He decidido iniciar una serie de posts dedicados a dos de mis grandes pasiones: la medicina y la historia, ya que como dijeron por allí: “no hay ciencia sin historia”. La historia de la medicina es una rama de la historia que se dedica a estudiar los conocimientos y las prácticas médicas a lo largo del tiempo.
Muchos se preguntarán ¿por qué considero importante la historia de la medicina?, la respuesta obvia es que porque soy médico, sin embargo, considero que la historia de la medicina tiene una relación muy estrecha con la historia de la civilización y ha influido en ella en numerosas ocasiones, la medicina no sólo es una ciencia biológica, es también una ciencia social y además, conocer sobre la historia de la medicina es conocer también sobre la historia de la lucha eterna del hombre contra la enfermedad y si hay algo que ha sido invariable en la medicina es que los médicos siempre hemos estado ahí para cuidar, mejorar e intentar sanar, sirviendo incansablemente a nuestros pacientes, siendo curiosos, emprendedores. Nunca hemos abandonado la búsqueda de nuevas formas de ayuda, desde los albores de la humanidad tenemos un compromiso con nuestra profesión y con nuestros pacientes, y ese es un relato que me gustaría que todos conocieran. También me gustaría presentarles a aquellos pioneros, visionarios para su época, que han sido y serán fuente de inspiración y que lograron hacer enormes contribuciones para el progreso de la medicina. Muchos rechazan el pasado con sus viejas teorías y creencias y se desbocan por los nuevos descubrimientos, sin embargo, desde mi perspectiva, la historia siempre será importante y vuelvo así a una de las primeras frases de este post “no hay ciencia sin historia”.
Luego de esta introducción vamos a iniciar el tema del post de hoy: “La Medicina Prehistórica”, llamada así precisamente porque no se cuenta con registros escritos de la misma. Podemos decir que desde tiempos prehistóricos existe la necesidad de aliviar el sufrimiento, ya que las enfermedades y el dolor nacieron con la vida misma.
El hombre de la prehistoria reaccionaba de manera instintiva (como los animales que lamen sus heridas y se espulgan para eliminar los parásitos). Se extraían las espinas de la piel; ante dolores abdominales o musculares empleaban la fricción; chupaban sus heridas y contenían las hemorragias mediante la compresión. Nadie puede afirmar con seguridad lo que los pueblos prehistóricos sabían sobre el funcionamiento del cuerpo humano.
Como no existen registros escritos de esa época, los datos son obtenidos fundamentalmente de la etnología y de la paleopatología.
La etnología es el estudio de las civilizaciones y existe la posibilidad de establecer ciertas similitudes entre las prácticas médicas de ciertos grupos étnicos (particularmente pueblos primitivos del oeste de África) con aquellas del hombre de la prehistoria.
En cuanto a la paleopatología (término definido por Marc Armand Ruffer (1859-1917), médico y arqueólogo británico), esta ciencia se basa en el análisis de los huesos fósiles para así conocer las enfermedades que sufría el hombre en la prehistoria, así como las huellas que la actividad médica haya podido dejar en ellos. Es así como se han logrado identificar anomalías congénitas como la acondroplasia, enfermedades endocrinológicas (gigantismo, acromegalia, gota), enfermedades degenerativas (espondilosis, osteoartritis, como consecuencia muy probablemente de levantar objetos muy pesados de forma frecuente), tumores como osteosarcomas y metástasis óseas.
También fueron encontradas lesiones de sífilis y tuberculosis. Se presume como eran las técnicas de reducción de fracturas (alineación de los fragmentos óseos) por la forma de consolidación de las mismas (callo óseo). El callo óseo sólo se forma si se limita el movimiento, por tanto existía alguna técnica de inmovilización. Se evidenciaban trepanaciones en los cráneos y algunas amputaciones (primeras intervenciones quirúrgicas?).
Estudiando los primeros Homos es raro ver que sobrepasaran los 50 años (la mayor parte de los esqueletos son de personas de unos 15 años), por lo que prácticamente no se encuentran evidencias de enfermedades degenerativas o asociadas al envejecimiento. Son muy comunes, sin embargo, los hallazgos relacionados a traumatismos, propios de una vida al aire libre.
De particular interés son las trepanaciones (remoción de un segmento de hueso del cráneo). Casi siempre se realizaban en forma de disco y permitían llegar al interior de la cavidad craneal. Sus indicaciones más comunes eran los traumatismos craneales (para aliviar la presión de una hemorragia interna) y la extirpación de tumores cerebrales. También era utilizada como tratamiento de dolores de cabeza, hidrocefalia, histeria, delirios y epilepsia. Existe la hipótesis de que podía ser utilizada para obtener un fragmento de cráneo que serviría como remedio o también que servían como “medio de escape” de la enfermedad (o del “espíritu maligno”) del cuerpo.
