Hola muy buenas…
Continuando con las entregas relacionadas a mis vivencias en Japón, en este caso otros de los puntos fuertes que tiene este país, la seguridad.
Los latinoamericanos lamentablemente casi que tenemos asumido vivir el día a día rodeados de inseguridad, por eso, al menos en mi caso veo con más asombro y de manera casi incomprensible cuando existen lugares en los cuales no tenés que preocuparte por ser víctima de violencia.
Los índices de robos o asesinatos son de los más bajos del mundo, aunque en los últimos años han aumentado los hurtos, la peculiaridad de esto al parecer se debe a que ha caído el valor de las jubilaciones y pensiones haciendo que algunas personas muy mayores hayan optado por incurrir en hurtos casuales de algún alimento en tiendas y supermercados.
Pero más allá de lo anterior los números son ínfimos teniendo en cuenta a una población que supera los 120 millones de habitantes.
Como comentaba al principio, a uno muchas veces le cuesta sacarse ese “chip” del miedo que te lleva a ser más perseguido de lo que la situación amerita, pero a medida de que pasaban los días y veía la sana ingenuidad de los nipones con sus pertenencias me hacía tomar confianza para soltarme.
No hay hora del día ni lugar en cualquiera de las ciudades que visitamos en los cuales nos hayamos sentido inseguros, caminábamos por calles oscuras y desoladas, parques, bosques, valles y nada de rastros o síntomas que nos generaran desconfianza.
Se ve presencia policial pero más que nada enfocada a responder consultas y a coordinar aspectos organizativos en las calles.
Veíamos a diario bicicletas de todo modelo y tamaño apoyadas en una pared o puerta sin ningún tipo de cadena o tranca.
Otra de las situaciones que observamos con estupor ha sido en los bares. Ejemplo de esto fue una tarde que nos encotrabamos merendando en una popular cafetería de Kioto la cual tenía la peculiaridad que se generaba entre las mesas un tránsito constante de cientos de personas que pasaban por minuto debido a que esta servía como pasaje entre una avenida principal con una estación de metro y un centro comercial.
El flujo de gente era continuo y altísimo pero ajeno a esto los clientes de la cafetería dejaban sin problemas sus carteras y sus teléfonos móviles sobre la mesa o silla mientras daban una vuelta por el mostrador para solicitar otro pedido o se dirigían al baño (mientras tanto con mi señora nos mirábamos atónitos sin poder creer que nadie se los llevara).
Nadie toca nada, existe un respeto sobre el prójimo y por ende esto abarca a sus pertenencias, esto también se potencia por las penas punitivas ya que suelen ser muy fuertes para aquellos que se atrevan a cometer un delito.
Da gusto poder disfrutar de los encantos de un país sin estar con la preocupación en la cabeza de que puedas sufrir algún robo o ataque, sin dudas que esto te hace ver las cosas con ojos diferentes y totalmente enfocados a los encantos del lugar.
Gracias por leer estas líneas, cualquier consulta estoy a las ordenes, gran abrazo…
Textos y Fotos by @elbuzonnaranja
Muchas gracias @simon.bolivar @cervantes
Muy contento por el apoyo...
Gran abrazo
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