pregunta: “¿qué usted cree que tiene mi hija doctor Edgar?” Después de explicarle algunas cosas le digo: señora Caraucan le voy a referir a su hija al hospital Universitario Ruiz y Páez (hospital principal de Ciudad Bolívar), para descartarle una posible apendicitis, le explico de una forma acorde a sus conocimientos: “esta es una tripita pequeña, que está dentro de la barriga, cuando se inflama causa dolor, nauseas, a veces vómito, dolor de estómago, fiebre, le limita caminar bien, y bueno cuando uno el medico toca la barriga, duele, allá en el hospital la va a ver el médico cirujano y este el que va a decidir si es de operación o no, señora Caraucan, tiene que llevar a su hija”.
Y así fue como Dios y la luna, en un lindo amanecer, me llevan a muchos hogares de pacientes y realizan su gracia milagrosa a través de mi persona, sigo aquí esperando un nuevo día y al abrir mis ojos, me repito mentalmente: “estoy completamente despierto y sintiéndome mejor que antes”.
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Muy lindo. saludos
La fe mueve montañas , a veces pasa que con solo ver a nuestro medico pasan nuestras dolencias ,lo felicito Doctor por tener ese don de ayudar ese espíritu de bondad y que DIOS lo siga bendiciendo con salud y sabiduría para que siga ayudando a muchas personas que lo necesitan y su guía sea la luna.
si la fe es la certeza de lo que podemos lograr cuando nos preparamos para ayudar al necesitado y a nosotros mismos, gracias por leermeç