Honda arrancara esta temporada 2018 con muchas caras nuevas, sumados a los ya consolidados Marc Márquez y Dani Pedrosa en el equipo de Fábrica, el Repsol Honda Team, y el Británico Cal Crutchlow en su equipo satélite (Para los que no lo sepan, un equipo satélite es un equipo que no puede fabricar su propia moto y que depende de un equipo de fábrica, aunque son independientes económicamente de ellos) de LCR. La marca del ala tendrá a tres novatos conduciendo en sus equipos satélite, entre los cuales tenemos a Franco Morbidelli, flamante campeón de Moto2 junto al subcampeón Thomas Luthi conduciendo en el Estrella Galicia 0,0 Marc VDS Team y el japonés Takaaki Nakagami siendo compañero del británico en el ya mencionado LCR.
Si bien muchos ojos estarán sobre Morbidelli, pupilo del ya legendario Valentino Rossi, en el entorno de Honda también estarán muy pendientes de lo que haga Nakagami pero ¿por qué?, ¿es acaso una maravilla? Y si es así ¿no sería mejor darle una moto del equipo oficial?
Para responder estas preguntas, hay que tomar ciertos factores en cuenta, para nadie es un secreto que las motos japonesas son las mejores, Yamaha y Honda se la pasan peleando cabeza con cabeza con sus motos oficiales por el campeonato de constructores en la Moto GP, pero en cuanto a pilotos son España e Italia quienes dominan sin lugar a dudas. A Honda le quita el sueño ver a un piloto japonés haciendo maravillas con una de sus motos en la categoría reina, tal cual lo hace Marc Márquez.
Ellos pensaron que habían conseguido lo que tanto anhelaban con Daijiro Kato, que era el jinete nipón para su corcel de dos ruedas, pero la vida no es color de rosa y Daijiro falleció en un accidente en el Gran Premio de Japón de 2003, en la primera carrera del año. Sin dudas, ese fue el golpe más terrible que haya sufrido Honda en los últimos tiempos.
Se dice que un clavo saca a otro clavo, pero Honda comprobó con Hiroshi Aoyama, que lo mejor es usar unas pinzas, pensaron que Hiroshi era el hombre, le ofrecieron mucho, pero el oriundo de Chiba no cumplió con las expectativas y la decepción volvió a la marca del ala. Hoy en día Aoyama es utilizado como piloto probador, ni más ni menos.
La capacidad de no desesperarse es una gran virtud y Honda ha aprendido de ello, cuando se enteraron de un joven nacido en Chiba haciendo buenas performances en dos ruedas en seguida fueron tras él, sin embargo, se dieron cuenta que no tenía madera de campeón, aun así ellos empezaron a ver las cosas desde otra perspectiva y en 2017 le notificaron a Takaaki Nakagami que tenía un asiento asegurado en Moto GP para 2018.
No será una maravilla, pero a juzgar por sus estadísticas, es un piloto fiable que te puede garantizar terminar una carrera en el top 10 y con para Honda es suficiente, saben bien que sin ningún buen piloto japonés en la categoría, ningún niño de la tierra del sol naciente querrá subirse en una moto. Así como un barco no será guiado en un mar a oscuras, si no hay luz de un faro que los lleve a puerto seguro.
No le dan a Takaaki una moto oficial, debido a que es un riesgo que no vale la pena correr teniendo a dos pilotos a consolidados como Dani Pedrosa y Marc Márquez, además sería darle una carga perjudicial a Nakagami, debido a que la presión entorno de un equipo de fábrica es bastante distinta a la de un equipo satélite, en un equipo oficial con terminar en el top 10 no basta, se debe luchar por un campeonato hasta el final. Sobre todo si esos equipos son el Repsol Honda Team y el Movistar Yamaha Moto GP, en la que cualquier cosa que no sea luchar hasta el final se considera un rotundo fracaso.
La noche Qatarí, está a la vuelta de la esquina, esa que da inicio a la temporada en Moto GP, y será el turno de este representante de la tierra del sol naciente de hablar en la pista. En pretemporada ha dejado buenas sensaciones, pero de nada servirá si el como buen samurái, no cumple con sus deberes.
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