Era sábado, los intrusos suelen llegar el sábado; es el día en que muchas cosas importantes suceden, lo queramos o no. Observo nervioso al pobre desgraciado que lucha contra todo lo que se le cruza por enfrente cuando no obedece su voluntad, pero su decisión de querer levantar camas por los cielos, es solo un absurdo que para mi sorpresa se resuelve con violencia y brutalidad. Los cables se mueven, todo cae sobre el agua y yo con aparente paciencia quedo petrificado producto de los recuerdos y las respuestas a una vida que me parece tan extraña. Pero había algo que me causaba curiosidad, era una curiosidad lasciva y peligrosa, ¿quiénes eran ellas, quienes eran esas criaturas que mis ojos aún no habían apreciado por completo?. ¿Cómo serían sus formas, cada detalle de sus cuerpos desnudos, su olor? Siempre he cometido el error de ilusionarme con mujeres que no puedo tener y ahora el destino me vuelve a castigar poniendo a un palmo de distancia a seres tan ajenos como enigmáticos. Solo quiero saber de ellas, solo quiero saber de ilusiones, lo otro solo me produce temor e indiferencia.
Con una extraña paciencia los días pasan entre cigarros en la azotea y silencios incomodos con un hombre sin rumbo y con la mirada de derrota que nuevamente llama a su puerta para decir adiós. Calma y silencio se apoderan de mí, no más tos, no más murmullos que se arrastran y reptan, no más fumarolas de tren caribeño. Ahora mi mente vuela, ahora mi cuerpo vibra porque mis fantasías me someten momento a momento a contemplar mañana, tarde y noche los pecados que haría con la madre y con la hija… pero ahora me rio por que no puede existir algo más trivial.
A mi casa llegaron tres intrusos, ahora son menos, y como aquella primera vez aún sigo temiendo, ciego y encerrado en mis propias ilusiones, en mis propias fantasías, en mis propios deseos más carnales que hacen que mi cuerpo vibre cuando, ahora, escucho el cuchicheo de dos mujeres que buscan un lugar y un propósito en medio del absurdo de cada día, en medio del incertidumbre del tiempo que nos devora y al que todos debemos servir.
Todo adquiere su orden cuando se tiene paciencia, y la experiencia enseña que todos somos intrusos en la vida de alguien.
Seguiré informando…
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