Para realizarla se utilizaban cuchillos, sierras, martillos y perforadores. Debían ser realizadas con mucha delicadeza y precisión, por lo que son difíciles de imaginar para aquella época, sin anestesia y sin instrumentos apropiados. Los orificios no eran nuevamente tapados (lo que sí se hace hoy en día) y se presume que los trozos de hueso eran usados como amuletos.
Eran más comúnmente practicadas en el hueso parietal u occipital y de forma ovalada, midiendo por lo general de 3 a 5 cm. Los cráneos con trepanaciones más antiguos provienen de la época Mesolítica y datan de hace aproximadamente 8.020 a 7.620 años.
En muchos cráneos con trepanaciones hay evidencia de regeneración ósea, lo que indica que el paciente logró sobrevivir al procedimiento. Además, en la mayoría de los casos tampoco se evidenciaban signos de infección, por lo que se intuye que existían métodos para prevenirlas. En algunas grutas se evidencian pinturas en las que les faltan dedos a las manos. Pudieran tratarse de amputaciones realizadas como tratamiento de infecciones o espontáneas por gangrena o por frío extremo.
Relación de la Medicina antigua con la religión y la magia
La relación entre medicina, religión y magia es muy estrecha, ni siquiera la medicina moderna ha podido desligarse totalmente de esta relación. La figura del chamán, mago o sanador aparece en el Mesolítico, como un intermediario para acudir ante los dioses y para expulsar a los espíritus malignos. Es considerado el primer médico en la historia de la humanidad. Además, dirigía los ritos de la pubertad, la fecundidad y de la muerte al igual que los ritos con los que se intentaba superar crisis colectivas como epidemias, tempestades o hambre.
Un claro ejemplo de la relación entre medicina y magia es la administración por parte del chamán o sanador de quina a una persona con malaria . Podríamos juzgar este acto como médico (la quinina mata al agente productor de la enfermedad) pero además va acompañado de un ritual tipo exorcismo, para cazar los “malos espíritus” y no podemos negar el efecto “psicosomático” que este ritual tiene. En excavaciones del Paleolítico se han encontrado collares con dientes de animales, similares a muchos que llevan niños de tribus hoy en día para “prevenir las complicaciones” de la dentición. A los meteoritos se les adjudicaba propiedades mágicas (si se sujetaba a los riñones era un remedio eficaz contra los cálculos renales, por ejemplo). Las curaciones eran practicadas por el chamán, curandero o hechicero, quien cumplía las funciones de médico, farmacéutico y sacerdote.
El hombre atribuyó a los fenómenos naturales voluntades todopoderosas y tributó reverencia al sol, la luna, el fuego, los volcanes, etc. Atribuyó la enfermedad directamente a esas voluntades (castigo de los dioses) o a espíritus malignos y de esta manera este concepto mágico-religioso de la enfermedad perduró por milenios. Igualmente las enfermedades podrían ser el resultado de un “hechizo” lanzado hacia la víctima por algún enemigo.
Por otra parte, el hombre prehistórico también aprendió a usar ciertos compuestos “de manera mágica” para quitar la fiebre, sanar las heridas y aunque su implementación fue exitosa, la interpretación de la enfermedad siguió siendo mágica. Se usaban drogas como lacáscara sagrada, la cocaína, curare, efedrina, reserpina, entre otras. Probablemente este proceso de “ensayo y error” llevó al descubrimiento de cuales compuestos tenían algún valor medicinal y cuáles eran venenosos. La malva (para limpieza del colon) y la milenrama o flor de la puma (usada para reducir el sangrado) se usaron hace unos 60.000 años. También se usaban ciertos hongos como laxantes.
Para terminar solo puedo decir que aunque el conocimiento de la prehistoria nos ha llegado a través de los fósiles, paleontología, paleopatología, esculturas, estudios de los pueblos primitivos y pinturas de las cavernas, las respuestas a muchas de nuestras preguntas aún son simples conjeturas.
Ojalá les haya gustado, los espero en el siguiente post.
Referencias:
1)http://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-la-medicina/
2)https://www.medicalnewstoday.com/info/medicine/prehistoric-medicine.php
3)https://www.britannica.com/topic/history-of-medicine
4)http://www.healthguidance.org/entry/6303/1/Prehistoric-Medicine.html
5)https://historiaybiografias.com/historia_medicina/
6)https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_medicina
7)https://es.wikipedia.org/wiki/Medicina_en_la_prehistoria_y_la_protohistoria
8)http://www.monografias.com/trabajos63/historia-medicina/historia-medicina.shtml
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